¿Quién fue Oswaldo Guayasamín?
Oswaldo Guayasamín (1919-1999) fue uno de los artistas ecuatorianos más importantes de América Latina, cuya obra ha sido expuesta en las salas más destacadas del mundo. Plasmó un profundo sentido indigenista con una postura ideológica y pictórica característica del continente americano: el realismo social.
Nacido en Quito y formado bajo los cánones tradicionales del arte, Guayasamín rompió con los esquemas para plasmar la realidad de los pueblos autóctonos de Latinoamérica que padecieron la opresión, así como los embates de la colonia y el mestizaje.
De estilo expresionista, las creaciones de este artista ecuatoriano se nutrieron de los muralistas mexicanos en cuanto a la expresividad, el uso del color y la fuerza que transmiten, para dejarle al observador la sensación de la energía vital de su protesta.
Además de esa esencia indigenista, su obra también tuvo rasgos cubistas, sin perder la capacidad figurativa de mostrar una realidad de la violencia que denunciaba.
Biografía de Oswaldo Guayasamín
Oswaldo Guayasamín nació en Quito el 6 de julio de 1919 y fue el hermano mayor de una familia de diez. Su padre, José Miguel Guayasamín, era quechua, mientras que su madre, Dolores Calero, era mestiza.
Desde muy pequeño demostró su afición a la pintura al realizar caricaturas de sus compañeros de clases y al elaborar los carteles de la tienda que su madre regentaba. Además, pintaba cuadros en pedazos de cartón que vendía a los turistas para poder pagar sus estudios.
A pesar de la firme oposición de su padre, el joven Guayasamín se inscribió en la Escuela de Bellas Artes de Ecuador, de la cual salió egresado como pintor y escultor en 1941, recibiendo además el reconocimiento de ser el mejor alumno de su promoción.
Tan solo un año después de graduarse logró realizar su primera exposición en la capital ecuatoriana. Esta muestra estuvo marcada por la denuncia social, por lo que ocasionó un gran revuelo entre los asistentes y la crítica de la época.
Con ese estilo particular, el joven Guayasamín logró cautivar a Nelson Rockefeller, quien le compró varios cuadros y lo respaldó en su futuro.
Internacionalización
Después de esa polémica exposición y con el apoyo de Rockefeller, Guayasamín se trasladó a Estados Unidos, donde también expuso sus cuadros. Durante los 7 meses de su estadía visitó todos los museos que pudo para entrar en contacto directo con el trabajo de El Greco, Goya, Velásquez y el de los muralistas mexicanos Diego Rivera y José Clemente Orozco.
Con el dinero que logró hacer viajó a México para conocer a este último muralista, quien impactado por su talento le permitió ser su ayudante. En esta visita también conoció a Diego Rivera, y de ambos aprendió la técnica de pintar al fresco. En México se hizo amigo de Pablo Neruda.
En 1945 realizó un viaje trascendental: desde México hasta la Patagonia. En esta travesía recorrió cada ciudad y cada pueblo para tomar apuntes y dibujos de lo que fue su primera serie de 103 cuadros, denominada Huacayñan, que en quechua significa “El camino del llanto”, cuya temática es sobre el negro, el indio y el mestizo.
De esta manera, toda su obra comenzó a girar sobre el tema indigenista, sobre la opresión y la violencia de la que fueron víctimas los pueblos autóctonos. El monumental trabajo El camino del llanto fue realizado gracias al apoyo que le brindó la Casa de la Cultura.
Esta serie fue expuesta por primera vez en Quito en 1952, en el Museo de Arte Colonial, y en el mismo año en Washington y en Barcelona (España), durante la III Bienal Hispanoamérica de Arte. En este último evento se le otorgó el Gran Premio de Pintura.
Presencia en grandes construcciones
Además de tener monumentales exposiciones en los principales museos del mundo, la obra de Guayasamín también está presente en grandes construcciones.
Por ejemplo, un mural de mosaico de cristal veneciano está desde 1954 en el Centro Simón Bolívar en Caracas, el cual recibe el nombre de Homenaje al hombre americano.
Para su país natal realizó dos impresionantes murales en 1958. El primero es El descubrimiento del río Amazonas, también elaborado en mosaico veneciano, que está en el Palacio de Gobierno de Quito. El otro fue realizado para la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Ecuador que recibe el nombre de Historia del hombre y la cultura.
En 1982 se inauguró en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, un mural de más de 120 metros que Guayasamín pintó con polvo de mármol y acrílicos. Esta monumental obra tiene dos partes: una está dedicada a España y la otra a América.
Su obra también está presente en la sede de la Unesco en París y en Sao Paulo. También sus monumentos engalanan Ecuador: A la patria joven está en Guayaquil y A la resistencia en Quito.
Principales reconocimientos y fallecimiento
Gracias a su prolífica obra, a su carácter de denuncia social y a su trascendencia universal, Guayasamín recibió numerosos premios y reconocimientos a su trayectoria.
Su obra ha sido reconocida en el mundo entero a raíz de que en 1957 recibió el Premio Mejor Pintor de Suramérica, que le concedió la Bienal de Sao Paulo, de Brasil. Esto marcó la consolidación de su internacionalización.
En 1976, creó junto con sus hijos la Fundación Guayasamín, para donar al Ecuador su patrimonio artístico. A través de esta fundación pudo organizar tres museos: Arte Precolombino, Arte Colonia y Arte Contemporáneo.
Fue nombrado miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en España y miembro de honor de la Academia de Artes de Italia. También fue nombrado vicepresidente y luego presidente de la Casa de la Cultura de Quito en 1973.
Además, fue el primer artista latinoamericano que recibió una condecoración del gobierno de Francia. Esto ocurrió en 1974.
Falleció el 10 de marzo de 1999 sin culminar su más grande obra, La capilla del hombre, que fue concebida como un homenaje a la humanidad, particularmente al pueblo latinoamericano. Se trata de un museo de arte edificado en Quito que pretende reunir el arte latinoamericano desde México hasta la Patagonia.
La primera fase de espacio monumental arquitectónico se inauguró en 2002. La Unesco lo declaró como “prioritario para la cultura”, por lo que ha recibido numerosos aportes de otros Estados y de otros artistas destacados en el ámbito mundial.
Obras
La producción de Guayasamín está marcada desde sus inicios por su profundo espíritu indigenista, cargado de un alto contenido de denuncia social. Pudo romper los cánones tradicionales y convertirse en uno de los más acérrimos defensores de los pueblos autóctonos latinoamericanos.
Para desarrollar su estilo personal bebió del influjo de los muralistas mexicanos, en particular de su maestro Orozco. También fue ferviente expositor del expresionismo, lo que le otorgó a toda su creación un corte humanista al reflejar el dolor y el sufrimiento que padece buena parte de la humanidad.
De esta manera, la obra de Guayasamín se inscribe en el expresionismo, donde importa más la realidad expresiva sin ocuparse de la realidad externa, sino más bien en las emociones que despierta en el observador.
Por esto, él afirmaba que “mi pintura es para herir, para arañar y golpear en el corazón de la gente. Para mostrar lo que el hombre hace contra el hombre”. Esto se evidencia particularmente en sus rostros desfigurados y tristes que transmiten con fuerza el dolor del pueblo.
En este sentido, su obra tiene como centro la figura humana, y utilizó colores vibrantes.
A pesar de ir adaptando su obra a las vivencias y técnicas que le dejaba el roce con grandes artistas de la época, mantuvo siempre la expresión del sentimiento humano en su lienzo. Es toda su creación se pueden diferenciar tres edades, que son las siguientes:
El camino del llanto
La Fundación Guayasamín ha logrado recabar algunas de las primeras creaciones del artista, que comenzó a pintar y dibujar a los 7 años. Cuando ingresó a los 12 años en la Escuela de Bellas Artes, cautivó con su virtuosismo a maestros y compañeros. Ya a esa edad comenzó a trabajar la temática social que posteriormente marcó toda su carrera.
Lo que se considera como su primera etapa es la que se denomina como su primer seriado: El camino del llanto.
Esta etapa transcurre entre 1945 y 1952, y se concentra mayormente en el viaje que realizó junto a sus amistades por toda Lationamérica.
Gracias a los apuntes y dibujos que realizó durante la travesía, legó al mundo Huacayñan, o El camino del llanto, su primera serie de 103 cuadros en los que plasma el problema de indios, negros y mestizos a través de arquetipos universales que aparecen en escenarios con simbología ancestral, como la luna, el sol y los montes.
Con toda su carga simbólica universal, este seriado fue el que le dio un lugar en las artes mundiales.
La edad de la ira
En esta etapa, que desarrolló durante la década del 60, Guayasamín demostró que el contenido estético no es lo importante sino el contenido social, el mensaje de un hombre contra la opresión, la violencia y el sufrimiento.
El origen de esta denuncia se remonta a cuando en su juventud un amigo de la infancia fue asesinado por la represión en Quito. A partir de allí el artista emprendió su cruzada de retratar la violencia del hombre contra el hombre, para dejar un mensaje de rebeldía y luchar contra la enajenación.
Esta rebeldía se pone de manifiesto en los ojos de sus figuras. Todas tienen un rictus de dolor pese a la serenidad que demuestran, y sus manos parecen reclamar. Todo esto se refleja con unos enormes trazos verticales que resultan sumamente expresivos.
Con este trabajo, Guayasamín sacudió al mundo al poner en evidencia toda la crueldad humana durante el siglo XX. Por esto logró exponer en las principales ciudades occidentales del mundo, causando revuelo tanto en la crítica como en la colectividad.
De la ternura
Este ciclo lo inició en la década de los 80 como un homenaje a su madre, figura trascendental en su vida a quien le declaró su amor y agradecimiento por apoyarlo siempre.
Este seriado marca un cambio en el trabajo del artista, sin que esto signifique que las figuras, ahora más serenas, perdieran en alguna medida su mensaje de denuncia y crítica.
La edad de la ternura, o Mientras viva siempre te recuerdo, está compuesta por 100 obras cuyo centro es un homenaje a su madre. De hecho, hace referencia en general a la figura materna, incluyendo a la Madre Tierra.
Este conjunto también se considera un canto a los derechos humanos. Se trata de la última obra que le ocupó, desde 1988 hasta 1999.
Por su peculiar estilo estético, pero sobre todo por su temática centrada en la denuncia social, Guayasamín logró traspasar las fronteras de su Ecuador natal y ocupar un sitial de honor en las artes universales.
Algunas de sus obras:
- El presidente (1967).
- Homenaje a Tania N° 1 (1969).
- Cabeza (c. 1970).
- Napalm (1976).
- Los torturados (1977).
- Ternura (1978).
- Niña llorando (1980).
- El llanto (1983).
- Madre e hijo (1984).
- Lágrimas negras II (1984).
- Dos cabezas (1987).
- Quito de la nube negra (1987).
- Cabeza y mano (1987).
- Madre y niño (1987).
- Rosa Zárate, flor decapitada (1987).
- Ternura (1989).
- Flores secas (1994).
- Cabeza de niña con fondo azul (1995).
- Autorretrato (1996).
- Rigoberta Menchú (1996).
Referencias
- Biografía. Recuperado de capilladelhombre.com.
- Buitrón, G. Oswaldo Guayasamín. Recuperado de palermo.edu.