Al hablar de Nueva España y sus relaciones con el mundo se alude a la estructura comercial que instauró España luego de colonizar los territorios de América. El Imperio español quiso proteger sus colonias a través de la aplicación de restricciones vinculadas con el comercio y la navegación.
Las rutas marinas eran controladas por España, que promovió relaciones comerciales con diversas naciones europeas como Francia, Reino Unido, Alemania e Italia, pero restringió fuertemente las vías de comercio, para asegurar y mantener su monopolio en América.
Mediante estas acciones, España logró mantener el monopolio comercial en la zona del Nuevo Mundo. Sin embargo, a largo plazo resultó una estrategia errada para el país, que trajo consecuencias negativas para el desarrollo de sus procesos de producción.
Esto se explica porque España terminó dependiendo en gran medida de los recursos que obtenía de América, mientras que las demás naciones europeas se embarcaron en proyectos de manufactura que contribuyeron al desarrollo económico de esos países.
La participación de España en el mercado mundial fue como compradora en lugar de ser como productora, y esto significó un atraso en su desarrollo en el ámbito industrial.
Antecedentes
Una vez descubierto el Nuevo Mundo, comenzó a desarrollarse un comercio más o menos libre e irregular entre este y España. Aún no se tenía conciencia de la relevancia de la actividad comercial y a las rutas no se les sacaba todo el provecho posible.
En esa época, a comienzos del siglo XVI, hubo muchos ataques a barcos y muchos naufragios, pues la navegación no estaba bajo ninguna regulación y podía ser peligrosa.
Regulaciones
A raíz de estos acontecimientos, en 1561 se promulgaron normas que regulaban la navegación. Entre las consideraciones destacaba la obligación de armar las flotas, una regulación con relación al tamaño de los barcos y la utilización de buques de guerra con el objetivo de escoltar las mercancías trasladadas.
El sistema de regulaciones se hizo más sofisticado con el pasar del tiempo y se crearon dos flotas principales: una que hacía la ruta Veracruz-Sevilla y otra que llegaba a Panamá. Estas flotas se mantuvieron en funcionamiento hasta el siglo XVIII.
En 1778 hubo un ajuste en la situación comercial y se promulgó el Reglamento de Libre Comercio de América, a través del cual se clausuraron las flotas, y era el Consejo de Indias (a través de la Casa de Contratación) el que decidía cuál flota salía y cuándo lo hacía.
Esto implicó una limitación al comercio que perjudicó fuertemente a los habitantes de América, a quienes en muchas ocasiones no les abastecían regularmente para generar escasez y poder elevar los precios.
Barcos españoles
Otro elemento estipulado en la nueva regulación indicaba que todos los barcos de las flotas debían ser españoles.
Además, las mercancías eran examinadas con detalle cuando partían y cuando llegaban al puerto. Entre otras cosas, se verificaba la nacionalidad de los navieros así como el estado en el que estaban los barcos.
Todas estas limitaciones eventualmente jugaron en contra de España, que se vio cada vez más dependiente de las riquezas de América y no mantuvo el foco en desarrollarse como productor en el ámbito industrial.
Principales rutas
El comercio entre España y América puso a Sevilla en un lugar privilegiado. Si bien este puerto ya tenía relevancia antes del descubrimiento del Nuevo Mundo, fue después que Sevilla obtuvo mucha más importancia en el ámbito comercial gracias a su puerto.
La razón de haber escogido a Sevilla como puerto principal fue su ubicación, más protegida que otros puertos de la zona. Se trataba de un puerto interior localizado a unos 100 kilómetros del mar, distancia que lo protegía de posibles ataques piratas o embestidas perpetradas por otras naciones.
A esta ubicación estratégica se suma el hecho de que la tradición de Sevilla como puerto se remonta a épocas antiguas, así que esta zona contaba con la experiencia requerida para llevar a cabo procesos comerciales de este naturaleza.
Sin embargo, a pesar de las muchas ventajas del puerto de Sevilla, también existieron inconvenientes generados por la naturaleza de la ruta.
Por ejemplo, los últimos metros de la vía eran escabrosos y con poca profundidad, razón por la cual no era posible que transitaran por allí barcos de más de 400 toneladas. A consecuencia de ello, muchos barcos naufragaron en su intento de ingresar al puerto.
Ruta de Urdaneta o del Pacífico
Esta vía también se denominó el tornaviaje, y fue descubierta por el militar y marinero Andrés de Urdaneta por encargo de Felipe II.
A través de esta ruta, que atravesaba el océano Pacífico, se unieron Asia y América, pues la conexión se hizo entre el Nuevo Mundo y Filipinas.
La operación se realizó de incógnito debido a que estas acciones contradecían el Tratado de Tordesillas, a través del cual España y Portugal se habían repartido los territorios de América.
La flota que transitaba por la ruta de Urdaneta se denominó Galeón de Manila y el principal producto de intercambio español fue la plata, que era cambiada por productos de elaboración oriental.
Esta vía de comercio fue tan importante que se mantuvo vigente durante dos siglos, cuando aparecieron los barcos a vapor.
Ruta Veracruz-Sevilla o del Atlántico
Los galeones salían desde el golfo de México y transportaban productos varios, entre los que destacaban el oro, la plata, las gemas preciosas, el cacao y las especias.
El conjunto de barcos que desarrolló estos viajes se denominó Flota de Nueva España. Principalmente partían de Veracruz, aunque también cargaban desde Honduras, Cuba, Panamá y La Española. En su camino hacia España, atravesaban las islas Bermudas y las Azores.
Ruta Sevilla-Portobello
El puerto al que llegaban los barcos se llamaba Nombre de Dios y estaba ubicado en el istmo de Panamá. La Flota de los Galeones de Tierra Firme era la encargada de transitar por esta vía.
Ruta Acapulco-España
Por medio de esta ruta se atravesaba todo el istmo de Panamá, luego los barcos pasaban por la capital de Cuba y desde allí se embarcaban directamente a España.
Principales actividades
Las actividades principales llevadas a cabo entre Nueva España y el resto del mundo se basaban en la comercialización de diversos productos, que servían para abastecer al Imperio español, a los habitantes de América y a otros países con los que España tuvo relación comercial, tanto en Europa como en otros continentes.
Comercio de plata
La minería fue una actividad bastante desarrollada, dado que las nuevas tierras eran ricas en diversos minerales de gran valor.
España dependía fuertemente de los metales americanos, en especial de la plata y el oro. Según información del historiador francés Pierre Chaunu, se calcula que entre 1503 y 1660 España extrajo del Nuevo Mundo 25 millones de kilos de plata y 300.000 kilos de oro.
La plata también fue un elemento bastante comercializado con otras naciones. Por ejemplo, Filipinas era un asiduo comprador de plata, y desde ese país se distribuía a otras naciones como India o China.
Gracias a la plata de América, España logró aumentar su poder económico y militar, puesto que pudo convertirse en una potencia importante al estimular el comercio internacional.
Comercio de productos orientales
A través de la ruta de Urdaneta se logró vincular Asia con América. Entre estas regiones comenzó una relación comercial por medio de la que se trasladaban objetos asiáticos desde Filipinas, Japón, China, Camboya e India, entre otros países, hasta Nueva España.
En principio, el destino final de mucha de la mercancía era España, pero eventualmente Nueva España tuvo tal capacidad de pago que la mayoría de los objetos exportados permanecían en tierras americanas.
Desde Asia llegaban a Nueva España productos como seda, porcelanas, muebles, telas hechas con algodón, bebidas filipinas y ceras, entre otros objetos. También hubo comercialización de esclavos asiáticos, denominados “indios chinos”.
Todos estos elementos se intercambiaban por metales preciosos (especialmente plata, lingotes de oro y plomo), cacao, vinagre, cuero, vainilla, tintes y otros productos. Oriente también recibía alimentos, como frijoles y maíz, ampliamente producidos en América.
Restricción del comercio
En este contexto de intercambio, España llevó a cabo una serie de acciones para restringir el comercio y proteger su monopolio.
Una de esas acciones fue la construcción de grandes murallas y fuertes en los alrededores de Campeche y Veracruz, zonas muy vulnerables por ser principales puntos de embarco y desembarco de productos destinados al comercio exterior.
Otra limitación importante fue establecer que solo los españoles podían comercializar con Filipinas, de forma de mantener para sí el beneficio de esta ruta comercial.
Estas restricciones no fueron suficientes, pues la demanda de estos productos en otros países fue incrementándose con el tiempo, así que se crearon vías de contrabando con las que fue posible abrir el mercado comercial.
Referencias
- Rutas marítimas. Recuperado de loscaminosdelaplata.com.
- El puerto de Sevilla en el siglo XVI. Recuperado de us.es.
- Economía novohispana. Comercio exterior. Recuperado de portalacademico.cch.unam.mx.