Entre las principales leyendas de Santa Cruz (Bolivia) destacan el Jichi, el guajojó y la viudita. Santa Cruz es el departamento con mayor territorio de esa nación sudamericana, pues ocupa el 33,74% del territorio. Se ubica en el tercio suroriental del país y concentra a 3.32 millones de habitantes.
Actualmente, es la región más industrializada de Bolivia, por lo que tiene la renta per cápita más alta de la nación, y un alto índice de crecimiento poblacional que la ubica en el puesto número 14 de las ciudades cuyo crecimiento es más rápido de todo el mundo.
Si bien se trata del centro industrial y económico de la nación andina, alberga un pasado indígena cargado de leyendas y tradiciones que se mantienen presentes hoy en día.
Un ejemplo de esto son las leyendas propias de los “cambas”, como se les llama a los habitantes de Santa Cruz. A través de estos relatos, el pueblo de esta región ha explicado hechos que ocurrieron en tiempos remotos.
Principales leyendas de Santa Cruz
El conocimiento y análisis de las leyendas permite aprender sobre la cultura de un pueblo, pues se identifican sus sentimientos más profundos, sus deseos y sus miedos. Es también una forma de encontrar claves sobre su religiosidad, su relación con su entorno y su autopercepción.
El guajojó
La hija del cacique de un pueblo que vivía en un claro de la selva era una jovencita hermosa y simpática, que estaba profundamente enamorada de un joven de su misma tribu. El mozo era guapo, tierno y con el mejor corazón, atributos que distaban de los de un guerrero. El joven correspondía el amor de la hija del cacique.
Un día, el viejo cacique supo del amorío y se convenció de que el muchacho no era digno de su hija. Haciendo uso de su poder y de sus dotes como hechicero, convenció al chico de acompañarlo hasta lo más profundo de la tierra, y allí acabó con su vida.
Al pasar los días, la muchacha ya no aguantaba la desaparición de su novio y fue a buscarlo. En su búsqueda se topó con la terrible evidencia del crimen. De regreso al caserío enfrentó a su padre y lo amenazó con que contaría el abominable hecho a toda la tribu.
Para evitar el escándalo, el cacique convirtió a su hija en un ave nocturna que conservó la voz lastimera de su hija, y todavía, noche a noche, se lamenta por el asesinato de su amor. Esta ave es el conocido guajojó.
El farol de la otra vida
En medio de las oscuras callejuelas de principios del siglo pasado corrían cuentos conmovedores sobre un farol que vagaba flotando, haciendo brillar todo con su lumbre y en el más profundo silencio.
Se conoce que este farol llevaba dentro una zigzagueante llamita y que quizá provenía de lo más profundo de la Capilla, que simplemente levitaba dejándose ver por aquellas almas descarriadas que andaban de juerga en medio de la oscuridad, o entre los que vagaban por las calles sin ningún fin positivo.
El farol de la otra vida los asustaba y los hacía correr, para escarmentarlos. Algunos hombres o mujeres de buena fe se envalentonaban para toparse con la lumbre, pero con tan solo verla, así fuera de lejos, salían corriendo aterrorizados.
Se decía que si alguien de conciencia justa se topaba con la lámpara, nada malo le ocurría. Al llegar el alba, el farol volvía a las profundidades de donde había salido, con el mismo silencio.
El Jichi
Se cuenta que muchos años atrás el agua no abundaba en la región y que, además, en los períodos de sequía era casi imposible encontrar algún pozo. Por eso, los primeros pobladores, los indígenas, se empeñaron en cuidarla a como diera lugar y asignaron su custodia a un ser natural al que bautizaron el Jichi.
Este mítico ser no se parece a ningún animal, tiene el cuerpo parecido al de una culebra y al de un saurio a la vez. Su apariencia es como de goma, muy flexible y traslúcido, por lo que se esconde muy bien en el fondo de pozos, charcos y demás estanques de agua.
Este escurridizo ser no se deja ver a menudo, pues vive escondido en el fondo del agua. Si acaso es avistado, será casi al anochecer.
Al Jichi hay que rendirle culto y ofrendas para mantenerlo contento. Además, hay que cuidar cada reservorio de agua, administrarla con cuidado y tenerle mucho cariño, porque de lo contrario el líquido comenzará a desaparecer: significa que el guardián se ha ofendido y se ha marchado de allí.
La viudita
A las mujeres cuyo esposo ha muerto se les dice “viuda”. ´Pues bien, en la tradición de Santa Cruz hay una mujer a la que con simpatía se le llama “la viudita”.
Si bien esta imagen hace muchos años que dejó de aparecer, todavía se cuenta que la viudita hacía correr de miedo a ciertos hombres que andaban de noche por las calles solitarias, buscando favores femeninos o de juerga.
Nadie le vio la cara jamás porque se la cubría con un mantón, siempre estaba de luto cerrado, vestía una falda amplia del siglo XVIII y un corpiño muy ajustado, para destacar su bien dotado pecho. Ante esta imagen espectral, los hombres que vagabundeaban salían despavoridos y volvían al buen juicio.
Referencias
- Bolivian Myths and Legends. Recuperado de boliviabella.com.
- Departamento de Santa Cruz, historia y sus provincias. Recuperado de eabolivia.com:eabolivia.com.
- Historia de Santa Cruz de la Sierra. Recuperado de vcambolivia.com.
- Leyendas. Recuperado de soysantacruz.com.bo.
- Tres mitos del oriente boliviano bien contados. Recuperado de upsasoyyo.wordpress.com.