¿Quién fue Mahoma?
Mahoma (c. 570-632) fue un dirigente árabe que realizó cambios fundamentales en la dinámica política, religiosa y social de su época. Fue el fundador del islam.
Es visto como el último profeta por gran parte de los seguidores de la fe islámica (sunitas y chiítas), quienes también piensan que fue el Mensajero de Dios (rasul Allah). Su objetivo, según él, era encaminar a la humanidad, empezando por los árabes.
Se encargó de unificar Arabia, algo que logró en cierta medida aplicando estrategias bélicas, pero con mayor intensidad a través del Corán, el libro donde se recogen las revelaciones que recibió del arcángel Gabriel. Esas enseñanzas se conjugaron en lo que se convirtió en el islamismo.
Una de las limitaciones con las que se enfrentan los académicos que se dedican al estudio histórico del islam son los datos espurios que se han introducido en las narraciones tradicionales de la religión, que obstaculizan la reconstrucción clara de los hechos.
Los biógrafos modernos de Mahoma apoyan gran parte de su trabajo en el Corán. El problema es que el Corán no presenta un registro cronológico de su contenido, pues las historias se entrelazan narrativamente con diversos segmentos de su vida, por lo que es un arduo trabajo sustraer datos de ese texto sin conocer a profundidad la materia.
Fuentes sobre Mahoma
La vida de Mahoma cuenta con una base amplia provista tanto por datos históricos, como interpretaciones de pasajes e, incluso, de leyendas nacidas con el paso del tiempo.
Entre las cuatro fuentes más destacadas para la reconstrucción de la vida de Mahoma, el Corán tiene un papel protagónico, considerado por los musulmanes como su texto sagrado, ya que contiene las revelaciones hechas al profeta.
Asimismo, se encuentran las sirah, o sirat, un género biográfico, especie de compendio de hechos acerca del camino recorrido por Mahoma durante toda su vida.
Luego están los hadices, narraciones realizadas por personas cercanas al profeta, o eruditos posteriores, que dan luces sobre su forma de conducirse.
Finalmente, aparecen los relatos que otros sabios pudieron recopilar y que también contribuyen a la reconstrucción de la vida de Mahoma.
Tomando como punto de inicio la información provista por esas fuentes, los historiadores modernos han podido crear una descripción más cercana a los hechos relacionados con Mahoma.
El Corán
Del mismo modo que la Biblia, el Corán puede ser considerado una compilación de libros donde se narran las enseñanzas y principios dados por Mahoma a sus seguidores. Los musulmanes consideran este texto como la escrituras sagrada de su religión.
Se divide en “suras”, o capítulos, que no están redactados en un orden cronológico, sino que mezclan períodos de la vida de Mahoma para dar sentido a la enseñanza que intenta mostrar cada una de estas partes.
El Corán tiene 114 suras, divididas en dos tipos:
- Las mecanas, es decir, procedentes de La Meca, de cuando Mahoma se encontraba aún en su ciudad natal.
- Las medinenses, escritas durante su estadía en Medina.
El conflicto con el que se encuentran los historiadores al momento de analizar el Corán cuando buscan datos históricos sobre Mahoma, es que los saltos temporales solo pueden ser discernidos por expertos en la materia.
En estos textos se plantea la figura de Mahoma como un hombre en todo el sentido de la palabra: un individuo que presenta defectos y virtudes; poseedor de valentía y coraje, y de temores y angustias.
La sirah
Sira, seera, sirat, sirah, son algunas de las grafías con las que se denomina el género biográfico que tomó especial relevancia con la figura de Mahoma. En estas narraciones se suele mostrar cronológicamente la vida del fundador del islam.
La palabra sīra, o sīrat, deriva de sāra, que puede traducirse como “travesía”. Este viaje, al tratarse de un individuo particular, es el camino recorrido desde su nacimiento hasta su muerte.
Al-sīra al-Nabawiyya (Biografía profética) es uno de los textos más destacados de este género. Sīrat Rasūl Allāh (Vida del Mensajero de Dios), es otro de los ejemplos en cuanto a recolección de información sobre Mahoma. Los principales autores que trabajaron con el género de las sirah fueron Ibn Ishaq, al-Waqidi e Ibn Hisham.
Suelen contener narraciones sobre expediciones militares realizadas por Mahoma, que pueden tener un carácter histórico comprobable. También incluyen documentos o reportes, conocidos como khabar.
Por último, pueden estar acompañados por discursos de Mahoma y, en algunos casos, poesía relacionada con la vida del profeta.
Los hadices
Frecuentemente, la sirah tiene un complemento ideal en las colecciones de hadices. Son narraciones biográficas que tratan sobre Mahoma, realizadas por sus contemporáneos o por sabios sucesores.
La segunda ley en cuanto a importancia que es acatada por los musulmanes es la Sunna. La misma está hecha de varios hádices y debe ser seguida a cabalidad por los fieles. Los autores más destacados son al-Bukhari y Sahih Muslim.
En cada hadiz se recopilan cosas que Mahoma dijo, hizo, recomendó, enseñó, aprobó o rechazó. Con esos preceptos, los seguidores del islam crearon su manual de conducta y su código moral emulando al profeta.
En algunos países musulmanes donde no existe separación entre Estado y religión, los incumplimientos a la Sunna son penados como delitos y pueden incluso conllevar la pena capital.
Relatos
Existen varios académicos que dedicaron parte de su vida a crear trabajos en los que con rigor histórico se aproximaron a Mahoma. Los más destacados de este género son:
- Ibn Sa’d, biógrafo y autor de la obra Kitab Tabaqat al Kubra (El libro de las clases mayores), donde escribió textos sobre la vida de los personajes musulmanes más destacados hasta su época. Entre los retratados por la pluma de Ibn Sa’d se encuentran Mahoma, sus compañeros y seguidores cercanos durante su vida, musulmanes importantes de períodos posteriores, y también algunas mujeres resaltantes del islam.
- al-Tabari, historiador responsable por el textoTa’rij al-Rusul wa al-Muluk (Historia de los profetas y los reyes), en el que Mahoma tiene gran protagonismo.
Biografía de Mahoma
Concepción
Tanto la sirah, como los hadices, hablan en profundidad sobre la vida de Mahoma. Las historias que se han transmitido sobre el camino del profeta comienzan incluso antes de su nacimiento.
Según esas cuentas, su padre, Abdulá, se dirigía a la casa de Amina para desposarla, cuando una mujer en la entrada de una de las viviendas del camino le rogó que pasara y tuvieran relaciones íntimas.
El padre del futuro profeta se negó y continuó hacia la casa de Amina, a quien desposó y con la que consumó el matrimonio. Al transcurrir un rato volvió a caminar frente a la casa de la desconocida, pero en esa ocasión ella se mantuvo en silencio.
Abdulá se volvió y le preguntó por qué no lo había invitado nuevamente a pasar, a lo que la mujer le dijo: “Antes, cuando pasaste, una luz resplandeció en tu rostro y supe que ibas a ser el padre de un profeta. Ahora, la luz ha desaparecido de tu rostro y ya no deseo tenerte”.
Nacimiento
Abū al-Qāsim Muḥammad ibn ‘Abd Allāh ibn ʿAbd al-Muṭṭalib ibn Hāshim nació en La Meca, probablemente, el 26 de abril de 570. No es sencillo para los historiadores dilucidar con exactitud el año de su nacimiento, algunos también han planteado varios años de la década del 560.
Pertenecía a la tribu Quraysh, conocida también como coraichitas, lo que se traduce como “tiburón”, puesto que era una costumbre de la zona tomar el nombre de animales representativos. Mahoma también era parte del clan Banu Hashim.
Su padre era Abd Allah ibn Abd al-Muttalib y su madre Amina bint Wahb. Fue el único hijo de la pareja puesto que su concepción se dio poco después del matrimonio y su padre falleció seis meses antes del nacimiento de Mahoma.
Infancia
Entre las familias importantes de La Meca, una de las costumbres era enviar a los niños a pasar sus primeros años con familias de beduinos en el desierto. Se pensaba que así tendrían una vida más sana y aprenderían costumbres provechosas.
Mahoma fue entregado a una madre sustituta llamada Halimah bint Abi Dhuayb, que vivía con su esposo en el desierto, y permaneció bajo sus cuidados hasta que cumplió 2 años.
En ese momento Mahoma volvió a la casa materna, aunque no estuvo allí por mucho, pues al cumplir seis años, su madre también falleció. Quedó totalmente huérfano y su custodia pasó a su abuelo paterno, Abdul Muttalib.
2 años más tarde el abuelo de Mahoma también murió, y desde ese momento pasó a ser criado por su tío Abu Talib, quien se convirtió en el heredero del clan Banu Hashim.
Los autores piensan que el vínculo entre Abu Talib y su sobrino fue muy sólido. El tío del muchacho quiso entrenarlo en el comercio, una de las actividades principales de la zona y la más provechosa económicamente.
Viaje a Siria
Uno de los capítulos más famosos de la adolescencia de Mahoma es el de su viaje a Siria con su tío Abu Talib. Tenía entre 9 y 12 años cuando se dio la travesía y los hechos que se narran en el relato.
De acuerdo con las cuentas proporcionadas por el islam, Mahoma durante su jornada cruzó su camino con un monje cristiano llamado Bahira, que dijo haber reconocido en él a un futuro profeta. Más allá de este evento no se sabe mucho sobre los primeros años de su juventud.
Juventud y matrimonio
Algunos años de la vida de Mahoma se consideran oscuros históricamente, sobre todo aquellos de su juventud previos a las revelaciones que le serían hechas.
También se piensa que trabajó como pastor, después parece haber estado involucrado en el comercio entre el Índico y el Mediterráneo. Asimismo, sirvió en las caravanas de una viuda que tiempo después pasó a ser su esposa.
Los apodos con los que se conoció a Mahoma en su juventud fueron al-Amin, que significa “fiel” y al-Sadiq, que puede traducirse como “sincero”.
La viuda a la que Mahoma conoció en el 595 se llamaba Jadiya. Algunos aseguran que ella tenía cerca de 40 años, y otros que pudo haber tenido 28. La pareja contrajo matrimonio casi de inmediato y siempre se mostró una fuerte unión entre ambos.
La relación que mantuvieron fue feliz y seis hijos nacieron de su matrimonio, por lo cual se asume que Jadiya estaba más cerca de los 20. De sus hijos, dos fueron varones, de nombres Al-Qásim y Abdullah, quienes murieron en la infancia. Las cuatro hijas se llamaron Záinab, Ruqayyah, Umm Kulthum y Fátima.
Revelaciones de Mahoma
Mahoma tomó por costumbre rezar en la cueva de Hira, ubicada en el monte Jabal al-Nur (que significa “montaña de luz”). Pasaba semanas meditando en ese lugar año tras año. Según la tradición transmitida por los historiadores musulmanes, Mahoma tenía 40 años al momento de su primera revelación, en el 610.
Una figura celestial llegó ante Mahoma: el arcángel Gabriel. Este le explicó que tenía que memorizar los versos que Dios tuviese a bien enviarle para luego transmitirlos.
Al principio se usaba la tradición oral mediante los llamados memoriones, hombres que aprendían las suras palabra por palabra, pausa por pausa y con el mismo tono para entregar el mensaje divino intacto al mundo.
Sin embargo, el principal temor que tenía Mahoma era que los que escucharan las revelaciones pensaran que se trataba de una posesión demoníaca y no de narraciones hechas por el auténtico arcángel Gabriel.
Si bien al principio Mahoma sintió miedo de las apariciones del arcángel, Jadiya lo apoyó y animó a que siguiera las órdenes claras que Dios le enviaba para que pudiesen llegar a todos los hombres.
Predicas públicas de Mahoma
Después de recibir sus primeras revelaciones, Mahoma entró en un proceso de introspección donde dedicaba mucho tiempo a orar y a desarrollar sus aspectos religiosos. Mientras transcurrieron esos tres años, sus prédicas eran privadas y dirigidas a un círculo de allegados.
Cerca del 613, Dios le ordenó que proclamara sus revelaciones a viva voz, en público, y así lo hizo. Al principio no encontró oposición en La Meca para sus intervenciones públicas y consiguió aumentar su número de adeptos.
Sin embargo, aquellos que le seguían no eran muchos y no tenían poder, pues se trataba de los débiles, los hijos menores de las familias de la zona, los extranjeros e, incluso, los esclavos.
La resistencia a sus enseñanzas comenzó cuando Mahoma predicó contra las prácticas tradicionales de la región, es decir, contra el politeísmo. Afirmó que existía un solo Dios, Alá, y añadió que él mismo era su último profeta.
La mayoría de la población se volvió hostil con los musulmanes recién conversos, especialmente los miembros de la tribu original de Mahoma: los coraichitas. Veían amenazada su posición de poder por el número creciente de seguidores de Mahoma.
Primeros conflictos con los árabes
Los coraichitas fueron los primeros en oponerse a lo que Mahoma proponía, puesto que al declarar a Alá como único dios verdadero echaba por tierra su principal labor como clan: proteger la Kaaba.
Una estructura cuadrada que llevaba por nombre Kaaba, lo que se traduce como “cubo”, era el principal bastión religioso para los árabes de la época, donde albergaban cientos de ídolos y una piedra sagrada.
Para detener a Mahoma y evitar que sus ideas siguieran esparciéndose por la sociedad árabe, miembros de la tribu intentaron sobornarle ofreciendo que entrara con ellos al campo del comercio y que se uniera a mujeres de familias importantes que le darían beneficios.
Mahoma rechazó todas las ofertas, y se mantuvo firme en sus convicciones, al igual que en su propósito entregado a él directamente por Alá: servir como mensajero para el pueblo árabe y, luego, para el mundo entero.
Tras mostrarse renuente a retornar a las antiguas formas de la tribu, se desencadenaron las hostilidades reales contra los musulmanes. Algunos fueron martirizados y otros humillados públicamente.
El boicot a Banu Hashim
Eso llevó a que gran parte buscara refugio en el reino cristiano de Abisinia, en Etiopía. A pesar de todos los conflictos en tierras mecanas, muchos musulmanes habían regresado a su hogar antes de la Hégira. El clan de Mahoma continuó proporcionándole protección.
Por eso los clanes Makhzum y Banu Abd-Shams iniciaron un boicot contra Banu Hashim que duró tres años. Incluso se rehusaban a realizar matrimonios con miembros del clan de Mahoma.
Isra y Miraj
Los registros de la historia del islam hablan de dos eventos muy poderosos en la vida de Mahoma, un viaje nocturno y la ascensión al cielo que realizó el profeta en el 620.
El mito y la realidad quedaron tan entramados en estos relatos que se dificulta la extracción de los fragmentos históricos.
El Isra hace referencia a un viaje nocturno que hizo Mahoma en el lomo de una bestia alada, que supuestamente le llevó de la Kaaba a Jerusalén en solo una noche. Algunos han dicho que pudo tratarse de un viaje espiritual, pero los ortodoxos afirman que fue real.
En la sura 17,1 se dice lo siguiente: “¡Gloria a quien una noche hizo viajar a su siervo desde la Mezquita inviolable hasta la Mezquita más lejana, aquella cuyos alrededores hemos bendecido, para mostrarle parte de nuestros signos! Verdaderamente él es quien oye y quien ve”.
El Miraj fue un recorrido que, según las tradiciones islámicas, realizó Mahoma y que le llevó a ver los infiernos y a conocer el cielo.
En las alturas se supone que pudo reunirse con los profetas anteriores, por ejemplo, Abraham, Moisés o Jesús, y muchos otros.
Una de las anécdotas más difundidas acerca del Miraj es cuando Mahoma se encuentra con Dios y este le indica que sus seguidores deben rezar 50 veces al día, luego Moisés le dijo que era mucho y le recomendó que volviera con Dios para pedir menos.
Mahoma hizo caso, habló nueve veces con Dios y Moisés hasta que se sintió contento con la obligación de rezar 5 veces al día, y no quiso seguir pidiendo menos.
Antes de la Hégira
El 619 fue bautizado como “año del dolor”, puesto que en un corto período murieron dos personas sumamente importantes para Mahoma. Las muertes de su esposa Jadiya y de su tío Abu Talib fueron duros golpes para él.
Se ha dicho que Jadiya fue la esposa más querida de Mahoma. También se le considera la madre del islam, no solo por haber sido la primera persona en convertirse tras las revelaciones de Mahoma, sino porque sus hijas contrajeron matrimonio con los principales califas.
Mahoma se sintió muy afectado por la muerte de Jadiya, y varios compañeros de su época, así como biógrafos, han planteado que siguió recordándola durante el resto de sus días y que siempre mantuvo “el amor que Dios había sembrado entre ellos” en su memoria.
Abu Talib era el líder del clan al que pertenecía Mahoma, además de ser su protector en La Meca, a pesar del sabotaje que habían implementado las otras grandes familias de la zona.
Tras la muerte del protector de Mahoma el clan pasó a manos de Abu Lahab, quien consideraba, al igual que el resto de los coraichitas, que las ideas de los musulmanes debían detenerse pronto.
Persecución en La Meca
Después de que Abu Lahab y Banu Hashim le retiraron el apoyo a Mahoma en el 620, los seguidores del profeta y él mismo comenzaron a ser hostigados en la ciudad por los demás árabes.
Mahoma intentó procurarse protección en Ta’if, una ciudad cercana, pero su viaje fue en vano, y tuvo que volver a La Meca sin apoyo. Sin embargo, los pobladores de Yathrib se mostraban familiarizados con el monoteísmo y el islam comenzó a calar en su gente.
Muchos árabes migraban a la Kaaba anualmente y en el 620 algunos viajeros que provenían de Yathrib se reunieron con Mahoma y decidieron convertirse al islam. Así fue como la comunidad de musulmanes se expandió rápidamente en esa ciudad.
En el 622 se reunieron con Mahoma 75 musulmanes de Yathrib y le ofrecieron tanto a Mahoma como a sus adeptos mecanos, resguardo en su ciudad. La tribu coraichita no estuvo de acuerdo con dejar que los musulmanes mecanos se trasladaran.
Tras la llamada “promesa de guerra” hecha por los musulmanes de Yathrib, Mahoma decidió que sus creyentes y él debían mudarse a la ciudad vecina, donde podrían ejercer su libertad religiosa.
Hégira
La migración realizada por los musulmanes de La Meca a Yathrib en el 622 es conocida como Hégira, y es uno de los hitos más importantes del islam. La ciudad que los acogió pasó rápidamente a ser conocida como Medina.
En el 622, antes de que Mahoma dejara La Meca, hubo un plan para asesinarle. Sin embargo, logró escapar intacto de las garras de sus enemigos junto con Abu Bakr.
Mahoma se refugió en una cueva en la que pasó varios días escondido. Los coraichitas pusieron una recompensa para quien hallara al musulmán, vivo o muerto, y lo entregara a La Meca.
Así comenzó una cacería en su contra, pero no pudo ser capturado por ninguno de sus perseguidores. En junio del 622 arribó a las cercanías de Yathrib. Antes de ingresar a la ciudad se detuvo en Quba’ y creó allí una mezquita.
La primera migración de los musulmanes se había dado en el 613 o 615, pero el destino en esa oportunidad fue el reino de Abisinia, donde se profesaba la religión cristiana. A pesar de todo, Mahoma había permanecido entonces en La Meca.
Constitución de Medina
En Yathrid convivían varias tribus de diferentes religiones, algunas eran judías y dos de ellas árabes, y practicaban costumbres politeístas. No obstante, su roce con el judaísmo les había dado el conocimiento básico de las creencias monoteístas.
Las tribus árabes debían hacer frente de forma frecuente a los choques entre sí. De hecho, una guerra reciente había menguado a la población y la economía no tenía mejor suerte, por lo que Mahoma asumió el papel de mediador desde su llegada.
En el mismo 622, el profeta musulmán creó un documento conocido como la Constitución de Medina. En el escrito quedaban sentadas las bases de una suerte de confederación islámica que acogía diferentes religiones entre sus pobladores.
Los miembros fundadores de Medina fueron ocho tribus judías y los musulmanes, entre los que se encontraban los migrantes coraichitas y los conversos nativos de la ciudad: los Banu Aws y los Banu Khazraj.
A partir de entonces la sociedad árabe comenzó a implementar en Medina una organización que dejó de ser tribal y se configuró como un Estado religioso. Asimismo, declararon a Medina como tierra santa, por lo que no podía haber guerras internas.
No musulmanes
Los judíos que habitaban la zona recibieron también las directrices de sus deberes y derechos como miembros de la comunidad de Medina mientras acataran los designios de los seguidores del islam. En primer lugar disfrutaban de seguridad igualitaria a los musulmanes.
Luego podrían tener los mismos derechos políticos y culturales que ostentaban los que profesaban el islam, entre esos se encontraba la libertad de credo.
Los judíos debían participar en los conflictos armados contra los pueblos extranjeros por igual, tanto en hombres como en gastos de financiamiento del ejército. Las disputas internas quedaban prohibidas a partir de entonces.
Sin embargo, hicieron una excepción con los judíos: estos no tenían la obligación de participar en las guerras de fe, o guerras santas, de los musulmanes por no compartir su religión.
Conflictos bélicos
Luego de la Hégira, Mahoma fue acogido en Medina como un nuevo profeta. Tanto los clanes sin líderes, como algunas de las comunidades judías de la ciudad dieron su respaldo al islam.
Aunque las causas de esta aceptación son diversas, fue de gran importancia la conversión de Sad Ibn Muhad, líder de uno de los grandes clanes de la ciudad compuesto principalmente por politeístas.
Batalla de Badr
En La Meca se incautaron las propiedades de los musulmanes que habían dejado la ciudad. Eso provocó que Mahoma, que contaba con el apoyo de la nueva confederación de Medina, decidiera cargar contra una caravana que se dirigía a La Meca en marzo del 624. Dicha caravana pertenecía al líder mecano Abu Sufyan, uno de los detractores de Mahoma.
Al mando de 300 soldados, Mahoma preparó una emboscada para la caravana cerca de Badr. Sin embargo, los vigías de los mercaderes advirtieron el peligro y desviaron la caravana al tiempo que enviaron mensaje a La Meca de que eran acechados.
Se despacharon unos 1.000 hombres para contrarrestar las fuerzas de Mahoma y el 13 de marzo del 624 se encontraron frente a frente en Badr. Sin embargo, con la caravana ya a salvo, Abu Sufyan no deseaba un enfrentamiento, pero Abu Yahl quería aplastar a los musulmanes.
Algunos clanes volvieron a La Meca, como Banu Hashim, al que Mahoma había pertenecido. Abu Sufyan y sus hombres también se alejaron de la batalla para continuar con la caravana hacia la ciudad.
El combate que siguió fue tradicional, con los campeones de ambos bandos enfrentándose primero, a eso le siguió la lucha de los ejércitos de ambos bandos, aunque las bajas se mantuvieron en un número reducido.
Resultados
Al final, se contaban entre 14 y 18 muertos en el bando musulmán. En contraste, cerca de siete decenas de muertes en el bando mecano e igual número de capturados.
Los prisioneros, salvo dos, fueron liberados luego de que sus familias pagaran rescate. En caso de que sus familias no hubiesen pagado, se les acogió en familias de Medina y muchos de ellos luego se convirtieron al islam.
Esta batalla fue trascendental en los acontecimientos que sucedieron en la península arábiga. Mahoma logró imponer su liderazgo en Medina y consolidarse como el jefe de los musulmanes, cuya fuerza también se afianzó en la región.
En La Meca, y tras la muerte de Ibn Hashim y de otros líderes en Badr, Abu Sufyan se convirtió en la cabeza de la tribu coraichita, la más importante de la ciudad y a la que pertenecía el clan Banu Hashim.
Batalla de Uhud
Durante el resto del 624, hubo trifulcas menores entre Medina, ahora mayoritariamente musulmana, y La Meca. Los mahometanos atacaban a las tribus aliadas a los mecanos y saqueaban las caravanas que iban o venían de la ciudad. Los hombres de Abu Sufyan emboscaban cuando podían a los hombres de Medina.
En diciembre, Abu Sufyan congregó un ejército de 3.000 hombres para marchar hacia Medina. En Badr el honor de La Meca había sido mancillado y eso era malo para el influjo de peregrinos que tanto dinero dejaban en la ciudad.
Al enterarse los medineses, se reunieron en consejo y decidieron enfrentarse al ejército de Abu Sufyan en el monte Uhud. Cerca de 700 musulmanes harían frente al ejército de 3.000 mecanos.
El 26 de marzo del 625, ambos bandos se encontraron y, aunque tenían desventaja numérica, la batalla parecía favorable a los de Medina. Entonces, la falta de disciplina de algunos hombres les llevó a la derrota y el profeta fue herido gravemente.
Resultados
Se desconoce cuántas víctimas hubo en el bando de La Meca, pero se contaron 75 muertes del lado medinés. Los hombres de Abu Sufyan se retiraron del campo de batalla diciéndose victoriosos. Sin embargo, los recuentos indican que ambas facciones tuvieron pérdidas similares.
La derrota desmoralizó a los musulmanes, que consideraban la victoria de Badr como un favor de Alá. Mahoma les dijo que Alá estaba con ellos, pero que esa derrota era una prueba a su constancia y su fe y que habían sido castigados por su desobediencia.
Batalla de la Trinchera
Los meses que siguieron al enfrentamiento en Uhud le sirvieron a Abu Sufyan para planear un gran ataque contra Medina. Convenció a algunas tribus norteñas y del este para que se le unieran y reunió cerca de 10.000 soldados.
Esta cantidad pudo haber sido aún mayor pero Mahoma adoptó la estrategia de atacar con fuerza a las tribus que se unieran a la causa mecana.
En los primeros meses del 627, Mahoma supo de la inminente marcha contra Medina y preparó la defensa de la ciudad. Aparte de contar con unos 3.000 hombres y de tener una muralla reforzada, Mahoma hizo cavar trincheras, desconocidas en la península arábiga hasta ese momento.
Dichas trincheras protegían los pasos donde Medina era vulnerable a ataques de caballería y, junto con las defensas naturales que poseía la ciudad, los medineses esperaban neutralizar gran parte de las fuerzas atacantes.
Las fuerzas de Abu Sufyan montaron sitio a la ciudad, mientras negociaban con la tribu judía Banu Qurayza, cuyo asentamiento se encontraba en las afueras de la ciudad pero dentro de las trincheras, para decidir cuándo atacar.
Sin embargo, Mahoma logró sabotear las negociaciones y el ejército mecano levantó el sitio luego de tres semanas. Entonces, los de Medina montaron sitio al asentamiento judío y tras 25 días la tribu Banu Qurayza se rindió.
Resultados
La mayoría de los hombres fueron ejecutados, y las mujeres y niños esclavizados, siguiendo las leyes rabínicas de los Banu Qurayza. Todas sus posesiones fueron tomadas por Medina en nombre de Alá.
La Meca empleó el poder económico y diplomático que tuvo a su disposición para eliminar a Mahoma. Al no conseguirlo, la ciudad perdió su prestigio y sus principales rutas comerciales, especialmente la de Siria.
Conquista de La Meca
Tras el tratado de Hudaybiyyah, celebrado en marzo del 628, la calma entre los mecanos y la confederación de Medina duró cerca de dos años. A finales del 629 los miembros del clan Banu Khuza’a, partidarios de Mahoma, fueron atacados por el Banu Bakr, aliado de La Meca.
Mahoma envió a los mecanos 3 opciones para dar seguimiento al ataque realizado al Banu Khuza’a: la primera fue pagar “dinero de sangre”, es decir, una multa por sus acciones bélicas que violaban el tratado de paz.
También les ofreció deslindarse de sus lazos amistosos con los Banu Bakr o, simplemente, disolver el tratado de Hudaybiyyah. Los líderes de La Meca se inclinaron por la última opción, aunque luego se arrepintieron e intentaron volver a consolidar la paz.
No obstante, Mahoma había tomado una decisión: marchó con más de 10.000 hombres sobre La Meca. El plan fue ocultado de los ojos y oídos, incluso, de aquellos generales cercanos a Mahoma.
Mahoma no deseaba derramar sangre, por lo que solo hubo enfrentamiento en un flanco que fue atacado primero por los mecanos. Luego de haber controlado la ciudad, Mahoma otorgó perdones generales a los habitantes, quienes se convirtieron al islam en su mayoría.
Al entrar a La Meca, los seguidores del islam destruyeron rápidamente los ídolos guardados en la Kaaba.
Conquista de Arabia
Al ver que Mahoma ya se había hecho fuerte en La Meca y que controlaría pronto toda la región, algunas tribus beduinas, entre las que se encontraban los Hawazin en conjunción con los Banu Thaqif, comenzaron a reunir un ejército que doblaba los números musulmanes.
En el 630 se produjo la batalla de Hunayn, ganada por Mahoma, aunque al comenzar el enfrentamiento la situación no era favorable a los musulmanes. Así fue como los islámicos tomaron grandes riquezas, producto de los saqueos a enemigos.
Luego, Mahoma marchó al norte para tomar control de la zona, consiguiendo reunir una fuerza de más de 30.000 hombres. Pero esos soldados no vieron batalla, porque los líderes árabes se rendían ante los musulmanes sin resistencia e, incluso, se convertían al islam.
Finalmente, los beduinos restantes aceptaron la religión islámica. A pesar de ello, pudieron mantener en gran medida sus costumbres ancestrales y se mantuvieron al margen de las exigencias musulmanas.
Peregrinación de despedida
En el 632, Mahoma participó en la peregrinación a La Meca. El nombre que se le da en árabe a este viaje es “Hajj” y esta fue la única en la que el profeta pudo acudir en su totalidad, puesto que en ocasiones anteriores había tenido que suspenderla para tomar otros rumbos.
Los musulmanes aprovecharon la ocasión para observar todos los actos del profeta. De ese modo, pudieron sentar las bases de sus ritos y costumbres, de acuerdo con lo hecho en ese tiempo por Mahoma.
En esos días, el profeta dio su Sermón de Despedida, un discurso donde hizo varias recomendaciones a los musulmanes, como, por ejemplo, la de no regresar a las viejas costumbres paganas.
También recomendó dejar atrás el racismo que era común en la sociedad árabe pre-islámica y explicó que blancos y negros eran iguales. Del mismo modo, exaltó la importancia de proporcionar un trato adecuado a las esposas.
Muerte de Mahoma
Mahoma falleció en Medina el 8 de junio del 632. Pocos meses tras la peregrinación de despedida, el profeta cayó enfermo con fiebre, dolor de cabeza y debilidad general. Días después murió.
La guerra por conseguir el puesto de Mahoma comenzó rápido, especialmente porque no había ningún hijo varón sobreviviente.
No dejó claro en un testamento quién sería su sucesor como líder del pueblo musulmán, por lo que se prestó a confusiones y a enfrentamientos entre facciones que consideraban tener derecho a ser sus herederos.
Cuando se produjo la muerte de Mahoma, Abu Bakr fue nombrado primer califa, debido a que había sido uno de los colaboradores más cercanos del profeta durante su vida. El pueblo suní desciende de esta rama.
Luego, otros consideraron que quien debía tomar el mando tras el fallecimiento del profeta era su yerno y sobrino, quien también había sido un seguidor férreo de Mahoma: Ali ibn Abi Talib. Los seguidores de Alí son conocidos como chiítas.
Las disputas por la sucesión del líder musulmán y los enfrentamientos internos entre ambos grupos, suníes y chiítas, se mantienen hasta la actualidad, tras haber transcurrido más de 1.300 años.
Referencias
- Muhammad. Recuperado de en.wikipedia.org.
- Muhammad. Recuperado de britannica.com.
- Muḥammad – Oxford Islamic Studies Online. Recuperado de oxfordislamicstudies.com.
- Glubb, J.B. The Life and Times of Muhammad. Hodder and Stoughton.
- Rodinson, M. Muhammad: Prophet of Islam. Tauris Parke Paperbacks.