¿Qué son las plaquetas?
Las plaquetas, o trombocitos, son fragmentos celulares de morfología irregular que carecen de núcleo y forman parte de la sangre. Están implicadas en la hemostasia, el conjunto de procesos y mecanismos encargados de controlar las hemorragias, promoviendo la coagulación.
Las células que dan origen a las plaquetas se denominan megacariocitos, proceso orquestado por la trombopoyetina y otras moléculas. Cada megacariocito se fragmentará progresivamente y dará origen a miles de plaquetas.
Las plaquetas forman una especie de “puente” entre la hemostasia y los procesos de inflamación y de inmunidad. No solo participan en los aspectos relacionados con la coagulación sanguínea, también liberan proteínas antimicrobianas, por lo que están involucradas en la defensa frente a patógenos.
Además, secretan una serie de moléculas proteicas relacionadas con la cura de las heridas y regeneración del tejido conectivo.
Características y morfología de las plaquetas
- Las plaquetas son fragmentos citoplasmáticos en forma de disco. Son pequeñas: sus dimensiones están entre 2 a 4 um, con un diámetro promedio de 2,5 um, medido en un buffer isotónico.
- Aunque carecen de núcleo, son elementos complejos a nivel de estructura. Su metabolismo es muy activo y su tiempo de vida media es un poco más de una semana.
- Las plaquetas en circulación suelen exhibir una morfología biconvexa. Sin embargo, cuando se observan preparaciones sanguíneas tratadas con alguna sustancia que inhibe la coagulación, las plaquetas son más redondeadas.
- En condiciones normales, las plaquetas responden a estímulos celulares y humorales adquiriendo una estructura irregular y una consistencia pegajosa que permite la adherencia entre sus vecinas, formando agregados.
- Pueden exhibir cierta heterogeneidad en sus características, sin que esto sea producto de algún desorden o patología médica.
- En cada microlitro de sangre circulante, encontramos más de 300.000 plaquetas. Ayudan a la coagulación e impiden daños potenciales en los vasos sanguíneos.
- En la región central de la plaqueta hay varios organelas, como mitocondria, retículo endoplasmático y aparato de Golgi. De manera específica, hay tres tipos de gránulos en el interior de este elemento sanguíneo: los alfas, los densos y los lisosomales. Los gránulos alfa se encargan de albergar en su interior una serie de proteínas involucradas en funciones hemostáticas, entre ellas, la adhesión de las plaquetas, la coagulación de la sangre, la reparación de las células endoteliales, entre otros. Cada plaqueta posee de 50 a 80 de estos gránulos.
- Contienen proteínas antimicrobianas, ya que las plaquetas tienen la capacidad de interaccionar con los microbios, siendo una parte importante de la defensa contra infecciones. Mediante la liberación de algunas moléculas, las plaquetas pueden reclutar linfocitos.
- Los gránulos de núcleo denso contienen mediadores del tono vascular, como serotonina, ADN y fosfato. Tienen capacidad de endocitosis. Son menos numerosos que los alfa, y hay de dos a siete por plaqueta. Los gránulos lisosomales contienen enzimas hidrolíticas (como ocurre en los lisosomas que normalmente conocemos como organelos de las células animales) que tienen un papel importante en la disolución del trombo.
- La periferia de las plaquetas se denomina hialómero, y contiene una serie de microtúbulos y filamentos que regulan la forma y la motilidad de la plaqueta.
- La membrana que rodea a las plaquetas tiene una estructura idéntica a cualquier otra membrana biológica, compuesta de una doble capa de fosfolípidos, distribuidos de manera asimétrica. Los fosfolípidos de naturaleza neutral, como la fosfatidilcolina y la esfingomielina, se ubican en la cara de la membrana que da hacia el exterior, mientras que los lípidos con cargas aniónicas, o de naturaleza polar, se localizan hacia la cara citoplasmática. El fosfatidilinositol, que pertenece a este último grupo de lípidos, participa en la activación de las plaquetas.
- La membrana también contiene colesterol esterificado. Este lípido puede movilizarse con libertad por el interior de la membrana y contribuye a su estabilidad, mantiene su fluidez y ayuda al control del paso de sustancias.
- Sobre la membrana hay más de 50 categorías distintas de receptores, entre ellas, integrinas con capacidad de unión al colágeno. Estos receptores permiten que las plaquetas puedan unirse a los vasos sanguíneos heridos.
¿Cómo se originan las plaquetas?
En líneas generales, el proceso de formación de las plaquetas inicia con una célula troncal (del inglés stem cell) o célula madre pluripotencial. Esta célula da paso a un estado denominado megacarioblastos. Este mismo proceso ocurre para la formación de los demás elementos de la sangre: los eritrocitos y los leucocitos.
A medida que avanza el proceso, los megacarioblastos originan el promegacariocito, que se desarrollará en un megacariocito. Este último se divide y origina un número elevado de plaquetas.
Megacarioblasto
La secuencia de maduración de las plaquetas inicia con un megacarioblasto. Uno típico tiene un diámetro entre los 10 y 15 um. En esta célula resaltan las proporciones considerables de núcleo (único, con varios nucléolos) en relación con el citoplasma. Este último es escaso, de color azulado y carente de gránulos.
El megacarioblasto recuerda a un linfocito o a otras células de la médula ósea, por lo que su identificación, basada estrictamente en su morfología, es complicada.
Mientras la célula se encuentra en el estado de megacarioblasto, puede multiplicarse y aumentar de tamaño. Sus dimensiones pueden alcanzar los 50 um. En ciertos casos, estas células pueden llegar a entrar en circulación, viajando a lugares fuera de la médula, donde seguirán su proceso de maduración.
Promegacariocito
El resultado inmediato del megacarioblasto es el promegacariocito. Esta célula crece hasta alcanzar un diámetro cercano a los 80 um. En este estado se forman tres tipos de gránulos: alfa, denso y lisosómico, dispersos por todo el citoplasma celular (los descritos en el apartado anterior).
Megacariocito basófilo
En este estado se logran visualizar diferentes patrones de granulación y finalizan las divisiones del núcleo. Empiezan a notarse con mayor claridad las líneas citoplasmáticas de demarcación, delineando zonas citoplasmáticas individuales, que posteriormente serán liberadas en forma de plaquetas.
De esta manera, cada área contiene en su interior: un citoesqueleto, microtúbulos y una parte de los organelos citoplasmáticos. Además, posee un depósito de glucógeno que ayuda al sostén plaquetario por un plazo de tiempo mayor a una semana.
Posteriormente, cada fragmento descrito desarrolla una membrana citoplasmática propia donde se ubican una serie de receptores de glucoproteínas que participarán en eventos de activación, adherencia, agregación y entrecruzamiento.
Megacariocito
La etapa final de maduración de las plaquetas se denomina megacariocito. Estas son células de un tamaño considerable: entre 80 y 150 um de diámetro.
Se localizan mayormente en la médula ósea, y en menor proporción en la región pulmonar y en el bazo. De hecho, son las células más grandes que existen en la médula ósea.
Los megacariocitos maduran y empiezan a liberar segmentos en un evento denominado brote o desprendimiento de plaquetas. Cuando todas las plaquetas son liberadas, los núcleos restantes son fagocitados.
A diferencia de los demás elementos celulares, la generación de plaquetas no requiere de muchas células progenitoras, ya que cada megacariocito dará origen a miles de plaquetas.
Regulación del proceso
Los factores estimuladores de colonias (CSF) son generados por los macrófagos y otras células estimuladas participan en la producción de los megacariocitos. Esta diferenciación está mediada por las interleucinas 3, 6, y 11. El CSF megacariocito y el CSF granulocito se encargan de estimular sinérgicamente la generación de las células progenitoras.
La cantidad de megacariocitos regula la producción de las CSF megacariocitos. Es decir, si el número de megacariocitos disminuye, la cantidad de CSF megacariocitos incrementa.
División celular incompleta de los megacariocitos
Una de las características de los megacariocitos es que su división no es completa, faltando la telofase y llevando a la formación de un núcleo multilobulado.
El resultado es un núcleo poliploide (generalmente de 8N hasta 16N, o en casos extremos 32N), ya que cada lóbulo es diploide. Además, existe una relación lineal positiva entre la magnitud de la ploidia y el volumen de citoplasma de la célula. El megacariocito medio con un núcleo 8N o 16N puede generar hasta 4.000 plaquetas
Papel de la trombopoyetina
La trombopoyetina es una glicoproteína de 30 a 70 kD que se produce en el riñón y en el hígado. Está formada por dos dominios, uno para unión al CSF megacariocito y un segundo que le otorga mayor estabilidad y permite que la molécula dure un mayor tiempo.
Esta molécula se encarga de orquestar la producción de plaquetas. Existen numerosos sinónimos para esta molécula en la literatura, como ligando C-mpl, factor de desarrollo y crecimiento del megacariocito o megapoyetina.
Esta molécula se une al receptor, estimulando el crecimiento de los megacariocitos y la producción de plaquetas. También está implicada en mediar la liberación de ellas.
A medida que el megacariocito se va desarrollando hacia las plaquetas, proceso que toma entre 7 o 10 días, la trombopoyetina se va degradando por acción de las mismas plaquetas.
La degradación ocurre como un sistema que se encarga de regular la producción de plaquetas. En otras palabras, las plaquetas degradan la molécula que estimula su desarrollo.
¿En qué órgano se forman las plaquetas?
El órgano involucrado en este proceso de formación es el bazo, que se encarga de regular la cantidad de plaquetas producidas. Aproximadamente, el 30% de los trombocitos que residen en la sangre periférica de los humanos se localizan en el bazo.
Funciones de las plaquetas
- Las plaquetas son elementos celulares indispensables en los procesos de detención de hemorragias y formación del coágulo. Cuando un vaso se daña, las plaquetas empiezan a aglutinarse al subendotelio o bien al endotelio que sufrió la lesión. Este proceso implica todo un cambio en la estructura de las plaquetas y liberan el contenido de sus gránulos.
- Además de su relación en la coagulación, también están relacionadas con la producción de sustancias antimicrobianas, y mediante la secreción de moléculas que logran atraer a otros elementos del sistema inmune.
- También secretan factores de crecimiento, lo que facilita el proceso de curación.
Valores normales en humanos
En un litro de sangre, la cuenta normal de plaquetas debería arrojar un valor cercano a los 150.109 hasta los 400.109 de plaquetas. Este valor hematológico suele ser un poco mayor en los pacientes de sexo femenino, y a medida que se avanza en edad (en ambos sexos, por encima de los 65 años) la cuenta de plaquetas empieza a disminuir.
Sin embargo, este no es el número total o completo de plaquetas que posee el organismo, ya que el bazo se encarga de reclutar un número importante de plaquetas para ser usadas en caso de emergencia –por ejemplo, en caso de alguna lesión o de algún proceso inflamatorio grave–.
Enfermedades asociadas a las plaquetas
Trombocitopenia: niveles bajos de plaquetas
La condición que resulta en valores anormalmente bajos de plaquetas se denomina trombocitopenia. Se consideran niveles bajos cuando la cuenta de plaquetas es menor a 100.000 plaquetas por microlitro de sangre.
En los pacientes que presentan esta patología, suele encontrarse plaquetas reticuladas, conocidas como plaquetas del “estrés”, marcadamente más grandes.
Causas
La disminución puede ocurrir por diversas causas. La primera de ellas, como resultado de la toma de ciertos fármacos, como la heparina o los químicos usados en las quimioterapias. La eliminación de las plaquetas ocurre por acción de los anticuerpos.
La destrucción de las plaquetas también puede ocurrir como resultado de una enfermedad autoinmune, donde el cuerpo forma anticuerpos contra los trombocitos de su mismo cuerpo. De este modo, las plaquetas pueden ser fagocitadas y destruidas.
Síntomas
Un paciente con niveles bajos de plaquetas puede presentar hematomas o “moretones” en su cuerpo que han aparecido en zonas donde no han recibido ningún tipo de maltrato. Junto a los hematomas, la piel puede tornarse pálida.
Debido a la ausencia de plaquetas, se pueden producir sangrados en distintas regiones, frecuentemente por la nariz y en las encías. La sangre también puede aparecer en las heces, en la orina y al toser. En algunos casos, la sangre puede acumularse bajo la piel.
La reducción de las plaquetas no solo se relaciona con el sangrado en exceso, también incrementa la susceptibilidad del paciente a infectarse por bacterias u hongos.
Trombocitemia: niveles altos de plaquetas
El trastorno que resulta en valores anormalmente altos de plaquetas es denominado trombocitemia esencial. Es una condición médica poco frecuente, y suele presentarse en individuos del sexo masculino mayores a 50 años. En esta condición no se logra puntualizar la causa del aumento de plaquetas.
Síntomas
La presencia de un número elevado de plaquetas se traduce en la formación de coágulos dañinos. El aumento desproporcionado de las plaquetas causa fatiga, sensación de agotamiento, dolores frecuentes de cabeza y problemas en la visión. Además, el paciente tiende a desarrollar coágulos sanguíneos y suele presentar sangrados.
Un riesgo importante de la formación de los coágulos sanguíneos es la aparición de un accidente isquémico o bien un accidente cerebrovascular, si el coágulo se forma en las arterias encargadas de irrigar el cerebro.
Si se conoce la causa que produce el número alto de las plaquetas se dice que el paciente padece de trombocitosis. El recuento de plaquetas se considera problemático si las cifras superan las 750.000.
Enfermedad de von Willebrand
Los problemas médicos asociados a las plaquetas no se restringen a anomalías relacionadas con su número, también hay condiciones asociadas a su funcionamiento.
La enfermedad de von Willebrand es uno de los problemas de coagulación más comunes en los humanos, y ocurre por errores en la adhesión de las plaquetas, provocando una hemorragia.
Tipos de la patología
El origen de la enfermedad es genético y se han categorizado varios tipos dependiendo de la mutación que afecta al paciente.
En la enfermedad de tipo I, la hemorragia y es leve y es un trastorno de producción autosómico dominante. Es el más común y se encuentra en casi el 80% de los pacientes afectados por esta condición.
También existen del tipo II y III (y subtipos de cada uno) y los síntomas y gravedad varían de paciente en paciente. La variación reside en el factor de coagulación que afectan.
Referencias
- Alonso, M. A. S., & i Pons, E. C. Manual práctico de hematología clínica. Antares.
- Kierszenbaum, A. L., & Tres, L. Histology and Cell Biology: an introduction to pathology. Elsevier Health Sciences.
- Pollard, T. D., Earnshaw, W. C., Lippincott-Schwartz, J., & Johnson, G. Cell Biology. Elsevier Health Sciences.
- Alberts, B., Bray, D., Hopkin, K., Johnson, A. D., Lewis, J., Raff, M., … & Walter, P. Essential cell biology. Garland Science.