Disfruta de esta selección de poemas sobre el odio, en los que podrás ponerte en la piel de los autores que intentaron expresar este sentimiento que experimentaron hacia personas o situaciones de sus vidas.
El odio es un sentimiento muy común, pero como muchos autores ya han escrito puede ser un veneno, algo que destruye más a la persona que lo siente que a la receptora. Además, puede llevar a la venganza, lo cual lleva a menudo al arrepentimiento.
En los siguientes poemas podrás observar las ideas y pensamientos que grandes autores tienen sobre el odio. Expresan odio a la vida, hacia uno mismo, hacia la humanidad o hacia otras personas.
Poemas sobre el odio clásicos y originales
“Ausencia” (Jorge Luis Borges)
Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.
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Reflexión
Se expresan sentimientos de tristeza, rabia y desamor.
“Adiós” (Alfonsina Storni)
Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!
Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán…
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!
¡Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!
¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!
¡Corazón… silencia!… ¡Cúbrete de llagas!…
—de llagas infectas— ¡cúbrete de mal!…
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!
¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más!…
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Reflexión
La poeta demuestra sentimientos de rabia de odio por lo pasajero de la vida y cómo cada ser va rumbo al olvido.
“Yo no he nacido para odiar, sin duda” (Rosalía de Castro)
Yo no he nacido para odiar, sin duda,
ni tampoco he nacido para amar,
cuando el amor y el odio han lastimado
mi corazón de una manera igual.
Como la peña oculta por el musgo
de algún arroyo solitario al pie,
inmóvil y olvidada, yo quisiera
ya vivir sin amar ni aborrecer.
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Reflexión
El poema habla sobre el daño provocado por amar y odiar.
“Soneto para acabar un amor” (Manuel Alcántara)
He quemado el pañuelo por si acaso
se pudiera tejer de nuevo el lino.
Le sobra la mitad del vaso al vino
y más de media noche al cielo raso.
Tenía que pasar esto. Y el caso
es que estando yo siempre de camino
y estando tú parada, no te vi y no
me ha cogido el amor nunca de paso.
Puede que salga a relucir la historia
porque nunca se acaba lo que acaba,
que se queda a vivir en la memoria.
Echa a andar el amor que te he tenido
y se va no sé dónde. Donde estaba.
De donde no debiera haber salido.
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Reflexión
En este caso la poesía expresa el rechazo por un amor.
“Después – te odio con el odio de la ilusión marchita” (Amado Nervo)
Te odio con el odio de la ilusión marchita:
¡retírate! he bebido tu cáliz, y por eso
mis labios ya no saben dónde poner su beso;
mi carne, atormentada de goces, muere ahíta.
Safo, Crisis, Aspasia, Magdalena, Afrodita,
cuanto he querido fuiste para mi afán avieso.
¿En dónde hallar espasmos, en dónde hallar exceso
que al punto no me brinde tu perversión maldita?
¡aléjate! me invaden vergüenzas dolorosas,
sonrojos indecibles del mal, rencores francos,
al ver temblar la fiebre sobre tus senos rosas.
No quiero más que vibre la lira de tus flancos:
déjame solo y triste llorar por mis gloriosas
virginidades muertas entre tus muslos blancos.
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Reflexión
El escrito habla sobre sentimientos de rechazo, rabia y desilusión por un amor perdido.
“Amor y odio” (Elizabeth Siddal)
No abras tus labios, necio,
ni vuelvas tu rostro hacia mí;
te derribará la furia del cielo,
y entonces sí, tuya será mi gracia.
Borra tu sombra de mi camino,
y no derroches vanas plegarias;
el salvaje viento puede insinuarlas,
más nunca le rogaré que te quedes conmigo.
Llévate esos falsos ojos oscuros,
no los demores sobre mi rostro;
te amé con un amor grande, y ahora un gran odio,
lúgubremente, ocupa su lugar.
Todos los cambios pasan como un sueño,
yo no canto ni rezo;
tú eres del árbol el veneno
que se llevó mi vida lejos.
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Reflexión
Es un poema dedicado a una ex pareja, expresando rechazo y odio.
“Oráculo del odio” (Andrés Morales M.)
Muerde calaveras, engulle el pan marchito,
ronca en el desaire del ojo que te observa.
Quema el mar en llamas, al húmero quebrado,
enreda tu quietud. Ahora clama y llora.
Las parcas, las eneidas, las madres que reclaman
habrán de abrir tu lecho de piedras en la muerte.
Nada quede entonces en el fulgor, la ira,
águilas y cuervos o hienas por la noche:
Todo se derrumbe encima de tus sueños.
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Reflexión
El poema manifiesta un claro mensaje de odio e ira.
“La destrucción” (Charles Baudelaire)
El demonio a mi lado acecha en tentaciones;
como un aire impalpable lo siento en torno a mí;
lo respiro, lo siento quemando mis pulmones
de un culpable deseo con que, en vano, porfío.
Toma a veces la forma, sabiendo que amo el arte,
de la más seductora de todas las mujeres;
con pretextos y antojos que no echo a mala parte
acostumbra mis labios a nefandos placeres.
Cada vez más, me aleja de la dulce mirada
de Dios, dejando mi alma jadeante, fatigada
en medio de las negras llanuras del hastío.
Y pone ante mis ojos, llenos de confesiones,
heridas entreabiertas, espantosas visiones…
la destrucción preside este corazón mío.
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Reflexión
El poeta habla de su pesar por tentaciones y pecados que ha cometido.
“Odio y amor” (Juan Zorrilla de San Martín)
El alma anhela amor: ley es del cielo;
y anhela aborrecer: ley de la tierra…
Odio y amor, indefinible anhelo,
que, del hombre infeliz, la historia encierra.
Infeliz yo no soy, más que un desvelo,
una ilusión mi bienestar destierra.
¿Amaré a mi verdugo? Tengo miedo…
Odiar a mi ilusión… ¡Ah! no, no puedo!
Y ella acibara sin piedad mi vida;
es parte de mi ser que lo destroza;
gime el alma en sus brazos abatida
y sufre en el gozar: sufriendo goza.
No puedo amar esa ilusión mentida,
si la abandono, el corazón solloza;
ilusión: sufriré tu amor funesto;
más sabe que, al amarte, te detesto.
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Reflexión
Un poema que brinda sentimientos amorosos que se rechazan, y en cambio se odia.
“Odiar el amor” (Roque Dalton García)
La luna se me murió
aunque no creo en los ángeles.
La copa final transcurre
antes de la sed que sufro.
La grama azul se ha perdido
huyendo tras tu velamen.
La mariposa incendiando
su color, fue de ceniza.
La madrugada fusila
rocío y pájaros mudos.
La desnudez me avergüenza
y me hace heridas de niño.
El corazón sin tus manos
es mi enemigo en el pecho.
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Reflexión
El escritor manifiesta palabras de rechazo frente a un desamor.
“No tuve tiempo para odiar” (Emily Dickinson)
No tuve tiempo para odiar
porque la tumba me lo impediría,
porque no alcanzaría la vida
para saciar esa enemistad.
Tampoco tuve tiempo para amar,
y a pesar de que se lo debe intentar,
el pequeño esfuerzo del amor,
pensé, quizás sea demasiado para mí.
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Reflexión
La autora expone que ha tenido razones para odiar, pero que con odio no es posible el amor verdadero.
“Fuego y hielo” (Robert Frost)
Unos dicen que el mundo terminará en fuego,
otros dicen que en hielo.
Por lo que he gustado del deseo,
estoy con los partidarios del fuego.
Pero si tuviera que sucumbir dos veces,
creo saber bastante acerca del odio
como para decir que en la destrucción el hielo
también es poderoso.
Y bastaría.
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Reflexión
Habla sobre el fin de mundo comparando el fuego con el deseo y el hielo con el odio.
“Yo no te amo” (Caroline Norton)
¡Yo no te amo! ¡No! ¡No te amo!
Sin embargo, soy tristeza cuando estás ausente;
Y hasta envidio que sobre ti yazga el cielo ardiente;
Cuyas tranquilas estrellas pueden alegrarse al verte.
¡Yo no te amo! Y no se por qué,
Pero todo lo que haces me parece bien,
Y a menudo en mi soledad observo
Que aquellos a quienes amo no son como tu.
¡Yo no te amo! Sin embargo, cuando te vas
Odio el sonido (aunque los que hablen me sean queridos)
Que quiebra el prolongado eco de tu voz,
Flotando en círculos sobre mis oídos.
¡Yo no te amo! Sin embargo tu mirada cautivante,
Con su profundo, brillante y expresivo azul,
Se planta entre la medianoche y yo,
Más intensa que cualquiera que haya conocido.
¡Yo sé que no te amo! Y que otros rasgarán
La confianza de mi corazón sincero,
Apenas percibo sus figuras en el futuro,
Pues mis ojos están vueltos hacia atrás.
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Reflexión
La autora parece haber tenido un desengaño amoroso y dice no amar a alguien, aunque sus sentimientos dicen otra cosa. Una contradicción amor-odio.
Poemas sobre el odio originales
“Recipiente del odio” (Juan Ortiz)
Cuando lo supo,
ardió dentro,
allí,
donde Caín fue y tomó la piedra;
apenas pisó la grava de esas tierras
se volvió un animal amarillo de nombre denso;
algo negro se devoraba a sí mismo en su centro,
entre el alma y la lengua,
no se contuvo,
abrió la puerta
y Abel cayó desparramado.
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Reflexión
El escrito recurre al clásico caso bíblico de Caín y Abel. El poema indica que cada ser tiene algo de Caín que se activa y puede dañar a cualquiera cuando se deja que el odio entre.
“Minusvalía del alma” (Juan Ortiz)
Sentado,
en su mesa,
mastica el pan caliente
y sorbe de a poco su oloroso café,
pero no le saben ni huelen a nada.
Caminando,
junto a la mujer que dice amar,
el sol se eleva detrás de ambos,
pájaros pasan en bandadas,
pero él no siente ni ve nada.
En su oficio,
frente a los alumnos,
se elevan melodías hermosas,
cantos celestiales que desprenden lágrimas en los alrededores,
pero él no escucha ni se conmueve en nada.
Cada segundo,
dentro de sí,
hay un banquete de abismos y tempestades,
donde él es el plato primo
que se ata con hilos finos
por un odio que hace mucho
en su alma dejó colar.
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Reflexión
El poema ahonda en cómo la gente que vive odiando, se aleja de los verdaderos placeres de la vida.
“El odio y el hombre triste” (Juan Ortiz)
Te has vuelto un hombre triste,
recipiente del hastío,
tiembla, gris, tu alma de frío,
pues odio come cual alpiste.
Después de que amor le diste,
saber, querer, amistad,
nobleza, pudor, bondad,
fuiste y ruin la envenenaste,
de rencores te llenaste
matando tu humanidad.
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Reflexión
El autor habla sobre cómo el alma de las personas se enferma cuando se da cabida al odio.
“Dios nos libre” (Juan Ortiz)
¿En qué momento se sentaron en la mecedora a ver pasar la vida?
¿Desde cuándo les surgió la sed de sangre y coronaron sus lenguas con mentiras y maldiciones?
¿Adónde quedaron el Dios al que tanto nombran y las tantas doctrinas en las que hurgan para hacer blancos sus pasos?
Cuenten,
¿caben más muertos aún en sus cementerios?
¿Cuáles demonios son ustedes allí?
¿Necesitan otras gárgolas que les acompañen el limbo?
Así como mastican, les masticarán,
del cabello a la uña,
cada nervio contado,
nada pasará desapercibido;
aves de mentira,
vuelos al ras de las puertas innombrables.
No sé qué estrella oscura les tocó para dejar de agradecer la bendición de tener comida y techo
como para que se ensañen en atacar y destruir al de buen obrar;
no sé por qué acumulan juicios para sus huesos,
por qué se inyectan lava en la sangre.
Dios nos libre de los mejores y sus casas de naipes,
tan grandes, brillantes e imponentes que parecen ser algo valioso
y no son más que estructuras volubles para ocultar bien la podredumbre que existe adentro.
Dios nos libre de los planetas sombríos, lejanos al sol,
su gravedad radica en el verbo que los consume,
artefacto de sueño raro hecho del material que le sobra a las sombras.
Dios nos libre,
ese al que piden y que sabe bien lo que hacen donde nadie les ve la verdadera forma,
Dios nos libre,
amén.
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Reflexión
Se hace referencia a cómo algunas personas se visten de santidad ocultándose en las religiones, pero viven odiando y deseando el mal.
“Saturno está allí” (Juan Ortiz)
Saturno está más vivo que nunca,
por eso hay quien teme a la palabra padre,
viene con colmillo
y una tilde esdrújula oculta y maldita
al pronunciar amor.
Es mejor andar en el monte acechado por perros con hambre
que decirle amén a las bendiciones que se lanzan por doquier,
billetes extraños para comprar al distraído.
Saturno está allí,
con la mirada atenta a cada luz,
con chacales escarbando las piedras en la osamenta
cada vez que un hombre da un paso a lo que llaman bueno;
y el dios dice “hijo”,
y el cementerio se ensancha.
Yo vi una quimera de titanes vencidos,
una hidra de mil cabezas devorarse a sí misma,
sentada de rojo diciéndose comadre y compadre
cuando se masticaba,
y surgían de entre sus heridas
más heridas que antes,
sonrientes y henchidas,
con una nueva estratagema para endulzar a las presas,
y dos líneas más de dientes aserrados tras cada halago,
en la palma de cada mano extendida.
Saturno no duerme,
se levanta sobre cada cicatriz,
cruza dos palos,
se sube y se clava a sí mismo y ve pasar a otro y lo culpa con una voz dulce que no se descifra si se es pendejo,
si se viene de no entender esta extraña raza de Tártaro sobre carnes pasajeras.
En la ventana,
asomarse basta para ver morir la paciencia,
para ver quemarse los cuadros del Louvre,
y detrás nada es como se cree,
y quizá Petra tenía razón:
el infierno está aquí,
cada casa es un Gólgota ardiente
conectado al resto por un cable de red…
Y allí está Saturno,
adorado,
exaltado a lo sumo,
encarnado por quienes confunden el ego con la trascendencia.
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Reflexión
El poeta alude a la historia del dios Saturno, el que devoraba a sus hijos, y hace una comparación con aquellos padres que, llenos de odio, buscan destruir a sus hijos.