¿Qué son los valores personales?
Los valores personales son las pautas que definen el comportamiento de las personas, que delimitan y colocan al individuo dentro y fuera de su entorno. Son cualidades que se adquieren a través del desarrollo de las capacidades psicoafectivas tanto individuales como colectivas.
Estos valores están determinados por factores socioculturales, por la crianza específica que haya tenido cada individuo y quizás por una predisposición genética. Se piensa que a través de los valores personales los individuos pueden llevar una existencia coherente entre sus ideas y sus acciones.
Se busca que esta existencia esté orientada al logro de objetivos individuales y que la persona logre convertirse en un factor de cambio, preferiblemente positivo, dentro de su comunidad y su entorno. Tener valores personales sólidos genera el desarrollo de la autodeterminación para enfrentar dificultades y superarlas.
Procesos de socialización
Los procesos de socialización, desde la infancia hasta la adultez, determinan de alguna manera la escala de valores de cada individuo, especialmente la de los valores personales.
Esto es así porque cada persona —generalmente desde el ensayo y el error— irá identificando cuáles son aquellos valores que le facilitan la convivencia y que, además, la impulsan hacia la autorrealización.
La actitud del individuo marca la diferencia ante la posibilidad de lograr o no el éxito de sus propósitos.
Debe construir un sistema de valores y creencias que lo estimulen a subir los peldaños de una escalera que le permitan alcanzar sus metas sin grandes costos emocionales, y garantizando su red de apoyo, al inspirar a otros a valorar el sentido de la oportunidad.
Características de los valores personales
- Perdurables: generalmente, permanecen en el tiempo. Una vez que se consolidan dentro del individuo, difícilmente se pierden porque pasan a ser parte de su personalidad.
- Absolutos: no son divisibles. Es decir, abarcan todo su significado. No son reductibles porque no se puede ejercer un valor a medias.
- Dúctiles: pueden cambiar según la experiencia o la circunstancia y ser movidos de su posición prioritaria por otros. Esta flexibilidad no implica que se puedan manipular a conveniencia.
- Gratificantes: su práctica genera beneficios y satisfacción en el individuo. Por naturaleza, todo ser humano debería de proceder de manera correcta y estar al servicio de sus pares, lo que proporciona una sensación de tranquilidad y paz.
- Orgánicos: los valores personales son armónicos y coherentes con la naturaleza humana.
- Pueden jerarquizarse: su importancia se construye con el paso del tiempo. Los valores principales o prioritarios de un individuo se erigen de acuerdo con las circunstancias y se posicionan según la necesidad de su aplicación. En un momento de la vida, aquellos valores que ocupaban el primer lugar pueden pasar a un segundo plano, debido a que surgen nuevas situaciones que ameritan distintos valores.
- Trascendentes: se extienden dentro de un plano concreto y proveen de significado a la sociedad y la vida del ser humano, dándole sentido lógico y coherente asociado a sus ideas.
- Diferenciadores: perfilan al individuo y lo distinguen de otros en función de sus acciones, las cuales deben corresponder con su esquema de valores.
- Complejos: los valores están subordinados a diversas causas, y su aplicación está sometida a juicios y decisiones que expresan la autenticidad y la intención de los actos.
¿Cómo se forman?
Los valores personales se adquieren cuando se inician los procesos de socialización. En la etapa de la niñez, discernir entre el bien y el mal está sujeto a factores externos.
Es decir, en edades tempranas la familia delimita nuestra concepción de lo que está bien o está mal desde la noción del premio-castigo, por ejemplo: el castigo implica un acto de obediencia y el premio implica satisfacción.
Posteriormente, en otros ámbitos, como la escuela, el orden social está regido por leyes y normas. El respeto a la autoridad, la búsqueda de aprobación y la identificación de los deberes, derechos individuales y colectivos son indispensables para formar parte activa de esa comunidad.
La deontología y la ética
Desde un punto de vista deontológico, los deberes internos del individuo sobre sus acciones —tanto las permitidas como las que no lo están— serán dictadas por su conciencia en la medida que este vaya cimentando su escala de valores personales en función de la ética.
La ética corresponde al valor por antonomasia y establece responsabilidades sobre los actos conscientes del ser social.
Una vez que el ser humano transita esta dinámica de intercambios, construye su repertorio de valores personales hasta aquellos que orientarán sus acciones y regirán su conducta.
De esta forma, estructura un perfil psicoafectivo y social que señala el rumbo de sus objetivos en la vida, desde lo más cotidiano de su existencia hasta sus decisiones más trascendentales.
Importancia
- Son importantes porque de estos dependerá la inserción del individuo dentro de los esquemas de convivencia de la sociedad en donde le corresponda vivir.
- Determinan las decisiones, ya que indican el camino apropiado de acuerdo con los principios orientadores de cada persona.
- Logran dar seguridad y promover la coherencia, haciendo que los actos de cada individuo se correspondan con su pensamiento. Esto hace que las personas respeten las opiniones ajenas aunque no las compartan, y les permite expresarse sin temor a los juicios o desacuerdos de los demás, siempre y cuando no atenten contra la dignidad ni la integridad de los otros.
- Proporcionan autonomía, estabilidad y madurez emocional, definiendo la personalidad y respaldando las acciones de cada individuo en pro de una vida plena y equilibrada.
- Permiten a las personas relacionarse de manera asertiva con otros individuos. Son una herramienta de convivencia y adaptación en los diferentes entornos en los que estos se desenvuelven.
- Son una guía que puede variar en el tiempo, pero no esencialmente, sino que se adaptan a las nuevas realidades. De esta forma permiten que el proceso de asimilación de los cambios no sea traumático, sino que fluya de manera orgánica. Por ejemplo: para un hombre profesional, el poder y el éxito pueden ser prioritarios cuando no ha formado una familia, pero cuando es padre, los hijos y la familia suelen desplazar a los primeros elementos. Aunque los valores asociados a lo profesional no tienen que anularse, sí pueden volverse secundarios.
Ejemplos de valores personales
- Fe: es el valor que sustenta nuestros ideales. Nos da confianza y seguridad, y es una fuente de energía y disciplina que potencia el sentido de la vida.
- Disciplina: sustenta el orden y el deseo de superación, mantiene la constancia.
- Cortesía: permite expresar respeto, afecto y atención hacia los demás
- Gratitud: permite corresponder y demostrar afecto a alguien que ha prestado su ayuda de manera desinteresada para resolver alguna situación o para sobrellevarla.
- Fidelidad: permite asumir los compromisos adquiridos y mantenerlos en el tiempo, evitando defraudar.
- Perseverancia: es la capacidad que tiene una persona de vencerse a sí misma y sus limitaciones ante la dificultad, e insistir hasta lograr lo que se ha propuesto.
- Autodeterminación: es una conquista personal que le permite al individuo manejar su propia vida a través de un criterio construido desde la experiencia y la necesidad de ser independiente.
- Autocontrol: permite la autorregulación ante las situaciones que pudieran alterar el equilibro emocional. Nos mantiene a salvo de las consecuencias que acarrea actuar sin razonar.
- Empatía: permite al individuo identificarse o comprender a los demás y sus realidades, para poder apoyarlos y motivarlos.
- Pasión: es una virtud que cada persona experimenta al entregarse en cuerpo y alma a aquello que lo llena y satisface, procurando hacerlo de manera plena y placentera.
- Tolerancia: es un valor de convivencia indispensable, ya que obliga a respetar las creencias, las prácticas o las ideas de los demás que difieren diametralmente de las nuestras.
- Paciencia: permite que se asuman las circunstancias adversas o difíciles con calma y mesura. Da fortaleza y logra que el individuo comprenda la naturaleza de los eventos.
- Compasión: fortalece el valor de la solidaridad y permite tener la disposición de ayudar, aliviar o reducir el daño que otros sufren.
- Solidaridad: refuerza la capacidad de cooperación entre varias personas a través de la disposición para ofrecer ayuda y colaboración en pro de una causa, sea o no común.
- Libertad: da al individuo la oportunidad de actuar de acuerdo con su criterio y expresar su manera de pensar.
- Prudencia: fortalece la capacidad de ser asertivos, moderados, justos y reflexivos para actuar siempre con precaución, respetando a los otros y pensando con sensatez.
- Justicia: inclina a la persona a actuar y emitir juicios teniendo como base la verdad y otorgándole a cada persona lo que le pertenece, de manera equitativa y orientada a salvaguardar su dignidad.
- Integridad: le proporciona al individuo la virtud de ser una persona confiable para los otros.
- Honestidad: es actuar con sinceridad en todos los ámbitos.
- Responsabilidad: es hacerse cargo de las propias acciones.
- Generosidad: es buscar desinteresadamente la felicidad de los otros y ser capaz de compartir lo que se tiene, ya sea material, como el dinero, o inmaterial, como el tiempo.
- Esfuerzo: es lo que impulsa a alcanzar los objetivos.
- Integridad: es ser recto y coherente con los propios valores.
Temas de interés
Referencias
- Nozick, R. Explicaciones filosóficas. Recuperado de google.co.ve.
- Agostini, I. Valor Moral: La libertad. Recuperado de placerespr.com.