¿Qué son los microecosistemas y los macroecosistemas?
Los microecosistemas y macroecosistemas son los dos tipos de ecosistemas que se pueden distinguir si se clasifican en función de su dimensión. Se les dice micro y macro para referirse al tamaño de esos ecosistemas.
Micro es un prefijo que señala que algo es muy pequeño, y macro es un prefijo que indica algo grande. Así, microecosistema es el ecosistema de lo muy pequeño, y macroecosistema es un ecosistema que abarca grandes espacios de la Tierra.
Se puede decir que un ecosistema es un conjunto de seres bióticos, es decir, seres que tienen vida, y seres abióticos, sin vida, donde se establece una relación entre los seres vivos y los seres inertes.
Microecosistemas
Los microecosistemas son ecosistemas que existen en espacios muy reducidos, que pueden ser de apenas unos centímetros. Por lo general, los elementos que los componen suelen ser muy pequeños, incluso microscópicos, y requieren de unas condiciones muy específicas para que puedan existir.
La particularidad de los microecosistemas no significa que estén aislados. Al contrario, suelen ser una parte importante del funcionamiento de ecosistemas más grandes.
Muchas veces las condiciones ambientales más extremas, por ser únicas, permiten la existencia de microecosistemas, pues solo unos pocos seres vivos pueden soportarlas. Por ejemplo, los charcos sulfurosos cerca de algunos volcanes albergan bacterias que solo pueden existir en estas condiciones.
Si bien las características físicas y químicas extremas de un lugar pueden permitir la existencia de microecosistemas, la mayor parte de ellos están en ambientes menos hostiles.
Un buen ejemplo de ello es la Sarracenias purpureas, una planta carnívora con forma de copa en cuyo interior se generan ciclos completos de intercambio de materia y energía entre el mosquito Wyeomyia smithii, el mosquito Metriocnemus knabi, un pequeño rotífero (Bdelloidea rotifera) y miles de bacterias y fitoplancton.
En cualquier caso, son los ambientes heterogéneos, con su variedad de rasgos físicos, los que propician la aparición de microecosistemas, o microhábitats.
Por ejemplo, la Utricularia foliosa, una planta carnívora que habita en la selva amazónica, permite que en ella vivan algas y bacterias, que son a su vez el refugio de algunos microcrustáceos y microinvertebrados.
El ensamble de las cadenas tróficas no deja de ser complejo, a pesar del diminuto espacio en el que suceden.
Muchos de estos procesos pueden ser observados en su totalidad dentro de un laboratorio. Incluso podríamos decir que el cuerpo humano constituye un microecosistema para algunos organismos.
Así pues, algunos estudios sugieren que los tumores cancerígenos deberían ser estudiados con enfoque ecológico (mirándolos como microecosistemas), con la finalidad de entender los procesos entre seres bióticos y abióticos que incluyen a las células enfermas. Esto significaría un enorme salto en el hermanamiento entre la medicina y la ecología.
Comprender un sistema de intercambio material y energético en un espacio tan reducido nos permite entender, además, cómo, debido a su heterogeneidad, albergan una enorme diversidad de seres sin los cuales no podrían funcionar los ecosistemas más extensos.
En otras palabras, de ellos depende la existencia de muchos otros seres.
Macroecosistemas
A diferencia de los pequeños espacios limitados en los que se desarrollan los microecosistemas, los macroecosistemas abarcan enormes cantidades de población vegetal y toda la variedad de fauna asociada a ellas.
Estas gigantescas estructuras dependen de condiciones climáticas que se prolongan en el tiempo y se extienden en grandes porciones geográficas.
Por ejemplo, los bosques, un tipo de macroecosistema, ocupan hoy un tercio de la superficie terrestre y contienen aproximadamente el 70% de todo el carbono contenido en los seres vivientes.
Son macroecosistemas tan extensos que incluso ocupan varios pisos climáticos: los bosques tropicales, templados y boreales.
Los macroecosistemas, también llamados biomas, han sufrido cambios a lo largo de la historia de la Tierra. Sin embargo, no son tan rápidos como los que sufren sistemas más pequeños.
La conservación de los biomas o macroecosistemas supone un ejercicio a largo plazo, pues con el desarrollo de las actividades humanas algunos de ellos han sufrido alteraciones profundas.
El conocimiento apropiado de la distribución espacial de los macroecosistemas es esencial para entender cómo suceden los procesos ecológicos y evolutivos.
Por ello hay que mirar los procesos ecológicos a gran escala. Uno de los temas de relevancia para quienes estudian estos cambios es el impacto de la introducción de nuevas especies en un determinado ecosistema, o la influencia de los cambios climáticos.
Tanto los microecosistemas como los macroecosistemas son formas de entender una extensa red de relaciones y de intercambios entre los seres vivos y los elementos de nuestro planeta.
Un ecosistema, sin importar su extensión o permanencia en el tiempo, es el complejo albergue de la biodiversidad.
Referencias
- Flora characteristics in the macro-ecosystems of Ecuador south.
- The World’s Biomes. Obtenido de ucmp.berkeley.edu.
- Reed, C. (1978). Species Diversity in Aquatic Microecosystems. Ecology.