¿Qué es el análisis transaccional?
El análisis transaccional es una herramienta y un enfoque teórico basado en el psicoanálisis, utilizado para estudiar el estado del ego del paciente. Su objetivo es comprender el comportamiento de la persona analizando sus relaciones con los demás, y modificarlo en caso de no ser completamente funcional o aparezcan problemas emocionales.
El análisis transaccional fue desarrollado por Eric Berne en los 50, y está basado en las teorías psicoanalíticas de Sigmund Freud. Sin embargo, Berne trató de ir más allá de los postulados de su maestro, creando una teoría que bebió de las raíces de esta corriente psicológica, incorporando nuevas ideas y conceptos.
Uno de los postulados fundamentales del análisis transaccional es que la personalidad está a menudo dividida en varias partes, pudiendo predominar más o menos cada una de ellas en función de la situación, las experiencias de la persona y su nivel de desarrollo. Berne identificó principalmente tres partes en el ego: el “niño”, el “adulto” y el “padre”, cada una con ventajas e inconvenientes.
Así, cuando una persona actúa desde el ego de niño, se basa principalmente en sus emociones y se comporta de manera a menudo inconsciente. Desde el nivel de padre, por el contrario, tiende a comportarse con base en autoexigencias y deja de lado sus propias necesidades. Por último, como el adulto, el individuo se basa en la racionalidad y en el análisis consciente de lo que ocurre.
A pesar de no ser una teoría con un gran apoyo científico, el análisis transaccional todavía se utiliza en algunas formas de terapia y como método para el desarrollo personal.
Historia del análisis transaccional
Berne desarrolló el análisis transaccional en los últimos años de la década del 50, empleando la palabra “transacción” para describir la unidad fundamental en las relaciones humanas.
Esta disciplina buscaba comprender las relaciones entre individuos de una forma profunda. Sus influencias fueron personas como Erik Erikson, René Spitz, y por supuesto, Sigmund Freud.
De hecho, la teoría del análisis transaccional está basada en gran parte en el modelo de la personalidad de Freud. Este pensaba que nuestra psique está dividida en diferentes facetas, y que la interacción entre todas ellas es la que produce nuestras emociones, acciones y actitudes.
En concreto, Berne modificó la teoría de Freud sobre los tres componentes de la mente, que eran el Ello (la parte emocional e inconsciente), el Yo (la parte racional) y el Superyó (el componente moral), y los cambió por tres etiquetas que él consideraba más descriptivas: el padre, el adulto y el niño.
Para Berne, la personalidad de cada individuo podía estudiarse en términos de cuál de estos tres componentes era el más dominante. Además, desarrolló un modelo que permitía estudiar esta estructura simplemente observando las interacciones sociales de una persona. Su obra más famosa, Juegos en los que participamos, describe su modelo tanto de forma teórica como práctica.
Teoría y conceptos del análisis transaccional
La idea fundamental detrás del análisis transaccional es que la comunicación verbal, principalmente cara a cara, está en el centro tanto de las relaciones humanas como del psicoanálisis.
Según este autor, cuando dos personas se encuentran, una se comunicará con la otra. Esto se conoce como “estímulo de transacción”. La reacción del interlocutor, por otro lado, se llama “respuesta de transacción”.
La persona que envía el estímulo es el agente, y su interlocutor, respondente. Así, el análisis transaccional trata de comprender la interacción entre los dos, basado principalmente en el estado del ego en que se encuentra cada uno de ellos.
Estados del ego
Cuando ocurre una comunicación entre dos personas, cada una parte desde la base de uno de sus tres estados del ego: padre, adulto o niño. Los sentimientos presentes en ese momento son los que determinan cuáles se usan, y en cualquier momento podemos pasar de uno a otro si recibimos un estímulo determinado. Aun así, en general uno de ellos predomina en cada individuo.
El análisis de los estados del ego de los interlocutores, los estímulos que los provocan y las respuestas que generan es la base de la teoría. Este autor desarrolló un modelo que trataba de explicar los conflictos interpersonales, basándose en lo que él llamaba “transacciones cruzadas”.
Una transacción cruzada se da cuando los interlocutores no parten de modelos complementarios. Por ejemplo, si los dos están en el plano del niño o del adulto, en general aparecerá un problema en la comunicación o un conflicto de algún tipo.
Por el contrario, si los dos parten de planos complementarios, la comunicación se producirá de forma efectiva y no habrá conflictos.
- Padre. Lo que Berne llamaba “padre” es la voz de autoridad, todo aquello que hemos aprendido de nuestros superiores desde la niñez. Se trata de una especie de recopilación de los mensajes que nos iban mandando nuestras figuras de autoridad, que nos guía y nos dice qué debemos hacer, qué está bien o mal. El padre puede tomar dos formas, dependiendo de la persona. Una de ellas, la “nutritiva”, busca el bienestar del individuo y trata de mantener un estado emocional positivo. Por lo general, envía mensajes de amor incondicional a la persona. Por otro lado, el padre “crítico” trata de obviar las emociones de la persona, de tal manera que esta se siente obligada a actuar de determinada forma que considera “buena” o “moral”, a pesar de no querer hacerlo realmente. En general, provoca sentimientos negativos, como culpabilidad o sentimientos de no estar a la altura.
- Niño. El “niño” es la parte del ego que se encarga de sentir emociones. Desde este plano, la persona reacciona a los estímulos externos de manera automática e inconsciente, como lo haría un niño de verdad. Se trata de la parte más innata de la personalidad, y, por lo tanto, la más difícil de cambiar. Las personas en las que domina este componente del ego suelen tener problemas para gestionar sus emociones, son muy exigentes con los demás y a menudo experimentan cambios de humor bruscos y repentinos.
- Adulto. El “adulto” es el componente del ego que actúa desde un plano racional y analítico. Se basa en la capacidad para pensar, analizar situaciones y determinar los cursos de acción más indicados para cada momento. Se trata, también, del componente de la personalidad más sencillo de cambiar y el que se utiliza para mantener bajo control a los otros dos. Sin embargo, algunos expertos opinan que operar exclusivamente desde el plano de adulto es imposible. Esto se debe a que el adulto se quedaría analizando datos en lugar de pasar a la acción. Por lo tanto, la situación ideal es aquella en la que la persona es capaz de acceder a cada uno de estos tres planos del ego en función de lo que necesite en cada momento.
¿Cómo funciona el análisis transaccional?
A pesar de que nació como un modelo teórico, pronto empezó a emplearse para mejorar la vida de los pacientes de ciertos tipos de terapia. Berne, a partir de su teoría, desarrolló una serie de técnicas que permitían identificar desde cuál de los tres planos del ego está actuando una persona, y modificar los que no son adaptativos.
Por ejemplo, se ha visto que el estado de padre puede presentarse de dos maneras distintas. Mientras que una de ellas es nutritiva y potencia el bienestar de la persona, la otra provoca todo tipo de problemas al tratar de negar las necesidades emocionales del individuo. En general, esta segunda forma produce conflictos interpersonales al ser excesivamente crítica.
Algo similar ocurre en el caso del estado de niño. Cuando se ha desarrollado de forma sana, este plano emocional puede servirle a la persona para actuar de manera espontánea, para conectar con otros y con sus sentimientos positivos.
Por el contrario, cuando se parte de una base poco desarrollada, puede hacer que el individuo sea excesivamente pesimista, negativo, quejica e incapaz de controlar sus emociones.
Debido a esto, el objetivo de todas las intervenciones basadas en el análisis transaccional es modificar los estados de padre y niño para que entren en la zona sana. Además, también se intenta fortalecer el plano de adulto, que es el más útil para la mayoría de las situaciones de la vida cotidiana.
Aplicaciones del análisis transaccional
El análisis transaccional puede utilizarse en muchos contextos distintos, pero en general sus aplicaciones más conocidas son la terapia y la mejora de las relaciones interpersonales.
En el campo de la terapia, el psicólogo ayuda al paciente a analizar sus tres estados del ego y a conseguir un equilibrio entre ellos. En general, esto implica fortalecer el estado adulto y modificar algunos de los patrones inconscientes de los otros dos.
Por otro lado, dentro del campo de la comunicación, el análisis transaccional puede mejorar las relaciones, ayudando a las personas a identificar los planos desde los que parten sus interlocutores y enseñándoles estrategias para comunicarse con cada uno de ellos.
Referencias
- Transactional analysis. Recuperado de ericberne.com.
- Transactional analysis. Recuperado de goodtherapy.com.
- Transactional analysis – Eric Berne. Recuperado de businessballs.com.
- What Is Transactional Analysis? Recuperado de businessjargons.com.
- Transactional analysis. Recuperado de en.wikipedia.org.