¿Qué es una crisis matrimonial?
Una crisis matrimonial es un problema de relación personal muy peculiar, y también complicado de gestionar. No obstante, los problemas matrimoniales pueden resolverse siempre que las dos partes de la pareja quieran y se esfuercen para mejorar la situación.
Las relaciones de pareja evolucionan en el tiempo. Necesariamente cambian, algunas estrechan los vínculos de intimidad, y otras terminan por separarse. Las crisis, en ocasiones, revelan una situación que puede resolverse.
Situación de los matrimonios y sus crisis
El estudio de los conflictos matrimoniales se ha incrementado de forma explosiva durante los últimos años en el campo de la psicología. Los datos demuestran cómo el número total de matrimonios disminuye gradualmente a lo largo de los últimos años.
Asimismo, la edad a la que se contrae el matrimonio ha aumentado, el número de nacimientos totales va disminuyendo y el número de separaciones y divorcios se incrementa.
Así pues, los problemas matrimoniales constituyen hoy en día un fenómeno que se ha instaurado en las relaciones conyugales de nuestra sociedad.
Teniendo en cuenta la notable desestabilización que producen estas situaciones en las personas que las viven, el estudio de las crisis matrimoniales se ha convertido en uno de los pilares de la psicoterapia actual.
Causas de las crisis matrimoniales
Se han construido distintos modelos experimentales que intentan explicar el origen y los motivos de las crisis matrimoniales.
De entre todos ellos, hay 4 modelos cognitivo-conductuales utilizados para diseñar planes terapéuticos para la resolución de este tipo de problemáticas.
Modelo del intercambio de refuerzos
Una tasa baja de intercambios mutuos de gratificaciones, explica y predice la sensación subjetiva de malestar y quejas dentro de la relación interpersonal. Si las parejas en conflicto utilizan menos elementos gratificadores y más elementos punitivos, las relaciones se deterioran.
Déficit en las estrategias para producir cambios en el otro
Las parejas en conflicto no solo son diferentes en cuanto a la tasa de intercambio que experimentan sino también se diferencian en cuanto a la capacidad de resolver problemas y de efectuar los cambios que ellos desean producir en el comportamiento del otro.
Según este modelo, aquellas parejas que entran en conflicto, lo hacen no porque tengan que afrontar necesariamente más problemas, o problemas de mayor gravedad, sino porque presentan menos habilidades para resolverlos y afrontarlos de manera eficaz.
Reciprocidad
Las parejas armoniosas se distinguen de las conflictivas no solamente en las tasas de intercambio de refuerzos y de castigos, sino en la relación existente entre los esfuerzos iniciados por parte de uno y otro.
Los comportamientos punitivos y los desagrados son devueltos inmediatamente, mientras que los comportamientos positivos no tanto.
Elementos cognitivos
La satisfacción marital en la relación de pareja se considera a la vez una cognición y un reflejo, aunque imperfecto, de la calidad de los acontecimientos diarios que constituyen la relación.
Los aspectos conductuales puntuales reflejan mejor lo que ambos miembros de la pareja valoran como satisfactorio dentro de la relación, que las evaluaciones cognitivas globales.
De estos 4 modelos, se extrae que “lo que se hace” dentro de una pareja es clave para determinar la calidad de la relación entre ambos integrantes, por lo que para superar una crisis matrimonial es muy importante centrarse en este aspecto.
Consejos para matrimonios en crisis
A continuación, se proponen 8 conductas a realizar para tratar de resolver una conflictiva conyugal y recuperar la calidad de la relación con la pareja.
Empatizar
El primer paso es empatizar con la pareja. Dicho de otra forma, se debe ser capaz de ponerse en el lugar del otro, entender su situación y comprender cómo puede sentirse ante cada suceso.
La base del buen funcionamiento de un matrimonio se encuadra en lo que se hace dentro de la relación, pero el comportamiento que se lleve a cabo no debe enmarcarse en un nivel individual, sino integrando a los dos componentes de la pareja.
De este modo, hay que ser capaz de identificar cómo se ven las cosas y cómo se siente uno ante diversas situaciones, pero al mismo tiempo, identificar cuáles son las propias reacciones de la pareja.
Ante cualquier discusión o conflicto, es muy importante poder detectar cómo se interpreta el suceso, y por otro lado, cómo lo interpreta y siente la pareja.
Hacer el ejercicio mental de imaginar cómo se sentiría la pareja es eficaz para empatizar.
Mejorar el estilo comunicacional
La mayoría de crisis matrimoniales no se basan en los propios problemas en los que se puede ver inmersa una pareja sino en su capacidad para resolverlos.
En este sentido, uno de los principales factores que dificulta la resolución de problemas conyugales es el estilo comunicacional. Es decir, en cómo se expresan y comunican las opiniones o pensamientos al otro.
Una comunicación deteriorada o ineficiente puede ser origen de los problemas conyugales. Habría que identificar cómo se expresan los pensamientos a la pareja y trabajar para que no resulte ofensivo o conflictivo.
Aumentar el intercambio positivo
Otro aspecto fundamental es el intercambio positivo. La pareja puede caer en una rutina donde los estímulos positivos que recibe de su conyugue sean extremadamente escasos.
Cuando esto sucede, la pareja se encuentra en un punto donde resolver sus problemas será mucho más complicado porque no dispondrá de aspectos positivos que puedan disminuir el efecto de los negativos.
Planear actividades que gusten a ambos y situaciones de las que solían disfrutar, es una buena manera de incentivar el intercambio positivo.
Aprender a manejar la hostilidad inesperada y el mal humor
Si se logra aumentar el intercambio positivo en la pareja, probablemente los aspectos negativos empiecen a tener menos impacto en la vida conyugal.
No obstante, en el día a día, pueden surgir miles de situaciones que provoquen hostilidad o mal humor de forma inesperada. Saber controlar estas emociones es de vital importancia, ya que pueden causar un efecto muy negativo en la relación.
Ante situaciones enervantes, hay que pararse a pensar unos segundos las repercusiones de responder de una forma hostil o malhumorada.
Probablemente no valga la pena, y conseguir retener el impulso y expresar los sentimientos de una forma más tranquila sea la mejor solución tanto a nivel individual como a nivel conyugal. Puede parecer egoísta, pero siempre es más saludable evitar conflictos innecesarios y controlar el mal genio.
Evidentemente, hay que aprender a expresar de una forma correcta y asertiva lo que se siente.
Expresar los sentimientos
No obstante, la pareja no debe caer el error de no expresar los sentimientos, tanto positivos como negativos. Si se intentan omitir los conflictos y no expresar lo que siente cada uno, la pareja irá acumulando todas las situaciones no resueltas, la confianza disminuirá y tarde o temprano pasará factura.
No obstante, la expresión de sentimientos, tanto positivos como negativos, se puede realizar de múltiples formas.
Es importante esforzarse en realizarlo de forma tranquila y respetuosa. Probablemente, el mejor momento para expresar un sentimiento no sea cuando la emoción se ha apoderado de ambos, pero sí al cabo de unos minutos, al estar más tranquilos y puedan comunicarse de forma saludable.
Considerar las necesidades de la pareja
Si se expresan los sentimientos de forma saludable, por un lado se evitan situaciones ofensivas y, por otro, se puede empatizar y entender cómo se siente la pareja.
Si los dos son capaces de saber cómo interpreta cada situación el otro, podrán detectar cuáles son sus necesidades. Llegados a este punto, se tendrán en consideración cuáles son sus necesidades y de qué forma satisfacerlas.
Sin embargo, este trabajo no debe hacerse de forma unidireccional, es decir, no debe hacerla solo un integrante de la pareja hacia el otro, sino los dos a la vez.
Un ejercicio muy beneficioso consiste en realizar pactos estratégicos. Es decir, si un integrante de la pareja tiene la necesidad “X” y el otro tiene la necesidad “Y”, se puede pactar la satisfacción de ambas necesidades.
De este modo, ninguno de los dos estará dando ni se estará esforzando más que el otro, y al mismo tiempo, se aumentará el intercambio positivo de la pareja.
Trabajar conjuntamente para resolver problemas
La base de los conflictos matrimoniales no suelen ser los problemas en sí mismos, sino la capacidad de la pareja para resolver discrepancias. No obstante, todo es más sencillo si se consiguen resolver las problemáticas matrimoniales.
Es muy importante que este aspecto no se haga por separado y ambos integrantes de la pareja trabajen de forma conjunta para resolver los posibles problemas.
Sentarse a analizar los problemas de la relación y plantear posibles soluciones hasta llegar a un acuerdo es una estrategia eficaz.
Recordar buenos tiempos
Un último ejercicio muy beneficioso para los matrimonios que se encuentran en crisis consiste en recordar buenos tiempos.
Si se tiene mucho tiempo en la relación, seguro que hubo momentos felices, y aunque en el presente se vivan malos tiempos, recordar los felices aliviará la angustia. Recordar estos “buenos tiempos” de forma conjunta brindará a la pareja pensamientos y sensaciones de que la relación tiene potencial suficiente como para estar bien, por lo que la motivación para solucionar los problemas aumentará.
Referencias
- Glick, I.D., Clarkin, J.F., Kessler, D.R. Marital and family therapy. 4th ed. Washington, DC: American Psychiatric Press.
- Haynes, S.N., Godoy, A. y Gavino, A. Cómo elegir el mejor tratamiento psicológico. Madrid: Pirámide.
- Ochoa de Alda I. Enfoques en terapia familiar sistémica. Barcelona.
- Wynne, L.C. The state of the art in family therapy research: controversies and recommendations. New York.