¿Qué fue la Guerra de los Supremos?
La Guerra de los Supremos fue un conflicto armado que ocurrió en Nueva Granada, actual Colombia, entre 1839 y 1842. Según los historiadores, fue la primera guerra civil desde la independencia del territorio, apenas pocos años después de la disolución de la Gran Colombia.
El conflicto enfrentó al gobierno central, presidido por José Antonio Márquez, y a diversos caudillos regionales. Estos se autodenominaban “supremos”, lo que dio nombre a la guerra. Los más importantes fueron José Maria Obando, Francisco Carmona y Salvador Córdoba.
La razón esgrimida para comenzar el conflicto fue la aplicación de una ley promulgada años antes y que, incluso, se encontraba entre las aprobadas en el Congreso de Cúcuta. Esta ley ordenaba el cierre de los monasterios que tuvieran menos de 8 miembros, algo que provocó el levantamiento de los sectores más conservadores.
Sin embargo, la Guerra de los Supremos se convirtió en un enfrentamiento entre las distintas facciones existentes en el país ya desde las guerras de independencia. Enfrentó, así, a partidarios de la federación con los centralistas. La victoria fue de estos últimos, que plasmaron su idea centralista en la Constitución promulgada en 1843.
Causas
La causa que desató el conflicto fue la ley que pretendía disolver los conventos que tuvieran menos de 8 frailes.
Pronto, sin embargo, esa motivación se mezcló con las demandas federalistas de los Supremos, los caudillos regionales que lideraron el bando antigubernamental. El nombre proviene de que cada caudillo se denominaba Comandante Supremo de su ejército.
Esos caudillos fueron Reyes Patria en Tunja, Juan A. Gutiérrez en Cartagena, Salvador Córdoba en Antioquia, José María Vesga en Mariquita, Tolima, Manuel González en El Socorro y Francisco Carmona en Santa Marta.
Según los expertos, el motivo religioso no fue más que una excusa para que esos caudillos se alzaran en armas. Buena parte de sus partidarios eran terratenientes y dueños de esclavos. Por ello, consideraban que la política liberal del gobierno podía perjudicar sus intereses.
La guerra se extendió muy pronto. La población de Nueva Granada estaba muy insatisfecha y no respondió a los intentos de negociación del presidente Márquez.
Cierre de los conventos
La ley de cierre de conventos tenía ya ocho años cuando el gobierno de Márquez ordenó aplicarla. Tan solo afectaba a los monasterios menores, con menos de 8 frailes. Además, contaba con el apoyo del arzobispo de Bogotá.
De acuerdo a la ley, que iba a afectar a la zona de Pasto, la venta de los bienes obtenidos tras el cierre de los conventos se destinaría a las organizaciones educativas, muchas de ellas religiosas.
Sin embargo, la medida encontró la oposición del padre Francisco de la Villota y Barrera, superior del Oratorio de San Felipe Neri. El pueblo de Pasto enseguida se puso del lado del religioso.
La rebelión que estalló fue apoyada por José María Obando. Este se declaró Supremo Director de la guerra y obtuvo el respaldo de la guerrilla del Patía, dirigida por Juan Gregorio Sarria.
Fragmentación del poder
La fragmentación territorial y, por lo tanto, de poder, había sido permanente desde la independencia de Nueva Granada. Ya Simón Bolívar, al crearse la Gran Colombia, había señalado la necesidad de concentrar el poder y debilitar a los caudillos regionales.
Antes de la Guerra de los Supremos, la situación no había cambiado. Los caudillos regionales aprovecharon la excusa religiosa para levantarse contra el gobierno central. Pretendían con ello aumentar su poder, debilitando a los centralistas.
Desarrollo
Tras los primeros levantamientos armados en Pasto, el gobernador Antonio José Chávez intentó llegar a un acuerdo con los rebeldes. El presidente Márquez no respaldó la negociación y envió al general Pedro Alcántara Herrán a acabar con la rebelión.
Antes de responder militarmente, ofreció a los insurrectos el indulto. La respuesta fue negativa y declararon su intención de proclamar un estado federal y de independizarse de Bogotá.
Envío de más tropas
El gobierno decidió entonces enviar más tropas. Al mando de esta nombró al general Tomás Cipriano de Mosquera, secretario de Guerra y Marina.
Los sublevados continuaron con sus ataques. Mosquera y Alcántara Herrán pidieron ayuda al presidente de Ecuador, que respondió enviando 2.000 soldados a Nueva Granada.
Juicio a Obando
La victoria de Alcántara Herrán sobre los sublevados de Pasto en la batalla de Buesaco, ocurrida el 31 de agosto de 1839, hizo pensar a los progubernamentales que la revuelta había sido derrotada. Durante la persecución de los rebeldes huidos, los soldados detuvieron a José Eraso, un antiguo partidario de Obando.
Este exguerrillero era famoso porque Antonio José de Sucre había dormido en su casa la noche anterior a su asesinato, producido en 1830. Eraso era una especie de doble agente, ya que se decía partidario del gobierno a la vez que informaba a los rebeldes sobre los movimientos de las tropas oficialistas.
Al ser capturado, Eraso pensó que su detención se debía a su participación en el asesinato de Sucre y confesó ser su autor. Lo que complicó la situación fue que señaló a José María Obando como autor intelectual del crimen. Un juez de Pasto dictó una orden de captura contra Obando, entonces el candidato con más opciones para las siguientes elecciones.
Obando, al enterarse, se dirigió a Pasto con el objetivo de entregarse y afrontar el juicio. Los historiadores dudan si todo fue un montaje de Márquez para acabar con las opciones presidenciales de su rival o si realmente era culpable.
Levantamiento de Obando
Aunque al principio estaba dispuesto a someterse a juicio, Obando cambió de opinión en enero de 1840. El general, al sentirse excluido de las decisiones del gobierno y acusado de la muerte de Sucre, se levantó en armas en Cauca y Pasto. Allí, se proclamó Supremo director de la guerra y afirmó que se rebelaba para defender la religión y el federalismo.
La rebelión de Obando contagió pronto a algunos caudillos regionales que se consideraban perjudicados por el centralismo del gobierno de Bogotá. Durante los meses siguientes, se repitieron insurrecciones armadas comandadas por líderes regionales, los denominados Supremos.
Estos caudillos atacaron a las tropas gubernamentales en diversos lugares. Como Obando, afirmaron hacerlo por lo ocurrido con los monasterios en Pasto. Además, el apoyo de las tropas de Ecuador a la causa del gobierno solo aumentó los partidarios de los insurrectos.
La situación del presidente Márquez se tornó insostenible. La prensa lo atacaba de manera despiadada. La muerte de Francisco de Paula Santander, jefe de los liberales, hizo crecer la tensión. Finalmente, Márquez se vio obligado a renunciar.
Domingo Caicedo
De manera provisional, Márquez fue sustituido por el general Domingo Caicedo. Este trató de calmar a los partidarios de cada bando, sin éxito. Los seguidores de Santander pedían cambios en la administración y las revueltas siguieron produciéndose en varias provincias.
Para finales de 1840, el gobierno había perdido buena parte del territorio. Solo Bogotá, Neiva, Buenaventura y Chocó seguían prestándole apoyo, frente a 19 provincias rebeldes.
El momento que cambió el resultado final de la guerra se produjo cuando el Supremo de la provincia de Socorro estuvo a punto de tomar Bogotá con sus 2.500 hombres. La capital estaba prácticamente sin defensas y solo la intervención del héroe de la independencia, Juan José Neira, consiguió detener la ofensiva.
En esos momentos, el gobierno confió todas sus fuerzas militares a los generales Pedro Alcántara Herrán y Tomás Cipriano de Mosquera. A ellos se unieron los antiguos bolivarianos y los liberales moderados.
Nuevo presidente
En marzo de 1841 acabó el periodo presidencial de Márquez. El elegido para ocupar el cargo fue Alcántara Herrán, quien en un principio rechazó el nombramiento. Sin embargo, su renuncia no fue aceptada por el Congreso.
El nuevo gobierno reorganizó sus tropas para tratar de acabar con los Supremos. Para ello, dividió el ejército en cuatro divisiones. La primera, al mando de Mosquera, fue destinada al Cauca, y fue la que protagonizó las victorias más importantes de la guerra.
Derrotas de Obando
Tras meses de guerra, Mosquera había conseguido derrotar completamente a Obando, quien trató de huir a Perú y solicitar asilo político.
Alcántara Herrán se puso al frente de las tropas para dirigirse al norte del país. Su primer objetivo fue tomar Ocaña, lo que consiguió el 8 de septiembre de 1841. Después, recuperó Puerto Nacional y las ciudades cercanas.
Fin de la guerra
La derrota en Ocaña, además de las acaecidas en otras regiones, hicieron que la guerra se inclinase a favor del gobierno central. Los Supremos se entregaron a la justicia y reconocieron la autoridad de Bogotá.
De manera oficial, los historiadores fechan el final de la Guerra de los Supremos el día 29 de enero de 1842. Una semana después, el presidente Alcántara Herrán amnistió a todos los involucrados en el conflicto.
Consecuencias
- Los expertos señalan varias consecuencias directas de la guerra civil en Nueva Granada. La primera, el enfrentamiento entre los caudillos provinciales y el poder central, sin que ninguno de los bandos tuviera la fuerza suficiente para imponerse totalmente. Esta situación continuó produciéndose durante muchos años.
- Otra de las consecuencias fue la formación de dos corrientes políticas muy definidas. Por una parte, el santanderismo, que acabaría dando origen al Partido Liberal. Por otra, la corriente bolivariana, de ideología conservadora. A esta última tendencia se unió la Iglesia católica, muy poderosa en el país.
- Por último, la Guerra de los Supremos generó muchos odios y ánimos de venganza, poniendo las bases para nuevos conflictos.
- Tras la decepcionante presidencia de Márquez, el país no volvió a contar con un mandatario civil hasta 1857. Todos los presidentes durante ese periodo fueron militares.
- Al finalizar la guerra, el gobierno comenzó a trabajar en una nueva constitución que pudiera evitar nuevos enfrentamientos. El resultado fue la Constitución Política de la República de Nueva Granada de 1843, vigente hasta 1853. Esta Carta Magna fortalecía el poder presidencial. El objetivo era dotarlo de mecanismos suficientes para poder mantener el orden en todo el territorio y disminuir la influencia de los caudillos regionales.
- El centralismo se impuso como sistema de organización del país, restando autonomía a las provincias.
Referencias
- Gutiérrez Cely, E. Márquez y la guerra de los supremos. Recuperado de banrepcultural.org.
- Grupo de investigación Paz/Conflicto. Guerra de los Supremos. Recuperado de colombiasiglo19.