¿Qué es un pecado venial?
Un pecado venial es una acción de negligencia, tropiezo o caída leve en el seguimiento de Cristo. Para la iglesia católica, el pecado venial es una falta de poca gravedad, que puede perdonarse luego del sacramento de la confesión, con una penitencia también leve.
Incluso, al comienzo de la misa (o Eucaristía), el acto penitencial que se celebra es suficiente para perdonar los pecados veniales (como malos pensamientos, arrebatos ligeros o rabietas, etc.). Pero es requisito indispensable que quien peca tenga siempre intención de reparar la falta y de no volver a cometerla.
Origen del término “pecado venial”
La palabra venial es un sustantivo que procede del latín venialis, y se relaciona con el perdón y la gracia. Etimológicamente, significa perdonable, excusable o redimible. De tal manera que se puede considerar que el pecado venial es un acto que atenta contra la moral según la teología, pero que es de fácil remisión.
Esta herencia imperfecta, que fue legada por el pecado original, ha mantenido a la humanidad (cristiana) en una diatriba permanente entre el bien y el mal, ante el hecho de que Dios le otorgó el libre albedrío para sortear la tentación.
Los antiguos griegos desafiaron a sus dioses a través de la hybris, que no era más que la intención de transgredir sus leyes o límites impuestos a los humanos mortales. La hibris hacía referencia al hecho de violentar deliberadamente el cuadrante de acción de la otra persona, motivado por pasiones ilimitadas.
En la tradición eclesiástica y en la Biblia se encuentra una clasificación del pecado partiendo de la idea de que toda transgresión de la ley de Dios es considerada una falta a su voluntad.
En qué consiste el pecado venial
El pecado venial es, en esencia, distinto al pecado mortal. No acaba definitivamente con nuestro vínculo con Dios, pero sí lo resiente, ya que es un acto voluntario de pensamiento, obra u omisión en contra de la ley de Dios, sobrepasando los límites de las leyes de su voluntad.
Debido a su naturaleza, se puede perdonar en sí mismo y requiere de un castigo provisional y proporcional, es decir, leve. El individuo no se aparta de la gracia de Dios porque dicha acción se atribuye a la imperfección humana, pero no atenta contra el fin principal de la ley divina.
Es redimible a través de un acto de contrición auténtico, en el que la recta conciencia nos impulsa a no volver a cometer la falta. Las sanciones se ajustan a la gravedad dentro de la escala y consisten en actos que generen reflexión y conciencia del hecho.
Los pecados veniales tienen grados de complicación y, en palabras de santo Tomás de Aquino, han sido clasificados como paja, madera y caña, elementos con niveles de inflamación diferentes que definen la calidad de la falta.
De esta manera se puede concluir que, a pesar de la levedad de la infracción, no se puede perder la perspectiva con respecto a incurrir una y otra vez en estas faltas menores, que son acumulativas cuando no hay un arrepentimiento sincero ni se toman acciones específicas que fortalezcan la fragilidad del espíritu.
Conviene destacar que la principal característica de un pecado venial es que no es mortal. Sin embargo, como ya se mencionó, los grados varían, y un pecado venial puede ser bastante grave, que sí necesita del sacramento de la confesión para ser perdonado.
Ejemplos de pecado venial
Dentro de los pecados veniales existe una clasificación de acuerdo con la gravedad de los mismos. A continuación listamos los más comunes:
- Vicios. Se refiere a todo aquello hecho a voluntad que desarrolle un estado de ansiedad por dependencia y que atente contra la integridad. Por ejemplo: fumar, beber alcohol, comer en exceso, juegos de azar y fornicar, entre otros.
- Mentir. Corresponde a la acción de ocultar, tergiversar u omitir la verdad de los hechos, perjudicando moral, física y psicológicamente a otros o a sí mismo. Engañar es suponer que el otro es incapaz de reconocer la mala fe, porque pone su confianza en aquel que le traiciona.
- Maldecir. Se cree que desear mal a otro es alejar el corazón de Dios. Esta acción recae sobre aquel que maldice; según las leyes de Dios, esto convierte al individuo en un alma frágil y en vehículo del mal. La palabra es la expresión del corazón, por lo tanto, maldecir es propio de un corazón enfermo.
- Abuso verbal. Todo aquello que implique dañar al otro desde cualquier aspecto se considera pecado. En el caso de la agresión por medio de la palabra, violenta de manera psicológica a quien recibe la ofensa. Un mensaje hiriente puede causar daños significativos en el individuo.
- Creer en supersticiones. Incluye creer en la casualidad y en otras ideas distintas a Dios. Se trata de poner la fe sobre falsos ídolos, interpretar de manera incorrecta a Dios y darle poder a la imaginación desde el yo y sin sustento en las Escrituras.
- No asistir a misa. Dentro de los deberes religiosos, visitar la casa de Dios con devoción es una muestra de fe y de amor que supera las debilidades. Abandonar cualquiera de los deberes para con la religión es un acto de rebeldía ante la autoridad divina.
- Juzgar. Los juicios de valor son una pretensión humana de igualarse con la divinidad suprema de Dios. La Iglesia afirma que no es labor de un individuo juzgar a otras personas y condenarlas por sus acciones.
Su deber es mostrarles con humildad y amor el recto camino dentro de la voluntad y la ley de Dios. La frase bíblica “no mires la paja en el ojo ajeno” responde a esta situación.
Referencias
- O’Neil, A.C. Sin. Recuperado de newadven.org.
- El pecado mortal y el pecado venial. Recuperado de ewtn.com.
- El pecado venial. Recuperado de hogardelamadre.org.
- Pecado venial. Recuperado de es.wikipedia.org.
- Pecado mortal y pecado venial. Recuperado de es.la-croix.com.