Entre algunas curiosidades sobre la Edad Media, se pueden mencionar los hábitos de higiene, las prácticas alquímicas o el poder absoluto que tenía la Iglesia católica sobre la población. La Edad Media es un periodo histórico que arrancó en el siglo V, con la caída del Imperio romano, y culminó en el siglo XV, Nada menos que 1.000 años.
Esta etapa es una de las más incomprendidas: se la ha tachado de oscurantista (por el poder de la iglesia), pero también sucedieron cosas increíbles, como el surgimiento de las universidades (donde las mujeres podían dar clases y ser alumnas).
10 curiosidades sobre la Edad Media
Un baño al año
Tal vez no era tan justo una vez al año, pero sí era dilatado el tiempo entre un baño y otro. Solían bañarse de vez en cuando, y sobre todo al comenzar la primavera, cuando llegaba el buen tiempo. Sin embargo, las damas pudientes tenían en sus tocadores numerosos aceites y ungüentos con los que cuidaban su piel y su cabello.
La razón de los baños esporádicos era que se pensaba que demasiada agua podía enfermar la piel.
Acusaciones de brujería
La Inquisición fue una institución que operó durante la Edad Media, con métodos terribles de tortura. Era la encargada de juzgar a los herejes. La Inquisición fue fundada en Francia en 1184, y se extendió por varios países de Europa. Llegó hasta 1808, cuando fue abolida por Napoleón Bonaparte en España, último país practicante de esta costumbre.
La creencia en la brujería es ancestral. Y en la Edad Media era bastante corriente que se acusase a alguien de brujo, si por casualidad se advertía algún hábito extraño en alguien. Las mujeres solían ser acusadas más veces de brujas.
Dos monjes dominicos alemanes escribieron una suerte de guía, el Malleus Maleficarum, en español El martillo de las brujas, en el que se listaban pruebas y características para reconocer a una bruja.
De acuerdo con muchos historiadores, más del 80% de las personas inculpadas de brujería eran mujeres. La edad promedio de los practicantes de hechicería solía ser de 60 años, y tal vez por eso en los relatos folclóricos se suelen ver brujas de avanzada edad.
Nada de risas en la iglesia
Durante la Edad Media, la religiosidad era tomada muy en serio, hasta el punto de que la risa fue prohibida en todos los recintos religiosos. Esto iba en contra de lo que pensaban filósofos de la Antigüedad, como Aristóteles, quien decía que la risa era una característica innata de todos los individuos. El motivo de la prohibición era que se creía que la risa tenía un origen diabólico.
Pensaban esto porque en los Evangelios nunca se describió a Cristo riendo. Además, el sentido del humor era asociado al comportamiento libertino, a las malas costumbres y conductas inapropiadas. El propósito final de esta restricción era mostrar la mayor seriedad posible durante la permanencia en las iglesias, como muestra de respeto y temor a Dios.
Sangre curativa
Si bien los tratamientos de la epilepsia han evolucionado notablemente durante las últimas décadas, los orígenes de la búsqueda de una cura permanente a este mal tienen su origen en el Imperio romano y en la Edad Media.
En estas épocas, más que una investigación científica, eran supersticiones fuertemente arraigadas. Además, existía la creencia de que la energía vital contenida en la sangre podía ser transferida mediante el consumo de la misma.
Cuando algún miembro de la aristocracia romana sufría de convulsiones epilépticas, la primera opción era buscar al más aguerrido de los gladiadores que hubiera. El motivo era que se pretendía extraer su sangre, ya que se creía que esta servía como un efectivo elixir contra esta afección neurológica.
Esta creencia, lejos de desaparecer, fue adoptada por los miembros de la nobleza en la época medieval. La fuente sanguinea solía provenir de los siervos. Por supuesto, esta cura no servía, así como tampoco eran ciertas las supuestas propiedades afrodisíacas de la sangre.
Música demoníaca
La creencia de vincular la música con entidades infernales proviene de la Edad Media, ya que de acuerdo con textos antiguos, había un intervalo musical llamado tritono, cuyo sonido parecía provenir del infierno. Las penalizaciones por usar estas notas musicales iban desde altos tributos hasta la cárcel.
Esto estaba motivado por el sonido disruptivo que tenían las notas “SI-FA-SI” y la dificultad que suponían al ser llevadas al canto. La falta de simetría en estas notas se asociada a la falta de divinidad y a su origen vinculado a las malas artes.
Estas notas solían ser consideradas como una invocación de presencias demoníacas. En más de una oportunidad se hablaba sobre la sensación de presencias malignas cerca de la persona que tocaba el temido tritono.
Los bebés no sentían dolor
La medicina de la Edad Media era muy poco sofisticada y sus métodos casi siempre ineficaces. Había teorías que la gente seguía ciegamente, como una que involucraba a los recién nacidos, que, según ciertos médicos, no padecían ningún dolor.
Aunque la ciencia ha podido comprobar que incluso los fetos pueden sentir dolor, esta creencia se mantuvo durante varios siglos. Pero eso no es todo, ya que había una amplia gama de disparatados consejos que los doctores del medioevo solían dar a las madres, quienes diligentemente los cumplían.
Las indicaciones iban desde la importancia de la envoltura, hasta la edad apropiada para ingerir alcohol. El buen cobijo proporcionado bajo una manta bien ajustada era de vital importancia para la buena distribución de los órganos del cuerpo, según los médicos de la época, ya que la fragilidad de los huesos del neonato proporcionaba deformidades si este consejo era desobedecido.
De acuerdo con Bartolomeus Metlinger, quien escribió el Libro de los niños publicado en 1473: “Las niñas pueden probar el vino a los 12 años y los niños a los 14. La razón es porque hasta ese momento los niños están creciendo y necesitan humedad. El vino es seco y elimina la humedad de la naturaleza, evitando el crecimiento del niño”.
La generación espontánea
Durante la Edad Media se impusieron postulados que hoy en día se sabe que no son ciertos. La generación espontánea fue una teoría que se daba por sentada en aquel tiempo, pues daba respuesta a una gran incógnita sobre el origen de ciertos organismos.
La aparición de larvas, gusanos y otros tipos de insectos en la comida y otros lugares representaba todo un misterio para la comunidad científica. Así, la gente medieval pensaba que estos animales surgían espontáneamente de la nada.
Estas creencias lograron llegar hasta el siglo XVII, cuando el naturalista Jean Baptiste Van Helmont se convirtió en uno de los más afamados defensores de esta hipótesis. Este científico de origen belga aseguraba que las pulgas, moscas y garrapatas provenían de los desechos humanos.
De acuerdo a sus análisis, llegó a desarrollar una fórmula que tenía como finalidad la creación de ratones. Los componentes de su receta eran ropa interior llena de sudor y varios granos de trigo. Estos ingredientes debían ser mezclados en un envase de tamaño considerable para luego dejarlos en reposo.
Según el pensador, luego de 21 días esta mezcla daría como resultado varios roedores de diferente sexo y colores. Algo que siempre llamó la atención de Van Helmont fue el hecho de que los ratones generados ya estaban en edad adulta.
Los dientes agujereados proporcionaban fuerza
Tal vez muchos odontólogos se asombren ante las medidas de higiene bucal practicadas durante la Edad Media. Y es que los implementos de aquellos tiempos distan mucho de los actualmente utilizados para la prevención de caries y otros males que suelen afectar los dientes.
De hecho, es uno de esos casos en los que la cura resulta peor que el mal padecido. Durante esta época, eran muchos los hombres que solían abrir agujeros en sus dientes, pues creían que esta técnica les garantizaba una mayor fuerza.
Por otro lado, el dentífrico recomendado era la orina. Se creía que esta secreción corporal brindaba la protección necesaria contra todas las infecciones bucales.
Quienes se encargaban de extraer piezas dentales eran los sacamuelas, que solían ser barberos que también ejercían estas funciones. Por supuesto, las grandes pinzas utilizadas para este fin no tenían la higiene apropiada. Y en algunos casos terminaban por infectar las encías, que eran tratadas con la ingesta de vino.
Juicios contra animales
Las leyes creadas durante el mundo antiguo y en la Edad Media, han servido como inspiración a cientos de leyes que aún tienen vigencia en el mundo actual. Si bien esto es cierto, hay muchos estatutos y procedimientos legales que resultan inauditos.
Una de las muchas costumbres extrañas que se tenían en aquella época, consistía en juzgar legalmente a los animales por cualquier infracción cometida. En 1522 se llevó a cabo un insólito juicio a unos ratones, en un poblado de Francia llamado Autun.
El motivo de la demanda contra estos roedores era el hecho de que se habían comido casi la totalidad de los cultivos de cebada de esa aldea. Las ratas fueron citadas a comparecer ante un tribunal constituído por un funcionario, quien se dirigió ante sus respectivos nidos y les leyó en voz alta el estatuto que las obligaba a presentarse en un juzgado.
El asunto no concluyó allí, ya que estas escurridizas acusadas tuvieron un abogado designado por la corte, que fue conocido posteriormente como el defensor de las ratas.
Las abejas eran consideradas aves y los castores peces
La clasificación de las especies durante esta época era un tema complicado, ya que no se tenía mayor referencia sobre la composición genética de un animal. Por eso el entorno en que cada especie se desenvolvía, resultaba de especial interés para la mayoría de los naturalistas medievales.
Al ver a los castores construyendo una presa en el agua se llegó a la conclusión de que este espécimen no era otra cosa sino un pez, a pesar de su extraña fisonomía. Era común ver a muchos pescadores en búsqueda de este supuesto ser acuático, debido al interés que tenían sus genitales para uso medicinal. Se creía que servían como cura para dolores de cabeza e incluso la epilepsia.
El caso de las abejas también es muestra de las curiosidades encontradas en la Edad Media, ya que debido a que casi siempre se encontraban volando y vivían en unas enormes caparazones consideradas nidos, no es de extrañar que fueran consideradas aves por los habitantes europeos medievales.
La creencia general consistía en que dentro de su hábitat, solían tener guerras con otras colmenas, e incluso se pensaba que podían ser condenadas al exilio si llegaban a infringir las leyes de su entorno social.