La corteza oceánica es la parte de la corteza terrestre que está cubierta por los océanos. Esta corresponde a dos terceras partes de la superficie de la tierra y sin embargo ha sido menos explorada que la superficie de la luna.
Junto con la corteza continental, la corteza oceánica separa la superficie terrestre del manto, la capa interior de la tierra que contiene materiales viscosos y calientes. Sin embargo, estas dos cortezas tienen grandes diferencias entre sí.
La corteza oceánica tiene en promedio 7.000 metros de grosor, mientras que la continental tiene un promedio de 35.000. Además, las placas oceánicas son mucho más jóvenes: se calcula que tienen alrededor de 180 millones de años de antigüedad, mientras que las placas continentales tienen unos 3.500 millones de años.
La estructura de la corteza oceánica
En la antigüedad se pensaba que el fondo del mar era una extensa llanura. Sin embargo, con el paso de los años, la ciencia ha podido establecer que la corteza oceánica también presenta accidentes geográficos, al igual que la corteza continental.
En el fondo del mar se pueden encontrar montañas, volcanes y fosas. Además, en algunos casos se presenta gran actividad sísmica y volcánica que se llega a sentir incluso en los continentes.
Los márgenes y los taludes continentales
Si bien se considera que el la corteza oceánica es aquella parte de la corteza terrestre que está cubierta por el océano, es necesario tener en cuenta que ésta no comienza exactamente en las costas.
En realidad, los primeros metros después de la costa también son corteza continental. El verdadero inicio de la corteza oceánica encuentra en una fuerte pendiente que puede estar ubicada a unos metros o a varios kilómetros de la costa. Estas pendientes se conocen como taludes y pueden llegar hasta los 4.000 metros de profundidad.
Los espacios que hay entre las costas y los taludes, se conocen como márgenes continentales. Éstos no tienen más de 200 metros de profundidad y es en ellos donde se encuentra la mayor cantidad de la vida marina.
Dorsales oceánicas
Las dorsales son cordilleras submarinas que se producen cuando el magma presente en el manto, sube hacia la corteza y la rompe. Con el pasar de los siglos, este movimiento ha logrado que se generen cadenas montañosas continuas que superan los 80.000 kilómetros de extensión.
Estas cadenas de montañas tienen fisuras en su cima por las cuales fluye magma continuamente desde el manto. Por esta razón, la corteza oceánica se renueva constantemente, lo que explica que ésta sea mucho más joven que la corteza continental.
Gracias a este continuo movimiento volcánico las dorsales crecen hasta salir de la superficie del mar, lo que ha generado formaciones como las Islas de Pascua en la Dorsal del Pacífico Oriental y las Islas Galápago en la Dorsal Oceánica de Chile.
Llanuras abisales
Las llanuras abisales son las áreas planas que se encuentran entre los taludes continentales y las dorsales oceánicas. Su profundidad varía entre los 3.000 y 5.000 metros.
Están cubiertas por una capa de sedimentos que provienen de la corteza continental y cubren el suelo por completo. Por eso, todos los accidentes geográficos quedan ocultos, dando una apariencia completamente llana.
En estas profundidades el agua es muy fría y el entorno es oscuro a causa de la lejanía del sol. Estas características no impiden el desarrollo de la vida en las llanuras, sin embargo, los especímenes encontrados en estas zonas tienen unas características físicas muy diferentes a los del resto del mar.
Los guyots
Los guyots son montañas que tienen forma de tronco y cuya cumbre es aplanada. Se encuentran en el medio de las llanuras abisales y alcanzan hasta 3.000 metros de altura y hasta 10.000 de diámetro.
Su particular forma se da cuando alcanzan altura suficiente para salir a la superficie y el oleaje las erosiona lentamente hasta convertirlas en superficies planas.
El oleaje incluso llega desgastar tanto su cumbre que a veces quedan sumergidas hasta 200 metros por debajo de la superficie del mar.
Las fosas marinas o fosas abisales
Las fosas abisales son grietas angostas y profundas del fondo marino, que pueden llegar a tener miles de metros de profundidad.
Se producen por el choque de dos placas tectónicas, por eso suelen estar acompañadas de mucha actividad volcánica y sísmica que ocasiona grandes maremotos y que en ocasiones también se siente en los continentes.
De hecho, la mayoría de las fosas marinas están cerca de la corteza continental, porque se producen gracias al choque de una placa oceánica con una placa continental.
Especialmente en el borde occidental del Océano Pacífico, donde se encuentra la fosa más profunda de la tierra: la fosa de las Marianas, de más de 11.000 metros de profundidad.
Exploraciones científicas del fondo del mar
La corteza oceánica ha sido, a lo largo de la historia, uno de los más grandes misterios de la humanidad debido a las grandes dificultades que supone sumergirse hasta las frías y oscuras profundidades del océano.
Es por eso que la ciencia se ha esforzado por diseñar nuevos sistemas que permitan comprender mejor la geografía del fondo del mar y el modo en que ésta se originó.
Los primeros intentos de comprender el fondo del mar fueron bastante rudimentarios: de 1972 a 1976, los científicos a bordo del HMS Challenger usaron una cuerda de 400.000 metros para sumergirla en el océano y medir el punto en el que tocaba el fondo.
De esta manera podían tener una idea de la profundidad, pero era necesario repetir el proceso en distintos lugares para poder componer un mapa del fondo del mar. Esta actividad, por supuesto, era muy dispendiosa y agotadora.
Sin embargo, esta técnica de apariencia primitiva, permitió descubrir la fosa de las Marianas, el lugar más profundo de toda la superficie terrestre.
En la actualidad, existen métodos mucho más sofisticados. Por ejemplo, los científicos de la Universidad Brown, lograron explicar el movimiento volcánico de las dorsales oceánicas gracias a un estudio sísmico realizado en el Golfo de California.
Esta y otras investigaciones apoyadas en herramientas científicas como sismógrafos y sonares, han permitido que el ser humano comprenda cada vez mejor los misterios de las profundidades, aunque no sea posible sumergirse en ellas.
Referencias
- Challenger Society for Marine Science (S.F.). The History of the Challenger Expedition. Recuperado de: challenger-society.org.uk.
- Evers, J. (2015). Crust. National Geografic Society. Recuperado de: nationalgeographic.org.
- Extreme Science. (S.F.). Mid-Ocean Ridges. Recuperado de: extremescience.com.
- Lewis, R. (2009). Oceanic Crust formation is dynamic after all. En: News from Brown. Recuperado de: news.brown.edu.
- The editors of the Encyclopaedia Britannica. (2014). Oceanic Crust. Encyclopaedia Britannica [versión electrónica]. Recuperado de: britannica.com.