Saber cómo pedir perdón a una persona querida es importante para volver a instaurar la confianza, devolverle seguridad a quien se ha ofendido y promover un nuevo compromiso en las relaciones personales.
El perdón se ha comenzado a estudiar hace relativamente poco tiempo y la mayor parte de la investigación se ha centrado en la persona que perdona, ignorando al que ofende. La persona que pide perdón se enfrenta, en primer lugar, consigo misma, siendo al mismo tiempo quien ofende y quien se otorga perdón a sí misma.
¿Qué es el perdón?
Los autores no se ponen de acuerdo en el concepto. Algunos lo definen bajo dimensiones positivas, como la capacidad de un ser humano de ser empático, reconciliarse, comprender y olvidar.
Otros lo definen, no desde lo positivo, sino desde la ausencia de lo negativo (no hay rencor, la persona supera el odio, la rabia y la venganza).
El perdón a uno mismo ha sido definido por algunos autores como un proceso donde se acepta la responsabilidad del daño hecho a otros y se establece un compromiso para restaurarlo mediante conductas reparadoras. Con ello, la persona aprende a respetarse a sí misma y a los demás.
Perdonar no es olvidar, dado que para hacerlo es ineludible la memoria de la ofensa. Además, reconciliarse el ofensor con la persona ofendida solo tiene sentido cuando entre ambos ha tenido lugar un vínculo previo.
Cómo pedir perdón a una persona querida en 9 pasos
1. Aceptar la responsabilidad de lo hecho
Para facilitar el perdón es importante asumir la responsabilidad de los actos. A veces, al ofender a alguien, la persona intenta exculparse, evitando la responsabilidad, y culpa a otros de lo que ha hecho. Justifica siempre su actitud, y evita situaciones o personas que le recuerden lo sucedido. Todo esto perjudicaría al verdadero perdón.
Al hacer esto, se ponen trabas para aceptar la responsabilidad de lo sucedido. Es una estrategia que externaliza la responsabilidad del hecho cometido y neutraliza la culpa que se siente.
Sería un mecanismo por el que se niega la ofensa realizada y se centra en la emoción. Para poder pedir perdón a otra persona, es importante pensar qué responsabilidad se tiene en lo que ha sucedido.
2. No condenarse y seguir adelante
Después de aceptar la propia responsabilidad en lo sucedido, es momento de seguir delante. No es adecuado culpar a los demás y no aceptar la propia responsabilidad, pero tampoco lo es internalizar la culpa y actuar con vergüenza, culpa y autocastigo.
Aceptar la responsabilidad mueve a pedir perdón, pero las emociones excesivamente negativas pueden paralizar y que se actúe de manera poco adecuada.
Algunos autores distinguen entre el remordimiento (que ayuda a sentir arrepentimiento y humildad) y la autocondenación.
El perdón que nace del remordimiento sería un perdón verdadero, pero el perdón que nace de la vergüenza daría lugar a la autocondenación.
La vergüenza, según algunos autores, nace del hecho de que una persona siente que es indigna o mala y, por tanto, no está preparada para el perdón, porque se centra en digerir el peso que le produce la vergüenza.
3. Perdonarse a sí mismo
Cuando una persona ofende a otra, experimenta culpa y remordimiento por lo sucedido. Ello puede motivar el cambio y a reparar la relación con esa persona.
Algunas investigaciones indican que el remordimiento puede expresar el valor que la persona que ha ofendido a otra da a su relación con ella.
Lo importante es reconocer lo pasado, experimentar las emociones que llevan al remordimiento y comportarse para hacer frente a lo sucedido, enmendando la situación.
En todo este proceso, hay que recuperar la imagen de sí mismo como una buena persona que se ha equivocado, y reconciliarte consigo mismo.
Es un afrontamiento que se centra en la resolución del problema y que nace para cambiar la situación que provocó los sentimientos negativos. Entender que toda persona se equivoca es un paso importante, así como ser tolerante con los propios fallos y culpas.
4. Analizar y reconocer el daño hecho
Muchas veces no se es consciente del daño infligido y del sufrimiento de la persona ofendida. Se necesita, también, reconocer las propias emociones, los sentimientos de decepción o de tristeza que se experimentan y los sentimientos que han llevado a realizar la conducta.
Reconocer el daño hecho implica ofrecer a la persona una explicación, sin excusas ni justificaciones por lo que se ha hecho. Centrar las explicaciones en sí mismo y en lo que falló.
Muchas veces se dice: “es que me has puesto nerviosa”, “es que me sacas de mis casillas”. Este tipo de frases son “frases-tú”, donde se culpabiliza a la otra persona del propio error. Así, pedir perdón no es sincero.
5. Compadecerse y ser empático con la víctima
Este paso está estrechamente vinculado con el anterior. Cuando se reconoce el daño a la otra persona, es posible acercarse a su postura, comprenderla y empatizar con su dolor.
Perdonar no significa solo acercarse a la otra persona para pedir una disculpa, implica un proceso interno profundo de empatía y comunicación con la otra persona.
No solo hay que reconocer que el daño que se ha hecho, sino ser consciente internamente, poniéndose en el lugar de la otra persona y llegando a sentir su dolor.
6. Pensar si se está realmente arrepentido y analizar tal conducta
Es importante analizar la conducta y qué llevó realmente a ofender a la otra persona. Muchas veces, la persona lo preguntará cuando se le pidan disculpas.
Compartir con ella, cuando es necesario, las motivaciones que llevaron a esa conducta puede ayudar a avanzar en el perdón y en la reconciliación.
No se debe confundir con excusas, sino únicamente como análisis de conducta, porque esto llevará indudablemente a hacer mejor las cosas la próxima vez. Si uno no es consciente, no puede mejorar.
7. Establecer un plan de acción
Establecer un plan de acción se dirige a dos cuestiones fundamentales. En primer lugar, se desprende que, cuando uno ha analizado su conducta, está más preparado para saber qué falló.
El plan de acción se refiere a saber distinguir de qué otra manera se podría haber actuado para no ofender a la persona. Se trata de trazar un plan sobre cómo se podría actuar en la siguiente ocasión.
Compartirlo con la víctima es un paso importante para pedir perdón y facilitar la reconciliación. Es crucial que los objetivos que se propongan sean concretos y alcanzables, por lo que hay que operativizarlos. No son intenciones, sino planes con acciones que se puedan llevar a cabo. Y, por supuesto, comprometerse, si no de nada serviría.
El plan de acción puede dirigirse también a la manera en la que se pedirá perdón. Una vez reconocido el hecho y empatizado con la víctima, se puede escoger de qué manera puede ser adecuada pedirle disculpas, que será el próximo paso.
La manera más sincera es cara a cara, pero hay otras personas que, como pasos intermedios, se sienten más cómodas escribiendo una carta, por ejemplo, donde expresen todo lo sentido.
Puede ser una buena manera siempre y cuando se enfrente a la situación en persona y hablando con ella acerca de lo sucedido.
8. Pedir perdón explícitamente
Aunque este paso sea el más visible y donde se verbaliza pedir perdón a la otra persona, no es por ello el más importante.
En la vida cotidiana suele considerarse que este es el único paso a tener en cuenta cuando se pide perdón a alguien. Nada más lejos de la realidad.
De hecho, si se piensa detenidamente, muchas veces alguien ha pedido perdón y se le dice: “siempre me estás pidiendo perdón por lo mismo”, o “te perdono, pero mañana volverás a hacerme lo mismo”.
Son claros ejemplos de que han fallado los pasos anteriores y de que demandar perdón no tiene un sentido verdadero si no se tienen en cuenta los pasos previos.
Otras veces, cuando alguien ha pedido disculpas, se puede pensar “no ha sonado verdadero”, y esto sucede por la misma cuestión. La persona ofendida se da cuenta si una demanda de disculpa es genuina o no.
Este paso debe incluir los pasos anteriores, donde se comunique al otro lo que se siente, etc. Y comunicárselo de manera verbal.
La otra persona debe comprender que la demanda de perdón no es en vano y que está enmarcada en un plan y unos sentimientos profundos y comprometidos. Muchas veces hay dificultades al decirlo.
Lo importante es que pedir perdón sea genuino, y tener verdaderas intenciones de no volver a cometer el daño.
A la hora de disculparse es recomendable elegir bien el momento, y sin prisa y de manera calmada expresar lo que importa. Sin buscar excusas ni generar conflictos.
Cuando se pide perdón, es fundamental comenzar disculpándose por lo sucedido, decir lo arrepentido que se está, centrándose en las emociones que ha producido ofenderle. Continuar con empatía, haciéndole saber que se comprende cómo debe sentirse y que esté enfadado por lo sucedido. Es bueno terminar ofreciendo una solución, un camino diferente.
9. Restituir el daño causado a través de conductas de reparación directas/indirectas
Es necesario restituir el daño que se ha producido a la persona. Y todo ello se puede hacer a través de conductas de reparación. Estas conductas pueden ser una buena estrategia para controlar los sentimientos de culpa.
Referencias
- Echeburúa, E. El valor psicológico del perdón en las víctimas y en los ofensores. Eguzkilore.
- Flores Portal, I. C. El perdón como potencial humano. Temát. Psicol.
- Maganto, C., Garaigordobil, M. Evaluación del perdón: diferencias generacionales y diferencias de sexo. Revista Latinoamericana de Psicología.
- Prieto, M., Echegoyen, I. ¿Perdón a uno mismo, autoaceptación o restauración intrapersonal? Cuestiones abiertas en psicología del perdón. Papeles del Psicólogo.