¿Qué es la desertificación?
La desertificación es el proceso de degradación de los suelos, donde pierden su capacidad productiva y entran en la condición de desierto. Los desiertos pueden definirse como ecosistema seco (cálido o frío) de baja biomasa y productividad.
El término desertificación apareció en 1949, en un estudio de degradación ambiental en regiones áridas de África, analizando la transformación de bosques en sabanas. Posteriormente, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) alertó sobre el peligro de la desertificación en su conferencia de 1977.
Aproximadamente el 45% de la superficie terrestre son áreas semiáridas, áridas o desérticas, tanto de baja como de alta temperatura, caracterizados por escasez de agua. Además, se calcula que el 70% de las tierras secas productivas están amenazadas por alguna forma de desertificación.
Las causas de la desertificación son múltiples, incluyendo factores climáticos y antrópicos. El calentamiento global es un factor clave, así como las prácticas de agricultura intensiva mecanizada, la ganadería, la deforestación y la sobreexplotación de acuíferos.
Entre las consecuencias de la desertificación están la pérdida de biodiversidad, la pérdida de suelos agrícolas y ganaderos, o la disminución de las reservas de agua dulce. Según la FAO, hay entre 3.500 y 4.000 millones de hectáreas amenazadas por la desertificación a nivel mundial.
Esta superficie susceptible de sufrir desertificación representa cerca de un 30% de las zonas continentales del planeta, afectando a alrededor de 1.000 millones de personas.
Las soluciones al problema de la desertificación pasan por lograr un desarrollo sostenible que contemple prácticas agrícolas y pecuarias conservacionistas. Además, se debe disminuir la contaminación global y promover el uso racional de los recursos naturales.
En Latinoamérica, la desertificación es un problema creciente y, por ejemplo, en México más del 59% de sus zonas desérticas se han formado por degradación del suelo. En Argentina, más del 75% de la superficie tiene graves amenazas de desertificación y en Perú y Colombia se encuentran afectados el 24% y 32% de sus territorios, respectivamente.
Características de la desertificación
– Definición. Según la FAO, es un conjunto de factores geológicos, climáticos, biológicos y humanos que provocan la degradación de la calidad física, química y biológica del suelo en zonas áridas y semiáridas. En consecuencia, se pone en peligro la biodiversidad y la supervivencia de las comunidades humanas.
Las zonas húmedas se ven igualmente afectadas por el fenómeno de la desertificación, especialmente las selvas tropicales. Esto ocurre por las características de fragilidad del suelo y el ciclo de nutrientes. Por tanto, en ecosistemas que mantienen un delicado equilibrio basado en la cobertura vegetal, su drástica alteración causa desertificación. Un ejemplo de esto es la selva tropical, como la Amazonía, donde el ciclo de nutrientes está en la biomasa, incluida la capa de hojarasca y materia orgánica del suelo. Cuando un área de este ecosistema es deforestada, la acción erosiva de la lluvia arrastra la frágil capa de suelo. Por tanto, en poco tiempo se desertifica y presenta una escasa capacidad de regeneración.
– Zonas secas. Las zonas secas susceptibles a desertificación no se pueden definir solo en términos de precipitación, sino también debe considerarse la temperatura. La temperatura determina la tasa de evaporación y, por lo tanto, la disponibilidad de agua en el suelo. En el caso de los desiertos fríos, las bajas temperaturas hacen que una parte del agua en el suelo no esté disponible por congelación.
– Índice de aridez. Para definir estas zonas secas con mayor precisión, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha establecido un índice de aridez. Este se calcula dividiendo la precipitación anual por el potencial de evaporación anual. Las zonas secas tienen índices de aridez iguales o inferiores a 0,65 y, con base en esto, el 10% de la superficie terrestre se define como seca. Además un 18% es semi-árida, 12% es árida y 8% es hiper-árida. En general, en una zona seca la combinación de temperatura, humedad y fertilidad de suelo solo puede soportar una vegetación escasa y de baja biomasa. Son áreas en un límite de condiciones para el soporte de la vida, por lo que cualquier alteración tiene graves consecuencias.
– Aridez. El proceso de desertificación amenaza de forma directamente proporcional a la aridez de la zona. En este sentido, tenemos que a mayor aridez, más susceptible es el área a la desertificación.
– Diversos factores. En la desertificación intervienen una serie de factores interrelacionados de forma compleja afectando la fertilidad y física del suelo, por lo que baja la productividad. En consecuencia, se pierde la cobertura vegetal y el suelo se ve afectado por una mayor erosión. El proceso puede iniciarse debido a la deforestación en una zona con un suelo frágil, que se verá reflejado en problemas de erosión. Las causas desencadenantes pueden ser aumento de la temperatura, disminución de la disponibilidad de agua y aumento de la salinidad o contaminación del suelo.
– Zonas más susceptibles. Las zonas secas de la Tierra son las más susceptibles a sufrir la desertificación debido al calentamiento global. Por tanto, las áreas secas se transforman en semi-áridas o hasta hiper-áridas. Posteriormente, las zonas más susceptibles a la desertificación son las cercanas a los límites de los ecosistemas secos.
– Pérdida de vegetación. La desertificación a menudo implica la pérdida de vegetación natural, ya sea por la tala excesiva de árboles, la sobreexplotación de pastizales o la destrucción de la cubierta vegetal.
Causas de la desertificación
El suelo se degrada por pérdida de sus propiedades físicas, fertilidad o contaminación. Asimismo, la disponibilidad de agua de calidad es otro elemento relevante que afecta la productividad del suelo.
Es importante considerar que la cubierta vegetal provee protección a los efectos erosivos del agua y el viento.
En el caso de las selvas húmedas tropicales, la mayor parte de los nutrientes están en la biomasa y la capa superficial del suelo, con materia orgánica en descomposición y sistemas de micorrizas (hongos simbióticos).
Cualquier factor natural o antropogénico que altere la cubierta vegetal, estructura y fertilidad del suelo o el suministro de agua, puede generar desertificación.
- Procesos responsables. Se han señalado al menos siete procesos responsables de la desertificación:
- Degradación o pérdida de la cubierta vegetal.
- Erosión hídrica (pérdida de suelo por arrastre del agua).
- Erosión eólica (pérdida de suelo por arrastre del viento).
- Salinización (acumulación de sales por riego con agua salina o arrastre de sales por infiltración).
- Reducción de la materia orgánica del suelo.
- Compactación y formación de costras en el suelo (genera problemas de infiltración de agua y acceso al agua subterránea por parte de la vegetación).
- Acumulación de sustancias tóxicas (eliminando la cubierta vegetal).
- Deforestación. Es una de las causas directas de desertificación, porque se elimina la cobertura vegetal dejando expuesto el suelo a la acción erosiva del agua y el viento. La deforestación puede ocurrir para incorporar nuevas tierras a la agricultura y pastoreo, para extracción de madera o para urbanización o industrialización. Se ha calculado que de los 3 billones de árboles que hay en el planeta, anualmente se talan unos 15 millones. Adicionalmente, en selvas tropicales o ecosistemas de montaña, la deforestación acarrea graves problemas de pérdida de suelo por erosión.
- Incendios forestales. Los incendios de vegetación eliminan la cubierta vegetal y deterioran la capa orgánica del suelo afectando su estructura. Por ello, el suelo es más susceptible a procesos erosivos por acción del agua y el viento. De igual manera, los incendios afectan negativamente la microflora y microfauna del suelo. Los mismos pueden originarse tanto por causas naturales como antropogénicas.
- Minería y petróleo. En la mayoría de los casos, la minería implica la erradicación de la capa vegetal y la perturbación drástica del suelo. Por otra parte, los residuos sólidos y efluentes generados son altamente contaminantes del suelo y el agua. En consecuencia, se produce la pérdida de productividad del suelo e incluso del suelo propiamente dicho, ocurriendo la desertificación. Por ejemplo, en las selvas y sabanas del sur del río Orinoco, en Venezuela, la minería a cielo abierto del oro y otros minerales ha desertizado cerca de 200.000 hectáreas. En este proceso se han combinado el daño físico con la contaminación por mercurio y de otros elementos.
- Agricultura. La necesidad creciente de producción de alimentos y los beneficios económicos producidos por esta actividad intensifican la agricultura y, por tanto, la desertificación. La agricultura moderna se fundamenta en el monocultivo en grandes extensiones, con uso intensivo de maquinaria agrícola y agroquímicos. Las actividades agrícolas contemplan una serie de pasos que generan la degradación del suelo:
- Desmonte. En zonas vírgenes o terrenos en barbecho o descanso, la agricultura genera deforestación o el desmonte, por lo que el suelo queda expuesto a procesos de erosión.
- Preparación de tierras. Según cultivo, el suelo es sometido a pases de arado, rastras, subsoladores y una serie de procesos. Esto genera que se pierda la estructura y lo hace más susceptible a la erosión. En algunos casos, la excesiva mecanización genera la compactación del suelo, llamada “capa de arado”. Por tanto, se reduce la infiltración del agua y se dificulta el desarrollo radical de las plantas.
- Riego. El agua salina o contaminada con metales pesados saliniza o acidifica el suelo, que va reduciendo la cantidad de biomasa. De igual manera, el suelo queda expuesto al proceso de erosión.
- Fertilizantes y plaguicidas. El uso excesivo de fertilizantes y plaguicidas inorgánicos empobrece biológicamente el suelo y contamina las aguas. La microflora y microfauna del suelo desaparecen y se pierde la cubierta vegetal, por lo que las tierras pierden productividad.
- Pastoreo. El pastoreo excesivo causa desertificación, ya que amplias zonas de vegetación son deforestadas para establecer sistemas de producción animal. Esta práctica genera compactación del suelo, disminución de la cobertura vegetal y finalmente erosión. En espacios de montaña con exceso de carga animal, se pueden observar zonas donde el suelo queda expuesto. Por tanto, el mismo puede ser fácilmente arrastrado por el agua y el viento.
- Sobreexplotación y contaminación de acuíferos
- Sobreexplotación de acuíferos. La sobreexplotación de las fuentes de agua es causa de desertificación. Esto se debe a que los ecosistemas acuáticos dependen de una serie de procesos asociados a los cuerpos de agua. La excesiva explotación de los acuíferos, por encima de su capacidad de recuperación, provoca sequía y afecta la biodiversidad. Por ejemplo, especies de plantas con sistemas radicales que alcanzan el nivel freático (capa de agua subterránea) pueden llegar a desaparecer.
- Contaminación del agua. Cuando el agua está contaminada por diversos elementos puede afectar los ecosistemas. Por tanto, cuando se contaminan las fuentes de agua, la cubierta vegetal desaparece y se inicia el proceso de desertificación.
- Calentamiento global. El aumento de la temperatura global contribuye de forma directa a la desertificación debido a que aumenta la evaporación y hay menos agua disponible. En términos generales, el cambio climático altera los patrones de lluvias, prolongando sequías o provocando lluvias torrenciales. Por tanto, se afecta la estabilidad de los ecosistemas, y en especial del suelo.
Consecuencias de la desertificación
- Menor biodiversidad. Las zonas desérticas tienen baja biomasa y baja productividad debido a que en ellas las condiciones esenciales para la vida están al límite de lo requerido. En este sentido, la desertificación provoca la pérdida de condiciones necesarias para la vida y, por tanto, la desaparición de especies.
- Menos producción de alimentos. La capacidad de producir alimentos de origen agrícola y pecuario disminuye debido a los procesos de desertificación. Esto es consecuencia de la pérdida de suelos fértiles, disminución del agua disponible y aumento de la temperatura. Anualmente se pierden a nivel mundial cerca de 24.000 millones de hectáreas de suelo fértil.
- Reservas de agua. La captación de agua, la infiltración y su conservación está directamente relacionada con la cobertura vegetal. Por tanto, en suelos desprovistos de vegetación aumenta la escorrentía y el arrastre de suelo y disminuye la infiltración. Además, la desertificación provoca la disminución de las fuentes de agua potable, lo cual a su vez afecta a otras zonas.
- Calentamiento global. La desertificación se convierte en un factor de retroalimentación del proceso de calentamiento. En primer lugar, la pérdida de la cobertura vegetal afecta la fijación de carbono y se incrementa su concentración en la atmósfera. Por otra parte, se ha determinado que el albedo (capacidad de una superficie de reflejar la radiación solar) es mayor en un suelo desprotegido que en uno cubierto de vegetación. En este sentido, a mayor área de suelo descubierta, el calentamiento aumenta y la irradiación de calor a la atmósfera.
Soluciones a la desertificación
- Concienzación. Las causas que generan la desertificación están estrechamente vinculadas a procesos productivos humanos, que implican intereses económicos e incluso de supervivencia. Por esta razón, es fundamental la concienzación de los actores involucrados en las acciones que pueden generar desertificación. Se deben promover prácticas agrícolas y pecuarias sostenibles, así como la promulgación de leyes de protección al suelo, la vegetación y el agua. Para esto, es necesario que participen tanto el ciudadano común como los gobiernos nacionales y organismos multinacionales.
- Métodos agrícolas
- Mínima labranza. Los métodos de mínima labranza producen una menor perturbación del suelo y, por tanto, se conserva su estructura. Estas prácticas contribuyen a prevenir las pérdidas de suelo por erosión.
- Cultivos asociados y cubiertas protectoras. Los cultivos asociados y policultivos son estrategias que permiten diversificar la cubierta vegetal sobre el suelo. En este sentido, el uso de cubiertas de paja o plásticos biodegradables también previenen la erosión del suelo por la lluvia y el viento.
- Barreras y cultivo en contorno. En áreas montañosas o con pendientes algo pronunciadas, deben establecerse barreras de contención en forma de barreras vivas (setos, vetiver o lemongrass). Igualmente, se pueden colocar muros de construcción con la finalidad de impedir el arrastre del suelo (escorrentía). Asimismo, la agricultura en contorno que sigue las curvas de nivel es fundamental para evitar la erosión del suelo en agricultura de montaña.
- Calidad de aguas de riego. Es fundamental prevenir la salinización de los suelos y su contaminación con metales pesados. Para esto, se deben controlar las diversas fuentes de contaminantes, que van desde la lluvia ácida hasta vertidos industriales y desechos de la agricultura.
- Protección de ecosistemas y revegetación. En primer lugar, se deben proteger los ecosistemas de la deforestación y establecer planes de recuperación de la vegetación en las áreas afectadas. Además, es conveniente implementar prácticas que reduzcan la erosión.
- Gases efecto invernadero. Es de gran importancia mitigar el calentamiento global porque el mismo acelera los procesos de desertificación. Por tanto, es obligatorio disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Para lograrlo, es necesario desarrollar acuerdos a nivel nacional e internacional que orienten el modelo productivo hacia una economía sustentable.
Desertificación en México
Más de la mitad del territorio mexicano está compuesto de zonas áridas, que alcanzan cerca de 100 millones de hectáreas. Más del 70% del territorio nacional está afectado por diversos niveles de desertificación.
Asimismo, aproximadamente 59% de las zonas desérticas se han originado por degradación de suelo. Entre las actividades que más contribuyen a generar desertificación en México están sobrepastoreo, deforestación, métodos de labranza y mal manejo del suelo.
En regiones como San Luís, Morelos, Hidalgo y Querétaro, hay erosión eólica severa y muy severa afectando cerca de 1.140 km2. Por su parte, en Baja California, Sinaloa y Tamaulipas, los mayores problemas son por salinización de los suelos.
La deforestación afecta extensas zonas de la península de Yucatán, Campeche, Veracruz, Nayarit y Oaxaca, donde se pierden alrededor de 340.000 hectáreas por año.
Desertificación en Argentina
Argentina es el país de América Latina más afectado por la desertificación, ya que un 75% de su superficie sufre algún grado de amenaza. Según datos del Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación (PAN), 60% tiene un riesgo de moderado a grave y 10% se encuentra en grave riesgo.
Esto corresponde a más de 60 millones de hectáreas sometidas a procesos erosivos, y cada año se agregan cerca de 650.000 hectáreas. Una de las regiones más amenazadas es la Patagonia, debido principalmente al sobrepastoreo y mal uso de los recursos hídricos.
Durante 1994, Argentina suscribió la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificación. Asimismo, en 1997 culminó la elaboración del diagnóstico del Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación.
Desertificación en Perú
Las principales causas de desertificación en este país son el sobrepastoreo y la erosión hídrica y eólica en zonas andinas. También se ve afectada la salinización por técnicas de riego inadecuados en la costa, así como la tala ilegal en la selva.
En Perú, el 40% de las tierras de la costa sufren problemas de salinización y el 50% de los suelos de la sierra tienen graves problemas de erosión. Además, el 3% de la superficie del país ya está desertificado, y un 24% se encuentra en proceso de desertificación.
Entre algunas de sus políticas para resolver el problema, el país suscribió la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificación.
Desertificación en Colombia
En este país, el 4,1% del territorio está afectado ya por la desertificación y, de este porcentaje, un 0,6% alcanza niveles extremos de gravedad e insostenibilidad. Además, el 1,9% presenta niveles moderados de desertificación y el 1,4% restantes son leves.
Adicionalmente, un 17% del territorio presenta síntomas de desertificación y un 15% es vulnerable a sufrirla.
Para enfrentar el problema, Colombia es firmante de la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificación. Además, ha desarrollado su Plan de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación.
Referencias
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- Granados, D., Hernández, M.A., Vázquez, A., Ruíz, P. Los procesos de desertificación y las regiones áridas. Revista Chapingo. Serie Ciencias Forestales y del Ambiente.
- Le Houérou, H.N. Climate change, drought and desertification. Journal of Arid Environments.
- Vargas, G., Gómez, C.E. La desertificación en Colombia y el cambio global. Cuad. Geogr. Rev. Colomb. Geogr.
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