¿Qué es la uranofobia?
La uranofobia es el miedo irracional a la idea mística de un paraíso o cielo y a no ser merecedores del mismo. Es un temor derivado del miedo a morir y no haber hecho lo suficiente para merecer ascender al cielo.
Esta amenaza latente de que la vida se acabe y no haya nada más, o que lo que siga no sea agradable, se basa en el miedo a lo desconocido.
Por eso, la uranofobia también guarda relación con el temor irracional a lo infinito, al espacio exterior y el cielo físico, por su inmensidad y todo lo que pueda ocultar.
Es una fobia específica según el DSM-V, lo que quiere decir que sus efectos se pueden sentir en cualquier momento de cada día, frente al estímulo específico. Puede resultar altamente discapacitante o limitante para quien la padezca.
Síntomas de la uranofobia
Miedo irracional
La uranofobia se caracteriza por un temor acusado y persistente, excesivo e irracional, que ocurre ante la presencia de situaciones o temas asociados a la muerte, la vida después de la muerte o la inmensidad del espacio exterior.
Este miedo no se puede explicar, y la persona entiende que es injustificado, pero no lo puede controlar.
Respuesta de ansiedad
La exposición al estímulo temido desata siempre, o casi siempre, una respuesta automática de ansiedad. También puede ocurrir un ataque de pánico o crisis de angustia.
La persona también puede llegar a temer estos estímulos por el temor mismo de experimentar la ansiedad o la crisis de angustia. Y ya que uno de los síntomas de la crisis de angustia es el miedo a morir, la misma puede intensificar los efectos de la uranofobia y esta, a su vez, los de la crisis de angustia, en una espiral creciente.
Cuando la persona presenta crisis de angustia constantes ante la presencia de los estímulos fóbicos, se la puede diagnosticar también con Trastorno de Angustia sin Agorafobia, si no presenta síntomas de agorafobia, y con agorafobia si los presenta. La agorafobia puede ocurrir por la relación entre el espacio exterior y los lugares abiertos.
Evitación
La uranofobia lleva al sujeto a realizar conductas de evitación para controlar la ansiedad y el temor. Una de las formas de evitación más común es intentar no dormir, por el temor de no despertar o morir durante el sueño. Esta fobia se puede asociar a distintas formas de insomnio.
También es común que el sujeto evite hablar sobre la muerte, asistir a velorios, mirar al cielo o leer sobre la vida después de la muerte. Estas conductas de evitación, y la ansiedad asociada, reducen la calidad de vida de la persona y afectan sus relaciones interpersonales.
Causas
No existe mucha bibliografía al respecto de las causas de la uranofobia, pero la mayoría está de acuerdo en que pueden afectar situaciones similares a las que ocurren en otras fobias. Por ejemplo, una experiencia traumática pasada, como un accidente, una experiencia cercana a la muerte o una educación religiosa muy estricta.
Es posible también que el afectado, durante su infancia, haya sido amenazado sistemáticamente con ir al infierno o no ganarse el cielo, por conductas de poca relevancia moral, por los padres o tutores escolares o religiosos.
Es posible que haya experimentado la muerte de uno o varios seres queridos en un periodo corto o de mucha vulnerabilidad emocional, o que haya sufrido de una enfermedad fuerte o recibido un procedimiento médico invasivo, que le lleva a pensar que la vida es frágil y en cualquier momento es posible morir.
En otras ocasiones, la fobia puede desarrollarse por aprendizaje o modelado, por ejemplo, cuando un miembro importante de la familia también padece de uranofobia u otra fobia similar, como tanatofobia (miedo a la muerte), tapefobia (miedo a ser enterrado vivo) o estigiofobia (miedo al infierno).
Otra causa es que la persona haya presentado una crisis de angustia inesperada y esto haya desencadenado el temor generalizado a morir o cualquier otra forma de uranofobia. La presencia previa de cualquier otra fobia similar o asociada predispone a la persona a presentar esta fobia específica.
Diagnóstico diferencial
Una de las cosas más difíciles para diagnosticar una fobia específica es que hay muchas y, de entre ellas, las hay con tantas similitudes que resulta fácil confundirlas.
La uranofobia no es una excepción. A continuación, se presenta una lista de fobias que pueden confundirse con uranofobia y sus diferencias.
Eonofobia
La eonofobia es el miedo irracional a la eternidad, tanto a la posibilidad de ser inmortal, como cualquier otra forma de vida eterna (por ejemplo, la vida después de la muerte inherente a muchas religiones). También tiene que ver con temer a la idea misma de eternidad.
Guarda mucha relación con la uranofobia, pero se distingue en que el uranofóbico no teme específicamente vivir para siempre, sino el no hacerlo en el lugar que espera: el paraíso de la religión en que cree. O teme el espacio exterior por su inmensidad, pero no por su característica de ser eterno.
Tanatofobia
La tanatofobia es el miedo irracional a morir o a la muerte. Suele asociarse con la hipocondría, o la creencia de tener enfermedades que no se tienen, y a la necrofobia, que es el miedo irracional a las cosas muertas o asociadas a la muerte (por ejemplo, urnas).
El tanatofóbico también puede temer la muerte de seres queridos.
La uranofobia se distingue de la tanatofobia en que, en la primera, el temor es que la muerte ocurra de forma inesperada o antes de que la persona pueda hacer lo mínimo necesario para ganar el cielo o paraíso.
En la tanatofobia, en cambio, el miedo es simplemente a la idea de la muerte o morir.
Estigiofobia
La estigiofobia es el miedo al infierno, y la hadefobia es el miedo a cometer pecados que le valgan una vida en el infierno. Se pueden asociar a la pecatofobia y la enosiofobia, que son el miedo a pecar y a cometer un pecado imperdonable, respectivamente.
Hay que distinguir estas cuatro fobias en que las primeras dos guardan relación con el temor al infierno, mientras que en la uranofobia el infierno no es temido como tal, sino el no ir al cielo.
Y en la dos últimas, el temor al pecado no deriva del temor a no poder ir al cielo, que es lo que teme el uranofóbico.
Astrofobia
La astrofobia es el miedo irracional al espacio celeste o al cielo nocturno y lleno de estrellas. Y la anablefobia es el miedo a mirar hacia arriba.
La primera se distingue de la uranofobia en que no causa temor lo inmenso del espacio celeste, sino su simple presencia, y la segunda en que la anablefobia está más relacionada con el vértigo.
Son muchas las fobias que guardan similitudes parciales con la uranofobia, y es importante apuntar que si se cumplen los criterios para más de una de ellas hay que entender que ambas están presentes.
De otra forma, hay que decantarse por la que explique de mejor forma el cuadro experimentado por la persona.
Tratamiento
– El tratamiento de la uranofobia puede incluir el consumo de psicofármacos, de acuerdo a la valoración del especialista y la voluntad o interés del paciente. Habitualmente, el consumo de psicofármacos se justifica cuando hay presencia de ataques de pánico o la intensidad de la ansiedad fóbica es muy alta.
– En el campo de la psicoterapia, es común el uso de terapia conductual o cognitiva. En la terapia conductual, el objetivo es exponer a la persona a la situación temida. Pero esto puede hacerse desde distintas aproximaciones. Una de las más utilizadas, por su efectividad y respeto por los ritmos del paciente, es la desensibilización sistemática.
Esta técnica de modificación de conducta consiste en que el paciente se expone progresivamente a niveles más altos de la situación temida, mientras se vuelve menos sensible al temor.
Por lo regular, se inicia con situaciones imaginadas, luego vistas a la distancia y después experimentadas de cerca.
Para esto, el paciente elabora una lista de situaciones en que ocurre su fobia, y las valora de mayor a menor ansiedad. Sobre esta base se realiza la desensibilización.
Por ejemplo, un paciente con uranofobia primero se expondrá a imaginar cómo es el cielo, luego a ver tarjetas con representaciones gráficas del mismo, seguido a hablar del tema, etc.
– La terapia cognitiva pone su énfasis en la reestructuración de pensamientos distorsionados, que causan o sostienen la fobia.
Por ejemplo, la persona puede realizar una abstracción selectiva (ver solo una parte de la realidad), al analizar su conducta dentro de su sistema de fe, lo que le lleva a concluir que es malo.
Otras distorsiones cognitivas que podrían presentarse son el pensamiento polarizado (“nunca lograré ir al cielo”), la sobregeneralización (“hoy fui un mal cristiano, siempre lo soy”), descalificación de lo positivo (“ayudé a ese mendigo, pero no tanto como podía”), catastrofización (“si duermo, puedo morir”), etc.
Como la fobia es irracional, estas distorsiones del pensamiento se mantienen con facilidad. Así pues, es requerida la atención psicoterapéutica para lograr un verdadero resultado positivo.
La autoayuda puede funcionar en casos leves, pero siempre es recomendable la asesoría de un experto para evitar que evolucione negativamente.
Referencias
APA (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 5th Edition.