¿Quién es Genie Wiley?
Genie Wiley (1957) fue el nombre que se le dio a una niña salvaje rescatada en 1970, cuando tenía 13 años. Su caso fue estudiado por muchos psicólogos, lingüistas y científicos relevantes de la época, ya que en el momento en que se la encontró la joven sufría severos retrasos en el desarrollo y no había aprendido a hablar.
Aproximadamente cuando tenía 20 meses, su padre la encerró en una habitación a la que nadie más que él tenía acceso. A partir de este momento, y hasta que fue rescatada, Genie permaneció atada casi toda su vida a un orinal o a una pequeña silla, sin tener estímulos de ningún tipo, y con los brazos y piernas totalmente inmovilizados.
Estas condiciones durante sus primeros años tuvieron como resultado que la niña no desarrollara sus capacidades cognitivas. Los trabajadores que estudiaron su caso lo vieron como una oportunidad para comprender más la naturaleza del lenguaje, y la teoría del periodo crítico de aprendizaje, que dice que cada habilidad mental solo puede aprenderse en un momento determinado de la vida.
Durante los años siguientes a su rescate, los científicos que trabajaron con ella consiguieron que desarrollase en gran medida algunas habilidades, como la comunicación no verbal o la capacidad para relacionarse con otras personas de forma efectiva. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, nunca llegó a adquirir un primer idioma por completo.
Finalmente, tras muchos años viviendo en instituciones para personas con problemas mentales, donde sufrió severos abusos, tanto físicos como psicológicos, su madre biológica prohibió todos los estudios relacionados con ella. Hoy en día, se cree que vive internada en un centro especializado en California, Estados Unidos.
La historia de Genie Wiley
Genie nació el 18 de abril de 1957, siendo la cuarta hija de una familia de Arcadia (Los Ángeles), California. No se sabe mucho de sus dos primeros años de vida, pero se cree que la niña pudo haber nacido con un trastorno del desarrollo, que habría hecho que adquiriese ciertas habilidades normales a su edad con retraso.
Su madre estaba prácticamente ciega debido a un accidente sufrido cuando era más joven, y dependía casi por completo de su marido, el padre de Genie. Este mantenía una relación abusiva con ella, maltratándola físicamente y aislándola del mundo exterior, obligándola a cortar todo contacto con cualquiera que no fueran él o sus hijos. De los cuatro hijos, solo sobrevivieron el hermano y Genie.
Cuando la niña tenía 20 meses, su abuela paterna murió atropellada por un conductor ebrio, lo que afectó mucho al padre. Este, paranoico, decidió que debía proteger a su familia a toda costa del mundo exterior, por lo que les obligó a permanecer encerrados en casa sin tener ningún contacto con otras personas.
Así, Genie pasó casi 12 años sin salir de la casa familiar, atada en todo momento a un orinal que hacía las veces de silla, aunque ocasionalmente su padre la trasladaba a una cuna, donde dormía atada en un saco de dormir. La habitación estaba casi completamente a oscuras, y prácticamente vacía de estímulos.
Por si esto fuera poco, el padre de Genie tenía una tolerancia extremadamente baja al ruido, y daba palizas a su mujer o a su hijo si hablaban sin pedirle permiso primero. Además, les prohibió expresamente que hablaran con la niña, evitando también hacerlo él mismo. De esta manera, durante sus primeros trece años de vida, la joven prácticamente no escuchó ningún lenguaje hablado.
Descubrimiento de Genie
En octubre de 1970, cuando Genie tenía aproximadamente trece años, su madre decidió huir con ella a casa de sus padres. El hermano de la niña, que por aquel entonces tenía ya 18 años, había huído hacía tiempo y vivía con unos amigos.
Poco después, la madre de Genie decidió solicitar una ayuda estatal debido a su problema de visión, pero por equivocación entró en el edificio de los Servicios Sociales. Allí, los trabajadores se fijaron en las penosas condiciones en las que estaba la niña, y tras confirmar su edad decidieron contactar con la policía.
Tanto el padre como la madre de Genie fueron arrestados y acusados de maltrato infantil, y la niña fue trasladada al hospital para niños de Los Ángeles. Un día antes de ir a juicio para ser condenado por los abusos hacia su familia, el padre se suicidó, dejando una nota en la que explicaba que “el mundo nunca entendería lo que había hecho”.
A partir de ese momento, Genie pasó a manos de un equipo de expertos liderados por David Rigler, un terapeuta de la Universidad of Southern California, Howard Hansen, jefe del departamento de psiquiatría de la misma institución, y James Kent, un pediatra especializado en desarrollo infantil.
Estado inicial de Genie
Desde los primeros exámenes que mostraron el estado en que se encontraba la niña, multitud de expertos se interesaron por su historia y por su posible mejora. El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) donó los fondos necesarios para realizar todas las investigaciones que hicieran falta con Genie, con el fin de ayudarla y entender mejor el desarrollo humano.
El equipo que se encargó en un principio de su rehabilitación se encontró con una niña de 13 años que pesaba menos de 30 kilos, que apenas sabía andar, y que era incapaz de mantener sus piernas y brazos estirados. Tampoco era capaz de masticar, de controlar sus esfínteres, y por supuesto, de hablar. De hecho, solo reconocía dos palabras: su propio nombre, y “perdón”.
Tras el examen inicial, Kent se refirió a ella como “la niña más profundamente afectada que había visto nunca”, mostrando así pesimismo sobre su posible recuperación. En los tests de habilidades cognitivas que se le aplicaron, consiguió una puntuación equivalente a la de un niño de un año.
Sin embargo, en muy poco tiempo Genie Wiley comenzó a hacer grandes progresos en determinadas áreas. Por ejemplo, aprendió a vestirse por sí sola y a ir al baño sin ayuda, además de comunicarse con otras personas de forma no verbal. Sin embargo, su progreso con el lenguaje permaneció prácticamente nulo.
Genie y el lenguaje
Una de las principales razones por las que el caso de Genie interesaba tanto a psicólogos y a lingüistas era que ofrecía una oportunidad única de estudiar la naturaleza del lenguaje.
En aquella época, una de las teorías más importantes era la propuesta por Noam Chomsky, que defendía que los humanos venimos equipados de forma innata con unas herramientas que nos permiten entender los principios del lenguaje. Si somos expuestos al habla, estas herramientas hacen posible que aprendamos a utilizar un idioma de forma muy rápida.
Sin embargo, otros lingüistas, como Eric Lennenberg, creían que la adquisición del habla solo puede darse de forma realmente efectiva en un momento dado de la vida, lo que se conoce como “periodo crítico”.
Según este investigador, a partir de los 12 años el cerebro pierde parte de su plasticidad y no somos capaces de aprender un lenguaje de forma completamente funcional, si no hemos adquirido uno primario previamente.
El caso de Genie, por lo tanto, permitía a los expertos en este campo comprobar si la teoría del periodo crítico de la adquisición del lenguaje era cierta o no. Si, con un programa adecuado de rehabilitación, la niña no era capaz de aprender a hablar, esto implicaría que el habla solo puede desarrollarse hasta una edad determinada.
Progreso con el habla
A pesar de conseguir una puntuación equivalente a la de un niño de 1 año en sus primeros tests, Genie comenzó a emitir sus primeras palabras rápidamente. En un principio, pronunciaba palabras aisladas, y más tarde las unía de dos en dos, de la misma manera que hacen los bebés cuando están aprendiendo a hablar.
En este punto, sus terapeutas creían que Genie sería capaz de aprender a hablar de forma totalmente normal. Sin embargo, jamás llegó a la siguiente fase del desarrollo, en la que los niños empiezan a experimentar con nuevas combinaciones de palabras y a aplicar normas gramaticales básicas. Por tanto, su dominio del idioma se quedó estancado en este punto.
Este resultado parece corroborar las teorías de Chomsky y Lennenberg sobre el periodo crítico en la adquisición del lenguaje. Sin embargo, otros factores, como la severa desnutrición que sufrió durante sus primeros trece años de vida, los abusos que sufrió a manos de su padre y una posible enfermedad genética, hacen que los datos no sean tan concluyentes como podrían parecer en un principio.
Años posteriores y actualidad
Durante los siguientes años los distintos investigadores que trabajaban en su caso pelearon por su custodia y por la oportunidad de trabajar con ella más de cerca. Sin embargo, en 1974 la NIMH retiró la financiación de la investigación, debido a la falta de resultados importantes.
Desgraciadamente, durante los siguientes años, Genie fue pasando por diferentes casas de acogida, donde sufrió aún más abusos y maltratos. Finalmente, su madre denunció a sus investigadores y pidió que se retirara a la joven de la vida pública, con lo que su situación actual es prácticamente desconocida.
Debido a los abusos que sufrió en los años posteriores a 1974, la joven volvió a encerrarse en su mutismo y pareció perder gran parte de las habilidades que adquirió durante sus años de tratamiento. Actualmente, se sabe que está internada en un centro especializado en el sur de California, alejada de las cámaras y los experimentos.
Referencias
- The story of feral child Genie Wiley. Recuperado de verywellmind.com.
- Genie Wiley: la terrible historia de la niña salvaje. Recuperado de tuul.tv.
- El extraño caso de Genie. Recuperado de lamenteesmaravillosa.com.
- Genie Wiley: la terrible historia de la niña salvaje. Recuperado de psicoactiva.com.
- Genie (feral child). Recuperado de en.wikipedia.org.