¿Quién fue Homero?
Homero (ca. siglo VIII a.C.), fue un antiguo aedo griego, a quien se le atribuye la autoría de dos poemas épicos de gran importancia para la literatura occidental: la Ilíada y la Odisea. Un aedo era, en la antigua Grecia, el artista que cantaba las epopeyas de los héroes, que acompañaba con la cítara.
Se tienen dudas de la existencia real de Homero. La tradición decía que era ciego, y su lugar de nacimiento se lo reclaman varias ciudades, por ejemplo, Esmirna, Colofón, Atenas, Rodas, Argos, Salamina, Quíos, Ítaca, Pilos o Cumas.
Aunque la veracidad de su existencia es polémica, no fue un impedimento para que varios autores, desde la Antigüedad, crearan míticas biografías con diferentes datos acerca de su lugar o fecha de nacimiento, familia y ciudades en las que vivió.
Otro tema de debate entre los académicos fue si Homero componía sus obras siguiendo una estructura oral o si, por el contrario, desde el principio fueron concebidas como creaciones literarias. En todo caso, todavía hoy existe el debate sobre su existencia real.
Biografía de Homero
Nacimiento
Siete lugares son los más mencionados, desde la Antigüedad, como la cuna de Homero: Esmirna, Quios, Colofón, Cumas, Argos, Ítaca y la propia Atenas.
Otros aseguran que era natural de Egipto o Chipre, pero nada se tiene por cierto. Tampoco hay precisión sobre la fecha, solo que nació y murió en el siglo VIII a.C.
Vida tradicional
Existen varias historias sobre su vida. La que tiene más renombre, y también la mayor antigüedad, es la escrita por Heródoto. En esta versión se afirma que el nombre real del poeta era Melesígenes y que había nacido en Esmirna.
Su madre era Criteis, una huérfana que quedó embarazada sin haberse casado, por lo que se vio obligada a dejar su ciudad, Cumas. Una vez establecida en su nuevo domicilio, aceptó estar con un maestro de nombre Femio, que reconoció al joven Melesígenes como hijo suyo.
Según la historia, Melesígenes era un niño muy inteligente, y eso hacía que destacara entre sus pares. Al alcanzar la adultez ya había equiparado, o superado, la habilidad de su maestro en el arte de la enseñanza. De hecho, cuando Femio murió, la escuela pasó a manos de su hijastro.
Luego, el joven zarpó para conocer de primera mano el mundo en compañía de Mente, que era marinero. Después de vivir muchas aventuras, Melesígenes se enfermó y luego perdió la visión. A partir de entonces comenzó a llamarse Homero, que significaba “ciego”.
Otras versiones
En otras historias, se cuenta que era hijo del río Meles, junto con Criteis, y de allí provenía su nombre, Melesígenes, que puede traducirse como nacido del –o en– Meles.
Algunas versiones aseguran que la madre del poeta no era una mujer corriente, sino una ninfa. También se dijo que Criteis había sido secuestrada y forzada a contraer matrimonio con el rey de Lidia llamado Meón, de quien concibió a Homero. El muchacho, al parecer, nació a las orillas del río Meles al tiempo que su madre murió.
En otros casos, Homero fue presentado como el nieto de Odiseo. Según esa versión, el poeta era hijo de Telémaco y Policasta, y se asegura que por eso contó la historia de su familia, engrandeciendo los logros alcanzados por sus ancestros.
Los que apoyaban la versión de un Homero extranjero, pensaban que era un poeta, o bardo, que cantaba a los militares para entretenerles. Según esa historia, “homero” se corresponde con la palabra rehén. Esta versión asegura que él o su padre habrían sido prisioneros de guerra en algún momento.
Muerte
En cuanto a su deceso, dos teorías son las más difundidas. La primera, murió a causa de una enfermedad relacionada con su pérdida de visión, y la otra asegura que falleció a consecuencia de la vergüenza por no poder resolver un acertijo planteado por unos niños.
Aunque se crearon cientos de versiones sobre la existencia de Homero, ninguna ha podido verificarse.
Cuestión homérica
Las dudas sobre la existencia real de algún poeta o autor llamado Homero, o incluso, Melesígenes, han estado presentes desde hace mucho tiempo, al menos desde el siglo XVIII. A pesar de que los griegos no dudaban de su existencia, tampoco pudieron comprobar que hubiese existido.
Preguntas
¿Existió verdaderamente Homero? ¿Era un solo hombre? ¿Fue el único autor de la Ilíada y la Odisea? ¿Fue un compilador de relatos populares? ¿En qué época se realizaron sus trabajos? ¿Las composiciones seguían la tradición oral o fueron escritas de ese modo?
Esta es tan solo una porción de las interrogantes que no se han podido responder satisfactoriamente en miles de años y, probablemente, nunca puedan ser esclarecidas completamente.
Para ciertos académicos, los únicos documentos que pueden proveer datos sobre Homero son, precisamente, sus textos. Gracias al estudio riguroso de esas piezas se pueden vislumbrar aspectos del lenguaje, la época o la cantidad de autores, pero nada podrá jamás ser afirmado tajantemente al respecto.
Antigüedad
Desde la época helénica, los intelectuales debatían, desde diferentes posturas, sobre la obra de Homero y la propia existencia del autor griego. Entonces ya existían, al menos, siete biografías diferentes en las que cada biógrafo cambiaba las circunstancias de su vida.
Algunos griegos plantearon que dadas las diferencias estilísticas entre la Ilíada y la Odisea, se demostraba que cada texto fue escrito por una persona diferente. Ese grupo recibió el título de corizontes, pero su afirmación no logró el visto bueno de los intelectuales de su tiempo.
Debates modernos
La cuestión homérica todavía es motivo de discusión, pero especialmente lo fue tras la publicación de un texto del siglo XVII de François Hédelin, abate de Aubinac. Rechazó la existencia física de Homero y subió a la palestra pública una vez más el controvertido tema.
Esta corriente planteaba que el término “Homero” era una alusión a los poetas griegos anónimos que compusieron sus historias en tiempos antiguos, pero cuyos nombres no pasaron individualmente a la memoria del pueblo para el que cantaban.
¿Uno o muchos Homeros?
A finales del siglo XVIII, personajes como Giambattista Vico y Friedrich August Wolf defendieron lo planteado por el abate de Aubinac.
Ninguno pensaba que la Ilíada o la Odisea hubiesen sido escritos por un solo hombre, puesto que hallaban muchas diferencias de estilo dentro de un mismo texto.
Algunos se inclinaron a pensar en Homero como un compilador que pudo juntar de una forma elegante un puñado de cantos de diferentes procedencias para orquestar dos de las obras más importantes para la literatura occidental.
Pero también existieron los que pensaban en Homero como el poeta más genial de la Antigüedad, que pudo realizar su extensa obra de una forma magistral. Entre ellos estaba Franchesco de Sanctis, uno de los detractores principales de Wolf y sus partidarios.
La cuestión en la actualidad
Durante el siglo pasado, la voz de aquellos académicos que planteaban que los textos adjudicados a Homero tenían que haber sido concebidos en una tradición oral obtuvieron prestigio, especialmente por los descubrimientos asociados a la antigua civilización griega.
Milman Parry y Albert Lord fueron dos de los grandes exponentes de la corriente de la tradición oral. Ellos sustentaban sus aseveraciones en el texto en sí, puesto que consideraban que la existencia o no del autor había pasado a un segundo plano.
Lo que parecía comprobar según Parry y Lord, que los textos de Homero no fueron compuestos como una pieza de escritura original fue, entre otras cosas, la mezcla de dialectos. También lo hacían las repeticiones que emulaban una fórmula constante y los anacronismos en el lenguaje.
Debate central
En nuestro tiempo, la idea de que los textos recogían la tradición oral es uno de los planteamientos más aceptados, puesto que plantea una solución a muchas dudas que surgen alrededor de Homero y su obra.
A pesar de las discrepancias, algunos afirman que mediante esta teoría puede haber un consenso entre ambas posturas.
El tema fundamental para los estudiosos actuales se enfoca especialmente en la propia obra de Homero, puesto que ninguna otra fuente puede aportar, hasta ahora, datos certeros relacionados con el autor o su creación.
Homēridai
En Quíos existió un grupo de personas que se hacían llamar, o eran conocidos, como homēridai, es decir, “hijos de Homero”. Sin embargo, no se sabe si se trataba de descendientes reales del poeta mítico o si eran un gremio que siguió su ejemplo.
La segunda opción resulta la más plausible, puesto que hubo más casos similares en la sociedad griega durante esa época. Los médicos de entonces se hacían llamar aclepidae, en homenaje a su mayor exponente en la medicina, Asclepio.
A pesar de que no se han encontrado registros que comprueben la existencia de Homero, sí se han hallado datos históricos sobre los homéridas, que se desempeñaban como poetas o rapsodas y cuyas referencias más antiguas se pueden rastrear hasta el siglo VI a.C.
Labor de los herederos
Platón e Isócrates se refirieron en sus trabajos a estos herederos homéricos. Se cree que al principio los intérpretes llamados homéridas se limitaban a transmitir la obra de Homero, pero que con el tiempo fueron dando paso a nuevas voces con el mismo estilo y tono homéricos.
Algunos de los Himnos homéricos, fueron realmente escritos por los homéridas y se piensa que ellos también pudieron haber influido en la obra tal cual se conoce en la actualidad, aunque no puede saberse hasta qué punto.
Idioma de Homero
Los textos atribuidos a Homero y a los homéridas, tanto en la Ilíada y la Odisea, como en los posteriores Himnos Homéricos, empleaban una forma a la que se le denominó “lenguaje homérico”, en otros casos, idioma o lengua homérica. El lenguaje era una variedad de griego arcaico, el jónico.
Métrica
El lenguaje homérico fue empleado en las obras épicas, puesto que se adaptaba a la métrica conocida como hexámetro dactílico cataléctico. A esa forma se le conoce como hexámetro porque constaba de seis pies.
Esos pies podían constar de un dáctilo, que es una sílaba larga a la cual le siguen dos cortas, pero también podrían ser reemplazadas por un espondeo, que son dos sílabas largas con la misma duración que un dáctilo.
Normalmente, en el quinto pie se empleaba un dáctilo y en el sexto un espondeo. El hexámetro fue empleado hasta el siglo IV.
Otro aspecto resaltante del griego homérico es la falta de un artículo definido, que sí existía en la forma clásica del mismo idioma.
Aproximadamente 9.000 palabras fueron empleadas en la redacción de las obras homéricas, de las cuales 1.382 son nombres propios y 2.307 son ápax, es decir, palabras que solo aparecen una vez en un texto y cuyo significado es dilucidado por inferencia.
Obras atribuidas a Homero
A pesar de las dudas acerca de su existencia, o la autoría de la Ilíada y la Odisea, estas son las únicas obras que se le atribuyen a Homero en la actualidad. Sin embargo, en el pasado se pensaba que había sido autor de muchas otras, entre las que se encuentran:
- Batracomiomaquia (La guerra de las ranas y los ratones).
- Himnos homéricos.
- Margites.
- El certamen de Homero y Hesíodo.
- Ilias parva (La pequeña Ilíada).
- Nostoi (Regresos).
- Thebaid.
- Cypria (Cipria, o Cantos ciprios).
- Epigoni.
- La captura de Oechalia.
- Phocais.
Influencia de Homero
Es incalculable el legado de Homero para la sociedad occidental, especialmente en el plano literario. En el histórico, sus narraciones sobre Troya por mucho tiempo se consideraron ciertas, pero hoy se sabe que la “guerra de Troya” en realidad fueron varias en diferentes épocas.
También marcó el aspecto social y pedagógico de la antigua Grecia, puesto que en las escuelas se estudiaba con pasajes de la Ilíada y la Odisea como texto principal. Así, Homero formó con sus palabras a varias generaciones de griegos, que sentaron las bases del pensamiento filosófico.
Influencia literaria
Además de eso, los homéridas, que declaraban ser sus descendientes, fueron grandes poetas y rapsodas de la Grecia antigua y clásica.
De ellos evolucionarían los actores, poetas y dramaturgos, al igual que los cantores, puesto que, en el caso de los rapsodas, utilizaban música en sus representaciones.
En cuanto al lenguaje, el legado de este mítico griego es de igual modo incalculable, ya que la fórmula que empleó en sus composiciones se utilizó por más de 15 siglos. Lo mismo ocurre con su obra: Homero cimentó lo que se convertiría en el género épico, en el caso de la Ilíada, y de la novela con la Odisea.
Obras de Homero
La Ilíada
Este poema épico consta de 24 cantos y 15.693 versos. Está ambientado en el asedio a Troya por los griegos, específicamente en 51 días del último año de la guerra, cuando Aquiles, el mejor de los guerreros griegos, y Agamenón, rey de Argos y comandante de la coalición griega, tuvieron una disputa.
Aunque los eventos se desarrollan en el último año del sitio a Troya, como se acostumbraba en la épica, se hablaba de los eventos del pasado valiéndose de los recuerdos de los personajes.
En esta obra se explora el ideal del héroe y sus contradicciones. Otros temas que se abordan en la Ilíada son el nostos, o regreso, el kleos, o la gloria del héroe, el timê, el honor, menis, la ira y, por supuesto, el destino.
Engaño de los dioses
Los problemas de Aquiles y Agamenón surgieron porque el rey decidió que el guerrero debía regresarle una doncella que había recibido como parte del botín, de nombre Briseida, y ordenó que le fuese arrebatada a Aquiles.
Luego, Agamenón pensó que podría ganar la guerra sin la ayuda de Aquiles por un sueño que Zeus le indujo. En consecuencia, se preparó para la batalla. Intentando evitar el combate, Paris ofreció batirse en duelo contra Menelao, rey de Esparta, hermano de Agamenón y esposo de Helena (que fue raptada por Paris).
Aunque Menelao hirió a París, este fue salvado por Afrodita, los troyanos rompieron la tregua y se inició un intenso combate.
Tras un duelo entre Héctor y Áyax, los troyanos ofrecieron devolver el tesoro arrebatado, pero sin devolver a la muchacha.
Sin interferencias
La propuesta fue rechazada, pero se concedieron una tregua con el fin de quemar a sus muertos. Cuando se reanudaron los enfrentamientos, los dioses no tenían permitido ayudar a ninguno de los bandos, por lo que los troyanos llevaron la delantera.
En ese momento, Agamenón se da cuenta de que necesita a Aquiles combatiendo a su lado para ganar, y decide devolverle a Briseida, junto con otros regalos, con la condición de que se una a sus filas nuevamente. Sin embargo, Aquiles rehúsa.
La muerte de Patroclo
Los encuentros se volvieron intensos, por lo que Patroclo, amigo de Aquiles, le pide poder luchar para defender las naves, y este le entrega su armadura y con ella el mando de los Mirmidones, provocando que los troyanos huyeran al pensar que Aquiles volvía a la batalla.
Pero, finalmente, Patroclo muere a manos de Héctor. En el momento en que Aquiles se entera de la muerte de su compañero, decide regresar a la batalla y vengarle.
El regreso
Tetis, madre de Aquiles, consigue que el dios Hefesto les surta de armas nuevas a los griegos, entre ellas una nueva armadura para su hijo.
Cuando volvieron a enfrentarse, nuevamente con la ayuda de los dioses en ambos bandos, Aquiles menguó los números de los troyanos a la mitad. Héctor decidió enfrentarse con Aquiles, quien le asesina en la pelea y luego lo arrastra en su carruaje.
Príamo, padre de Héctor y rey de Troya, consigue llegar a la tienda de Aquiles y le ruega que le regrese el cuerpo de su hijo. Aquiles accede y otorga 11 días de tregua a los troyanos para que se realicen los funerales del héroe.
La Ilíada en el arte
No solo fue la guerra de Troya un tema de relevancia inigualable para los griegos en materia artística, sino que particularmente fue uno de los textos más difundidos e influyentes.
En la Edad Media, tras haber recuperado los textos originales, los europeos se maravillaron, aunque no veían a Homero como una fuente confiable. A pesar de todo, en las artes y la academia logró permear una vez más la historia de la guerra troyana.
En el siglo XX, la Ilíada fue llevada a Broadway, y surgieron novelas como Cassandra (1983) de Christa Wolf. En esa ocasión abordaron el tema a través de un punto de vista femenino.
La película de 2004, Troya, fue un éxito en las taquillas mundiales, tras recaudar casi 500 millones de dólares, a pesar de que recibió críticas totalmente disparejas.
La Odisea
Igual que la Ilíada, la Odisea tiene 24 cantos. Se centra en todas las situaciones por las que tuvo que pasar Odiseo (Ulises), para alcanzar su destino, que es volver a su hogar en la isla de Ítaca, donde Penélope, su esposa, le esperó durante 20 largos años.
Los sucesos narrados en la Odisea inician, como era muy común en los poemas épicos, a mitad del relato. Mientras se desarrollan los acontecimientos, el pasado se dará a conocer con los recuerdos del héroe, Odiseo.
La influencia que tuvo esta obra en la cultura popular occidental es enorme, tanto que la palabra “odisea” es recogida en el diccionario como un viaje largo con muchas aventuras, o como una sucesión de eventos, generalmente desagradables.
La ausencia forzada
Después de la guerra de Troya, que duró diez años, Odiseo se encuentra preso en la isla de la ninfa Calipso, quien lo ha retenido por varios años. Atenea toma forma humana y le sugiere a Telémaco averiguar dónde se encuentra su padre.
En Ítaca, los pretendientes de Penélope, esposa de Odiseo, llevan tiempo acechándola, intentando convertirse en reyes al desposarla.
Telémaco logra expulsarlos para poder partir en busca de las noticias sobre su padre en calma, y así lo hace. En Pilos, Néstor le sugiere que hable con Menelao en Esparta.
En Esparta, Menelao y Helena reciben a Telémaco. Allí se entera de que Odiseo está retenido por Calipso en una isla. Al mismo tiempo, los pretendientes se informan de que Penélope ha quedado sola e intentan emboscar a Telémaco.
Hermes es enviado para solicitar a Calipso que libere a Odiseo, que parte en una improvisada embarcación. Ya en el mar, Poseidón le envía una tormenta, pero Leucótea le ayuda a llegar a salvo a tierra.
Camino a casa
Odiseo, en la isla de los feacios, se encuentra con la princesa Nausícaa, hija de Alcínoo. Ella lo lleva ante su padre, que al escuchar su historia le propone la mano de su hija y tras Odiseo rechazarla, le ofrece ayuda para regresar a Ítaca.
Allí, Odiseo contó todo lo que había vivido: la destrucción de Ísmaro, en la que perdió a muchos compañeros, la isla de los lotófagos, en las que algunos probaron el loto y perdieron la voluntad de retornar a su tierra.
Luego les habló acerca de la isla de los cíclopes, en la que cegó a Polifemo, hijo de Poseidón, por lo que este dios le guardaba rencor.
De allí se había trasladado a la isla de Eolo, que le entregó la bolsa con todos los vientos, para favorecerle en su regreso, pero que se escaparon y les dejaron varados en Lestrigones con los gigantes que devoraban hombres.
Tras eso, estuvieron en la isla de Circe, quien deseaba el amor de Odiseo, que no fue correspondido, y le dijo que antes de volver a Ítaca debería visitar a Tiresias en el inframundo. Eso pudo realizarlo mientras se encontraba en el país de los Cimerios.
Luego, Odiseo logró salvarse del canto de las sirenas y llegaron a Trinacria (Sicilia), en donde los hombres de Odiseo comieron el ganado de Helios, y como castigo, su nave fue destruida, dejando a Odiseo varado en la isla de Calipso.
Vuelta y venganza
Tras terminar su relato, los feacios cumplieron su promesa y ayudaron a Odiseo a volver a Ítaca. Se disfrazó de mendigo para no levantar sospechas de su regreso y se lo reveló posteriormente a su hijo Telémaco. Juntos planearon una venganza contra los pretendientes de Penélope.
Después de haber asesinado a los pretendientes y de que Penélope lo hubiera reconocido, los padres de los muchachos asesinados buscaron venganza. Sin embargo, Atenea apareció y los instó a darse una tregua y vivir en paz.
Referencias
- Brajnovic, L. Grandes figuras de la literatura universal y otros ensayos. Ediciones Universidad de Navarra.
- Homer. Recuperado de en.wikipedia.org.
- Homer. Recuperado de britannica.com.
- Lawrence, K. Homer between history and fiction in imperial greek literature. Cambridge University Press.
- Homerids. Recuperado de britannica.com.