Saber cómo educar a un hijo es una de las mejores habilidades que se puede aprender para construir una familia sana, tener bienestar y calidad de vida, y criar a un niño educado y con un futuro prometedor.
A veces en algunas familias hay problemas de conducta, falta de habilidades sociales, problemas de autoestima, mala relación entre padres e hijos, poco control emocional, falta de rutinas…
Muchas situaciones ponen a prueba a los padres y se preguntan constantemente si lo están haciendo bien o qué cosas pueden mejorar. Por ello es importante aprender a educar a los hijos, y con ellos generalmente los padres aprenden también.
Consejos para educar a los hijos
Utilizar la comunicación de aceptación
A la hora de relacionarse con un hijo, hay que demostrarle amor incondicional. Hacerle ver que es importante y que se le quiere por encima de todo implica no solo lo que se dice sino cómo se dice. La comunicación de aceptación es importante porque es la base para el desarrollo de una personalidad fuerte y una autoestima segura.
Algunos autores han estudiado la relación que hay entre el estilo de crianza de los padres y la autoestima en niños entre 3 y 5 años. Observaron que los niños con mayor autoestima coincidían con aquellos donde había mayor grado de autoestima y era valorado por sus padres.
El niño debe saber que es amado y aceptado por quien es y no por lo que hace. No debe guiarse por miedo ni por aprobación, porque debe saber que le aman siempre.
Mostrarse disponible y accesible
En las relaciones que fomentan vínculos cálidos, que muestran que están disponibles para sus hijos y donde hay apoyo entre ambos, se crea un clima abierto hacia los mensajes de los padres.
Cuando se sienten apoyados, se incrementa su eficacia personal y todo ello influye en su funcionamiento afectivo y comportamental. Cuando en las primeras edades de la vida ha habido poca solidez en la educación de los niños, las consecuencias pueden ser negativas.
La poca accesibilidad y disponibilidad hacia los hijos, unida a poca comunicación, puede conllevar en la adolescencia a que estos se desarrollen con grupos conflictivos y a que se fomenten comportamientos de riesgo.
Ponerle límites
La educación de los niños también requiere de disciplina positiva. En los estilos educativos parentales, están el estilo autoritario, el permisivo y el democrático. Estos estilos educativos están relacionados con el control disciplinario y con la calidez afectiva.
Un padre democrático es aquel que presenta una alta calidez y un alto control. Un padre autoritario es más frío afectivamente y con un alto control. Un padre sobreprotector tendría una alta calidez y un bajo control, mientras que uno negligente sería bajo en ambos aspectos.
Los niños necesitan límites, con autoridad positiva, pero hay que darles seguridad. A la hora de poner límites, estos deben ser objetivos y concretos. Las frases hacia los niños deben ser cortas, sencillas, reforzándolas una a una. Es adecuado que les permitamos hacer elecciones frecuentes, que les dejan elegir dentro de las posibilidades. Es importante ser firmes, los niños necesitan consistencia porque eso les da seguridad. Y la firmeza forma parte de los límites positivos.
Utilizar el refuerzo
Hay que reforzar a un hijo por todo lo que haga bien, sin utilizar el castigo. Los estilos de crianza autoritarios y castigadores suelen generar un desarrollo emocional desadaptado y con déficits en estrategias emocionales para adaptarse a diferentes situaciones.
Los niños son más receptivos ante el refuerzo positivo. El castigo no debe utilizarse y por supuesto, jamás el castigo físico. El refuerzo positivo puede ayudar a todo ello. La clave está en el buen uso, tampoco excederse en los halagos, que sean siempre reales y no forzados, porque el niño lo percibirá.
Es mejor dejar el “NO” para situaciones en las que realmente sea necesario, para que tenga un valor reforzante, pero si se utiliza de manera indiscriminada, no será efectivo cuando realmente se necesite.
Fomentar la responsabilidad y la autonomía
Cuando los hijos son adolescentes, los padres desean que sean autónomos, responsables, independientes, que se comuniquen con ellos de manera fluida y que confíen en ellos para todo. Sin embargo, para que todo ello tenga lugar, las pautas de crianza deben comenzar desde la infancia. Adaptado a cada edad y a las características de los niños, se puede fomentar la curiosidad, la responsabilidad y la autonomía.
Cuando los niños son pequeños, una de las maneras más adecuadas de fomentar la responsabilidad y la autonomía es proponerles elecciones frecuentes. Ante determinadas cosas que los niños deben hacer día a día, muchas de ellas pueden ser seleccionadas por ellos, aunque sea entre diferentes alternativas.
Esto les ayudará a ser autónomos y prevendrá en muchas ocasiones conflictos familiares. Establecer responsabilidades a los niños según sus capacidades y su etapa evolutiva también es una pauta de crianza muy apropiada.
Tener en cuenta sus emociones, la inteligencia emocional es importante
Diferentes estudios han mostrado la relación que hay entre la expresividad de los padres (mostrar expresiones verbales o no verbales) y las respuestas empáticas de los hijos. Las reacciones que muestran los padres ante las emociones de sus hijos juegan un papel en cuanto a su desarrollo socioemocional. La inteligencia emocional está formada por una serie de aptitudes o competencias que pueden aprenderse.
Podemos trabajar con nuestro hijo sus emociones y lo estaremos educando emocionalmente cuando le ayudemos a identificar las señales de las emociones, a ponerles nombre, comprenderlas y saber de dónde vienen y por último cuando le ayudemos a regularlas.
Ayudarle a comprender y trabajar aspectos como la automotivación o la demora de las gratificaciones, el autocontrol, las habilidades sociales, la asertividad, la escucha activa o la empatía implica también trabajar la inteligencia emocional.
Aceptar su individualidad
Es importante respetar la individualidad del niño. No hay que etiquetarle, porque ello acaba influyendo en él y en lo que puede realizar. La personalidad y la identidad va desarrollándose con el niño y la infancia es una etapa donde los referentes tienen una gran importancia en la autoestima y autoconcepto.
Aceptar la individualidad del niño implica no proyectar nuestros deseos en él y dejar que sea como quiera. Ellos tienen preferencias, deseos, necesidades, y a veces estos no coinciden con los nuestros. Debemos respetarlo.
Las acciones tienen consecuencias
En la educación de los niños es importante la responsabilidad. No hay que castigar a los niños, pero sí enseñarles que sus actos tienen consecuencias.
Si un niño dibuja en la pared o en la mesa, podemos ofrecerle la alternativa de pintar en otro sitio, podemos explicarle por qué no es adecuado pintar en la pared o en la mesa, sin enfados. La consecuencia sería que limpie aquello que ha ensuciado. No estamos castigando al niño y la manera en la que afrontamos el problema dice también mucho acerca de ello.
Se trata de una consecuencia. De manera tranquila, le explicamos por qué debe ayudarnos a limpiar y esperamos a que junto a nosotros, en la medida que pueda, limpie aquello que ha ensuciado. Las consecuencias forman parte de la vida y es la manera en la que se aprende a hacerse responsables de los actos.
Actuar con el ejemplo
El aprendizaje de los niños pasa, en gran parte, por la observación. Los padres somos los modelos principales de conducta de nuestros hijos y lo que hagamos dirá mucho más de nosotros que lo que digamos.
Nuestras palabras deben ir en consonancia con lo que hacemos. Los niños aprenderán a través de nuestro ejemplo. Si se le dice al niño que sea respetuoso, ordenado, que no grite o que esté tranquilo, y nosotros le estamos mostrando lo contrario, nuestras palabras perderán todo sentido.
Los niños necesitan seguridad. Necesitan encontrar una coherencia entre todo ello para poder considerar como válidas nuestras enseñanzas y generar e interiorizar las suyas.
Fomentar la comunicación y dialogar con él
La importancia de la comunicación y del diálogo destaca en cuanto a pautas de crianza. El diálogo debe ser la base de la relación entre padres e hijos a lo largo de todo su desarrollo.
Algunos estudios plantean que los problemas de comunicación son uno de los factores de riesgo en el ajuste psicológico de los adolescentes.
Las familias con estilos asertivos promueven en sus hijos un desarrollo socioafectivo adecuado. Ante la depresión o la soledad, promueven un afrontamiento adaptativo, mientras que los más autoritarios generan mayor inseguridad, evitan los problemas y el afrontamiento es más desadaptado.
Dejar que experimente
La infancia es el periodo de experimentación por excelencia. Todo es nuevo, por lo que las experiencias que viva en estas etapas tan tempranas serán muy importantes para la construcción de su aprendizaje. Una vía fundamental por la que los niños descubren el mundo es el juego, lo cual incluye la manipulación de objetos y materiales del ambiente, la representación de situaciones cotidianas y la relación con sus iguales y otros adultos de su entorno.
Es muy importante dejar que los niños jueguen libremente y poner a su disposición estímulos adecuados (por ejemplo, juguetes apropiados para su edad, poco estructurados para fomentar su imaginación).
Nuestro papel en el juego debe ser secundario. Esto quiere decir que debemos estar presentes, pero sin tomar el control de la actividad, dejando que el niño explore sus gustos, sus límites y objetivos.
No hacer comparaciones
Las comparaciones son siempre odiosas, y en el caso de los niños no hay excepciones. Cuando intentamos que nuestros hijos e hijas cambien una conducta que no nos gusta, en ocasiones tendemos a compararlos con otros niños cuyo comportamiento nos parece más aceptable, con la intención de darles un marco de referencia.
Sin embargo, este recurso, además de poco útil para mejorar su comportamiento, tiene efectos nada deseables en la autoestima y autoconcepto del niño.
Les hace sentirse poco aceptados y comprendidos, y les enseña de forma indirecta un modelo de desarrollo basado en la competitividad, a “ser como…” o “mejor que…”, en lugar de aceptar su individualidad. Además, en el caso de los hermanos, fomenta la rivalidad entre ellos y la aparición de los celos.
La consistencia es lo más importante
La consistencia es la clave más importante dentro de la crianza de un hijo. El niño necesita ambientes estables, sólidos y coherentes.
Los límites y las normas que establecemos con nuestros hijos deben ser firmes, porque eso es importante para no crear incoherencia en la crianza. A veces, con nuestro comportamiento, y sin ser conscientes, estamos generando problemas de comportamiento en nuestros hijos por la falta de coherencia.
Si hay normas contradictorias, podemos afectar de manera negativa la conducta del niño y su desarrollo y autoestima. Si se establecen pautas y se contradicen, los niños no saben qué pasará a continuación, no pueden prever las consecuencias de los actos y sienten que no tienen el control de lo que puede pasar.
Referencias
- Cuervo, A. Pautas de crianza y desarrollo socioafectivo en la infancia. Perspect. Psicol.
- Morillas, V. La manipulación y la experimentación en Educación Infantil. Universidad de Cádiz.