¿Qué es la psicología inversa?
La psicología inversa es una técnica que consiste en hacer que una persona haga algo pidiéndole lo contrario. Por ejemplo, se le dice a un niño desobediente que no ordene su cuarto con la intención de que lo ordene.
Esta técnica se basa en el fenómeno psicológico de reactancia, en la que una persona se niega a ser persuadida y elige la opción contraria a la que se le sugiere. Se suele utilizar en niños debido a su tendencia a responder con reactancia, un deseo de restaurar la libertad de acción.
Principios psicológicos
El éxito de la psicología inversa radica en lo que se conoce como resistencia psicológica, es decir, en la dificultad que ponemos para hacer algo que nos es impuesto o que nos mandan, y que interfiere en nuestra autonomía o libertad.
De este modo, si empleamos la psicología inversa y cambiamos el contenido del mensaje y el estilo comunicativo, la persona puede modificar su actitud ante la conducta latente que debe o no debe realizar.
Esta técnica no funciona siempre ni debe usarse ante cualquier situación, pues también puede producir efectos negativos. Asimismo, puede resultar algo criticable por tratarse de una técnica que puede involucrar cierta manipulación.
No obstante, mucha gente la utiliza hoy en día con niños y adultos, y puede resultar una estrategia comunicativa eficaz si se efectúa de forma adecuada.
¿Cómo aplicar la psicología inversa?
Analizar a la persona
Antes de emplear la psicología inversa, hay que tener muy claro que el uso de esta técnica no ofrece una doble oportunidad, y hay que analizar bien a la persona a quien se le quiere aplicar.
Por ejemplo, si al decirle a un joven que estudie para un examen y él no hace caso, se decide usar la psicología inversa y decirle que no estudie, uno no podrá desdecirse de lo que acaba de sugerir, por lo que habrá que mantener el mensaje de que no estudie.
Al aplicarse esta estrategia en un caso en el que no es adecuado hacerlo, lo que se conseguirá es que el joven tenga más motivos para no estudiar ni estímulo que le incite a hacerlo.
Antes de utilizar esta técnica hay que asegurarse de que la razón por la que la persona se niega a hacer una conducta determinada es la dificultad a hacer algo que se impone.
Analizar la relación
Una vez seguros de que existe una cierta resistencia psicológica en los motivos por los que la persona se niega a hacer una actividad determinada, hay que analizar la relación que se tiene con ella, pues desde el momento en que se aplica, la relación entre ambos se verá afectada.
Para hacerlo, es útil analizar qué patrón de comportamiento tiene la persona en cuestión.
Si sabemos que esa persona tiene tendencia a llevar la contraria en todo y a asociar lo que se le pide con obligaciones, directrices y mandamientos, podría ser adecuado utilizar la psicología inversa.
Este hecho sucede muy a menudo con niños y adolescentes, quienes suelen interpretar como una restricción de su autonomía y libertad los mensajes paternos.
En relaciones de este tipo, la psicología inversa puede tener resultado al cambiar el marco de relación, y trasladar la responsabilidad y el poder de decisión al adolescente que se niega a ser gobernado y a que los demás decidan por él.
Sin embargo, este análisis no es tan sencillo. Hay que analizar adecuadamente si la persona (niño o no) a quien se le vaya a aplicar reúne unos requisitos mínimos en los que confiar para poder traspasarle el poder de decisión.
Analizar la conducta
Se debe analizar la conducta que se pretende modificar a través de la psicología inversa. Entre otras cosas, hay que asegurarse de que no existan otras personas que también puedan actuar como barrera psicológica, para que el niño/adolescente opte por elegir la conducta adecuada.
De este modo, si se le dice al hijo que no estudie para que sea él quien decida hacerlo, hay que asegurarse de que no existan otras personas, como familiares, profesores o compañeros, que le sigan diciendo que debe estudiar.
Si esto sucede, seguramente el niño siga teniendo barrera psicológica en la conducta a cambiar, y al utilizar la psicología inversa lo único que se conseguirá es reducir el número de personas que le molestan al decirle que estudie.
Decir lo contrario de lo que se piensa de forma congruente
El mensaje debe ser congruente, y decir lo contrario de lo que se piensa de forma verdadera y firme.
De este modo, si se le dice al joven que no estudie, hay que hacerlo de forma creíble, de tal modo que el niño piense realmente que el mensaje va en serio y que están dejando de obligarle a estudiar.
Vigilar el estilo comunicativo
Otro aspecto relevante es el estilo comunicativo con el que se expresa el contenido de la psicología inversa. De nada sirven los comentarios “muy bien, no estudies”, con tono despectivo, de enfado y reproche.
El objetivo no es decirle que no estudie con el tono de que tiene que hacerlo, sino que hay que expresar la idea de forma tranquila y firme para que se dé cuenta de que a partir de ahora las decisiones respecto a ese tema serán solo suyas.
Evitar discusiones
Cuando se aplica la psicología inversa hay que cumplir dos objetivos para que sea eficaz.
El primero consiste en que la persona a quien se le aplique deje de ver coartada su libertad de decisión respecto a una conducta determinada, y el segundo, en conseguir que esta conducta deje de ser un tema de conflicto y discusión.
Reafirmar la decisión
Una vez aplicada la psicología inversa, hay que mantenerse firme en la decisión para que pueda causar efecto. Suele ser necesario que después de expresar el mensaje, se repita en otras ocasiones para reafirmar la postura.
Asimismo, es importante seguir manteniendo el mismo estilo comunicativo al expresar estas ideas.
Por lo tanto, no se debe utilizar el mensaje de la psicología inversa de la misma forma que el mensaje “original”. Es decir, no repetir constantemente el mensaje “no estudies” como sustituto del mensaje “estudia”.
Ejemplos de psicología inversa
– Dar permiso a jóvenes rebeldes para consumir algunas sustancias. Si sienten que no es una prohibición, muchos optan por ni siquiera probarlas.
– Apostar con los chicos o chicas a que no pueden hacer algo. Por ejemplo: “te apuesto a que no ordenas tu cuarto hoy”. Cuando la reactancia es muy fuerte, los jóvenes suelen hacer lo contrario.
– En la publicidad es común, pues los espectadores y lectores hacen exactamente lo contrario: “no leas esto” suele ser una invitación difícil de obedecer.
– En el mundo del deporte es habitual: los entrenadores retan a los jugadores, y les dicen que no podrán alcanzar las metas, para que lo hagan.
– Cuando una persona quiere seducir a otra, y para hacerse el o la difícil, dice que no tiene tiempo en su agenda, o no contesta llamadas, a pesar de desear hacerlo.
Referencias
- Hamilton, G.G., Woolsey Biggart, N. (1985). Why People Obey. Theoretical Observations on Power and Obedience in Complex Organizations. Sociological Perspectives.
- Turner, J.C. (1987). El análisis de la influencia social. En: J.C. Turner (ed.) (1990). Redescubrir el grupo social.