Entre las leyendas de Guerrero más destacadas se encuentran la mujer del candil, el gusano de oro, el día del encanto, el agua colorada, el cerro de Chilpancingo y la mulata. Estas leyendas se caracterizan por representar la forma de ver el mundo de los habitantes de Guerrero.
Las leyendas son historias que se transmiten de generación en generación y, por tanto, constituyen la cosmovisión particular de los pueblos.
Usualmente, las personas vinculan los hechos que se pueden considerar reales con los espirituales. Los territorios de Guerrero, según su mitología, son sagrados, ya que allí nacen sus dioses. También dicen que en esos espacios se encuentran tesoros producto de la naturaleza.
Por su parte, la gente común considera que los seres inanimados de esas tierras tienen vida. En este contexto, nativos de la región han dado fe de que en algunas cuevas ubicadas en montículos de la población residen figuras amorfas.
Estas figuras, mitológicamente hablando, son el motor de los hechos asombrosos que acontecen en la provincia. Este es un aspecto esencial, porque de ahí emana el imaginario colectivo, donde las leyendas y mitos se actualizan constantemente en la realidad. La ubicación de Guerrero también contribuyó en la construcción del imaginario.
Guerrero se sitúa en el área suroeste de México. Limita al norte con Morelos y Puebla, al suroeste con el océano Pacífico, al sureste con Oaxaca y al noreste con el río Balsas. Es un territorio rodeado de sierras, colinas y lagunas.
Su estructura y relieve son el escenario perfecto para el desarrollo de fábulas que fundamentan tanto la historia mexicana como los pensamientos de sus habitantes.
10 leyendas muy curiosas de Guerrero
El agua colorada
Se cuenta que en la población Costa Chica, localizada al sur de México, fue donde se le otorgó el nombre a la flor de Jamaica a través de un concurso que realizaron los habitantes de la región. Debido al calor, las personas decidieron hacer una bebida a base de flores.
Cada hogar debía presentar un brebaje y los jefes de familia se reunieron con el fin de seleccionar cuál estaba mejor elaborado. El día de la elección, la mayoría de los hombres votaron por el agua colorada.
Sin embargo, nadie conocía el nombre de la flor. Por esa razón se realizó un consejo que tuvo como finalidad dar nombre a la planta. Llamaron a la flor Jamaica, debido a su color, propiedades medicinales y sabor. Desde entonces muchos agricultores se dedicaron al cultivo y producción de la semilla.
Los chaneques
Una de las leyendas que prevalece en la región de Guerrero es la existencia de entes llamados chanes o chaneques. Los habitantes afirman que estos espíritus viven en los ríos y tienen la función de purificar el agua que se encuentra en el subsuelo de los manantiales.
Estos seres elementales son amorfos y de baja estatura. Por ese motivo suelen adquirir la forma de niños o adultos pequeños.
Se caracterizan por sus actos malignos o juguetones, ya que a veces atacan a la gente que pretende bañarse u obtener agua de alguna laguna.
También detestan los ruidos fuertes al oscurecer, puesto que descansan por las noches. De modo general, no intervienen en la vida de los habitantes, que afirman que gracias a ellos se evitan los males que posee el agua no filtrada.
El cerro de Chilpancingo
Las colinas en la cultura mexicana destacan por ser el espacio en donde los dioses y los hombres pueden socializar. Así se trata al cerro de Chilpancingo.
Según los lugareños, en ese lugar cada 24 de junio a la medianoche se abre un portal que comunica al ser elegido con el mundo de la divinidad.
Se dice que aquel mundo es similar a una feria, pero solo es seleccionada la persona de corazón honesto. No obstante, cuando retorna a su realidad, ya esta no existe, porque los años han pasado.
Como obsequio por su visita, los dioses le suelen entregar al afortunado la eterna juventud y numerosas monedas de oro para su subsistencia.
Ácatl y Quiáhuitl
Ácatl era el heredero de una tribu nómada, cuyo padre había despojado de sus tierras al pueblo yope. Antes de cumplir su labor —proteger el templo de Quetzalcóatl—, el príncipe se marchó en busca de una esposa que fuese la guía del hogar y del santuario.
Después de peregrinar, Ácatl se cruzó con Quiáhuitl de quien se enamoró, pero su propuesta de matrimonio fue rechazada por el padre de la doncella, ya que el príncipe era hijo del hombre que le usurpó sus derechos. El rey yope no se conformó con maldecir a Ácatl, sino que invocó a los dioses para hechizarlo.
Debido al encantamiento, Ácatl se derritió hasta convertirse en un charco de lodo del cual brotó un sinfín de carrizos o cañas. En cambio, Quiáhuitl se transformó en una nube que se arrojó en el lodazal en forma de tromba, uniéndose a su amor.
Lo relevante de esta leyenda es que de ella se originó el término Acapulco, que procede de la unión de Ácatl y Quiáhuitl, que podría traducirse como las cañas destruidas en el cieno.
La mujer del candil
A principios del siglo XX una mujer ahorró sus monedas de oro con el fin de conocer al papa en Roma. Se cuenta que partió a las cuatro de la mañana y, como no había transporte en la costa, caminó cerca de la playa con la orientación de un candil de petróleo.
Llevaba una hora caminando cuando unos hombres la asesinaron para quitarle su dinero. A partir de ese momento se percibe una luz flotando entre Carrizal y Mitla, y se comenta que es la mujer del candil que continúa su recorrido.
La mulata
En Taxco, Álvaro, el hijo de una familia acomodada, le confesó su amor a la doncella que hacía los quehaceres del hogar, pero sus progenitores no aceptaron la idea y le solicitaron a Felisa que abandonara el trabajo.
La mulata se marchó hacia la colina y se sumergió en medio del cauce de un río, donde se fue hundiendo lentamente.
Cuando Álvaro conoció la verdad sobre lo ocurrido con Felisa, optó por seguir el mismo camino. Por ello, cuentan que las noches sin luna se perciben dos siluetas entrelazadas que deambulan por la sierra, y que son la alegoría de una irrealizable pasión.
La laguna de Tuxpan
Por la magnitud de las lluvias, los habitantes de Tuxpan decidieron trasladarse hacia las montañas. Desde ahí observaron cómo su aldea, que era escasa en lagunas, naufragaba bajo las precipitaciones, pero hubo un sacerdote que no quiso irse de la región porque confiaba que el evento cesaría rápido.
La esperanza lo traicionó y cuando procuró retirarse no pudo hacerlo, porque su avanzada edad se lo impedía. Sin embargo, un grupo de hombres logró rescatarlo, aunque todas las edificaciones se inundaron.
En la actualidad, y en los meses de sequía, algunas veces puede apreciarse una cruz en el lugar donde vivía el clérigo.
El gusano de oro
Cierto día que Otoniel cultivaba en Teloloapan, se encontró con un gusano de oro, que le prometió entregarle monedas de oro si lo alimentaba.
Después de un tiempo, el campesino poseía una gran riqueza. Este hecho despertó los celos de su hermano Alejandro, quien embriagó al labrador y le hizo confesar cuál era la fuente de su fortuna.
Cegado por la ambición, Alejandro se apoderó del gusano, pero para su sorpresa el animal no colocó ninguna moneda, pues se había convertido en un bejuco cercado por rocas.
Explica la leyenda que el gusano de oro solo se aparece a las personas nobles y repudia a los codiciosos y ególatras.
El chamuco bebito
Cuenta la historia que don José se negaba a creer en la existencia de un ser maligno que aparecía en el pueblo. Justificaba su idea diciendo que esos relatos los creaban las señoras sin oficio, y que si el demonio se presentaba ante él, solo le mostraría los dientes.
Luego de salir de la cantina, el aldeano percibió un bulto que no dejaba de moverse ni llorar. Cuando se acercó notó que era un bebé, lo agarró e insultó a las madres despreocupadas.
Sin embargo, las mantas se volvían más pesadas, hasta que surgió de su interior una sombra deforme que exhibía sus dientes. Desde ese instante, José perdió la cordura y falleció.
El día del encanto
Al inicio del siglo XX un comerciante que trasladaba su mercancía desapareció en la sierra de Zumpango.
Sus familiares lo buscaron durante muchos años, hasta que una tarde llegó a la puerta de su casa y le impactó que todo hubiese cambiado: el terreno, la decoración, su esposa era una mujer mayor y sus hijos —a quienes solo había visto como niños— estaban casados.
Lo impresionante era que, aparentemente, el comerciante tenía 23 años. Para él no transcurrió el tiempo. Contó que, para acortar camino, continuó por una carretera luminosa que surge cerca de la colina cada 25 de julio.
Referencias
- Aguayo, A. Stories´s Guerrero state. Recuperado de relatoscanon.org.
- Alcocer, M. El imaginario americano. Recuperado de boletinespublicados.org.
- Rasgos culturales del estado Guerrero. Recuperado de publicaciónmexico.mx.
- Tradición religiosa mesoamericana. Recuperado de unam.edu.mx.
- Speckman, E. Myths and legends. Recuperado de colmexguerrero.net.