Sergéi Diágilev (1872-1929) fue un empresario y director artístico ruso, cuya principal aportación al mundo del arte fue la creación de los Ballets Rusos, una compañía con la que revolucionó el mundo de la danza clásica. Para ello se basó en una idea de Michel Fokine: aunar la danza, la música, el arte y el drama en un único espectáculo.
Diágilev creció en un ambiente en el que el arte estuvo muy presente. Durante sus estudios universitarios, en San Petersburgo, formó parte de un grupo de intelectuales y artistas. Una de sus actividades, organizar exposiciones de pintura rusa, lo llevó a París en 1906.
En la capital francesa, además de otras actividades culturales, Diáguilev presentó la ópera Borís Godunov. Su original puesta en escena le valió una invitación para regresar con nuevos espectáculos. Para ello, fundó los Ballets Rusos, que pronto se convirtió en la compañía de danza con mayor éxito del mundo.
A pesar de sus atrevidas propuestas y de su condición no oculta de homosexual, las propuestas artísticas de Diáguilev gozaron de gran aceptación. Sin embargo, ese éxito no vino acompañado del económico. Enfermo y teniendo que ser ayudado financieramente por sus amigos, el empresario pasó sus últimos días en Venecia. Allí falleció en agosto de 1929.
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Biografía
Infancia
Serguéi Pávlovich Diáguilev vino al mundo en Sélischi, en la gubernatura de Nóvgorod, el 19 de marzo de 1872. Su familia estaba bien situada política y económicamente, ya que el padre era militar y la madre pertenecía a la nobleza.
El parto fue muy complicado. El pequeño Serguéi estuvo a punto de fallecer y solo sobrevivió gracias a la ayuda de su tía y del médico del regimiento. Sin embargo, su madre murió solo unos días después por las secuelas del nacimiento.
Por ese motivo, Diáguilev pasó su infancia al cuidado de su madrastra, Helena Valerianovna Panayeva. Esta convirtió su casa en un punto de encuentro de los artistas del momento y animó a Sergei a interesarse por el mundo del arte. Así, el niño estudió piano y pronto mostró cualidades para la composición musical. Igualmente, también hizo alguna incursión en la pintura.
Cuando tenía 18 años, un acontecimiento cambió su vida: su familia quedó arruinada y perdió sus posesiones. La situación era tan grave que incluso tuvieron que deshacerse de los instrumentos musicales.
Ingreso en la universidad
A pesar de los problemas económicos, Diáguilev se las arregló para ingresar en la universidad. Para ello se trasladó en 1890 a San Petersburgo, entonces capital de Rusia. Durante esos años compaginó la carrera de derecho con el aprendizaje musical en un conservatorio.
Mientras se encontraba cursando sus estudios, Diáguilev entró en contacto con un grupo de amigos con los que compartía el interés por la música, la pintura y las ciencias sociales. Entre ellos se encontraban Léon Bakst y Alexandre Benois, dos pintores que lo acompañarían más tarde en la creación de los Ballets Rusos.
Su primer viaje al extranjero lo realizó en 1893. Durante el mismo visitó Alemania, Francia e Italia y tuvo la oportunidad de conocer a creadores de la talla de Émile Zola, Giuseppe Verdi o Charles Gounod.
Moscú
Diáguilev se graduó en derecho en 1896, aunque ya para entonces había decidido que su futuro estaría ligado al mundo de la música. No obstante, las primeras críticas no fueron buenas: después de su primera representación en público, el compositor Rimsky-Korsakov le recomendó abandonar su idea de convertirse en compositor.
A pesar de eso, Diáguilev no abandonó su vocación. En Moscú conoció al represente de Chaliapin, un famoso cantante de ópera, y le presentó sus ideas escénicas para transformar las representaciones tradicionales.
Su fuerte vocación tuvo que enfrentarse a otro problema. Todas sus iniciativas artísticas, ya fueran en el ámbito de la ópera o en el literario, encontraron dificultades de financiación. A sus escasos ingresos había que sumarle su no escondida condición de homosexual, algo que en la Rusia de la época le dificultaba encontrar patrocinadores.
Mir Iskusstva
Su primer proyecto internacional tuvo lugar en 1899. Ese año fundó la revista Mir Iskusstva (El Mundo del Arte), en la que se reservó el puesto de redactor jefe. Esta publicación estaba asociada a otra de similares características que se editaba en Londres y se mantuvo activa hasta 1904.
El Mundo del Arte reunió a un relevante grupo de escritores, músicos, pintores y críticos. Además de la publicación en sí misma, los participantes en el proyecto impulsaron numerosos acontecimientos relacionados con el mundo del arte, especialmente exposiciones pictóricas.
Algunos autores señalan que parte de las características de los Ballets Rusos nacieron de este grupo de intelectuales. Entre sus miembros se encontraban antiguos amigos de Diáguilev, como León Bakst o Benois. En general, estos artistas eran muy críticos con el realismo ruso, representado por Tolstoi.
Para ellos, el empeño en reflejar la vida real había sido la causa de la decadencia del arte del país. En su opinión, el arte debía ser independiente de la “utilidad” y nacer del seno del artista.
Anales de Teatro
Rodeado e influido por esos intelectuales y ayudado por uno de sus primos, Diáguilev fue adquiriendo cada vez más conocimientos. Además, tuvo la oportunidad de viajar bastante y recoger influencias del resto de Europa.
En 1899 le llegó una gran oportunidad. Ese año el príncipe Wolkonsky asumió la dirección de los teatros imperiales. A diferencia del anterior director, el príncipe era favorable a las ideas del grupo de Diáguilev y, en 1900, le ofreció la dirección de los Anales de Teatro.
Su labor debía ser recopilar todos los trabajos artísticos que se produjeran cada año en Rusia, algo que Diáguilev realizó perfectamente, aunque económicamente le ocasionó más gastos que ganancias. A pesar del reconocimiento a su labor, su homosexualidad le costó ser despedido.
Por otra parte, la revista Mir Iskusstva, con Diáguilev al frente, desarrolló una importante tarea de difusión cultural en Rusia. Una de sus actividades más importantes era la organización de exposiciones pictóricas de autores rusos, incluida una de retratos históricos que se celebró en San Petersburgo.
Viaje a París
En 1905, Diáguilev comenzó un nuevo proyecto apoyado por “El Mundo del Arte”. Este consistía en recorrer todo el país para recuperar obras de arte, pinturas sobre todo, que fueran poco conocidas. La exposición posterior fue un éxito absoluto y le valió una invitación para llevar la colección a París.
Ese viaje, que tuvo lugar en 1906, se convirtió en el punto de inflexión de toda la vida de Diáguilev, aunque, al principio, se limitó a impulsar una alianza artística entre Francia y su país.
El proyecto original, la exposición de pintura, tuvo una gran acogida. La sede fue el Salón de Otoño de la capital francesa, donde fueron mostradas obras de Valentin Serov, Alexander Benois o Iliá Repin, entre otros.
Animado por ese recibimiento, al año siguiente creó las Temporadas Rusas, un festival en el que artistas rusos exponían o actuaban en París.
Las Temporadas Rusas también tuvieron una muy buena acogida. Los parisinos pudieron conocer el arte ruso, prácticamente desconocido hasta la época. Así, realizaron exposiciones de iconos, de retratos y representaron música clásica de autores como Rajmáninov, Rimski-Kórsakov o Fiodor Shapialin. Además, Diáguilev también llevó a París la obra de artistas contemporáneos.
El antecedente más inmediato de los Ballets Rusos tuvo lugar durante estos festivales. En 1908, se representó la ópera Boris Godunov, con Chaliapin como protagonista. El público de París se enamoró en esos momentos del arte producido en Rusia.
Fue el éxito de Boris Godunov el que acabó por consagrar a Diáguilev. El empresario fue invitado a volver la temporada siguiente a presentar sus nuevos trabajos.
Ballets Rusos
La apuesta de Diáguilev para la siguiente temporada en París fue revolucionaria. Siguiendo las ideas de Michel Fokine y de Isadora Duncan, el empresario trató de combinar varios tipos de arte escénico en las representaciones.
La presentación de su nueva compañía, a la que bautizó como Ballets Rusos, fue en 1909, en el Teatro de Chatelet, en París. En el elenco se encontraban Anna Pavlova, Vaslav Nijinsky y el propio Michel Fokine.
Nada más comenzar la representación, el público se dio cuenta de que se trataba de una nueva manera de entender el ballet, rompedora con el estilo tradicional. Diáguilev había creado un tipo de arte escénico que podía utilizarse para representar cualquier género, desde el drama filosófico hasta la sátira.
Además, contó con pintores de renombre para la puesta en escena, como sus amigos Bakst y Benois. Igualmente tuvo la colaboración de importantes coreógrafos, como Fokine o Balanchine, y de compositores de la talla de Stravinsky. Algunos críticos denominaron al nuevo estilo como ballet sincrético.
Los Ballets Rusos tuvieron como director artístico a León Bakst. En colaboración con el propio Diáguilev reformaron el ballet y lo dotaron de elementos visuales llamativos. Uno de sus propósitos es que este arte dejará de estar destinado solo a la aristocracia y que también fuera atractivo para el gran público.
Reacción del público
Acostumbrado al academicismo del ballet, las creaciones de Diáguilev provocaron el escándalo en el público parisino. Sin importar la representación, los bailarines aparecían con trajes muy escotados y, además, algunos eran homosexuales y no lo escondían. La misma decoración era, para los cánones de la época, desconcertante.
Sin embargo, los Ballets Rusos alcanzaron un gran éxito, especialmente con la representación de tres obras compuestas por Stravinsky: El Pájaro de Fuego, en 1910; Petrushka, en 1911; y La Consagración de la Primavera, en 1913.
No todas las reacción fueron positivas. Por ejemplo, cuando la compañía adaptó la obra Scherezade, de Rimsky-Korsakov, recibió una airada crítica de la viuda del compositor. Sus quejas se referían al vestuario de los bailarines, ya que Diáguilev había decidido que dejaran de lado los típicos tutus para vestir unos pantalones que habían sido diseñados por Baks.
Innovación constante
A pesar de esas críticas, Diáguilev lo cesó de innovar en cada función. Para la puesta en escena contó con pintores como Picasso, autor de la escenografía y del diseño del vestuario de la Consagración de la Primavera y de Pulcinella, esta última estrenada en 1920. No fue el único pintor famoso en participar: también lo hicieron Matisse y Derain.
La Bella Durmiente del Bosque (Chaikovski), estrenada en Londres en 1921, supuso serios problemas financieros para Diáguilev. La crítica y el público tuvieron una respuesta positiva, pero económicamente fue deficitaria. A partir de ese momento, los Ballets Rusos perdieron algo de la aceptación que habían logrado en sus primeros años.
Los Ballets Rusos y Rusia
Curiosamente, los Ballets Rusos nunca pudieron actuar en la propia Rusia. Diáguilev, que mantuvo su residencia fuera de su país hasta su muerte, intentó en algunas ocasiones organizar representaciones en San Petersburgo, pero, por diversos motivos, nunca se llevaron a cabo.
Aunque muchos intelectuales y artistas rusos acudieron a contemplar sus ballets en el resto de Europa, la influencia de los Ballets Rusos nunca fue demasiada en el ambiente artístico de su país de origen.
Fallecimiento
Aunque siempre se mantuvo activo, Diáguilev sufría diabetes desde hacía mucho tiempo. Su salud empeoró notablemente en 1929, justo al finalizar la temporada teatral en el Covent Garden londinense.
Para intentar recuperarse, el empresario partió a Venecia para descansar. Allí cayó en coma y falleció el 19 de agosto de 1929. Su cuerpo recibió sepultura en la isla de San Michele, el cementerio histórico de la ciudad de los canales.
Vida personal y carácter
Personalidad de Diáguilev
Sus biógrafos afirman que Serguéi Diáguilev nunca logró tener una vida feliz. A pesar de su éxito y de la influencia que consiguió en el mundo del ballet, el empresario siempre se sintió solo e insatisfecho.
Además, sus problemas económicos y sentimentales provocaron su infelicidad. A esto se unió su personalidad perfeccionista, que hacía que nunca se mostrara satisfecho con lo conseguido.
Vida personal
En una época en la que la homosexualidad estaba mal vista e, incluso, podía llevar a prisión en algunos países, Diáguilev nunca escondió su condición. El público, conocedor de ello, le otorgó a los Ballets Rusos un carácter casi erótico, algo que contribuyó a su éxito.
Esto no significa que todos aceptaran la orientación sexual del empresario. Fue en su país, en Rusia, donde más problemas encontró, especialmente entre los círculos conservadores de Moscú. Estos llegaron a presionar al Zar para que dejará de financiar a los Ballets Rusos.
Su relación más conocida fue con Nijinsky, uno de los bailarines más famosos de la historia y parte de los Ballets Rusos. Cuando este acabó casándose con una mujer, Diáguilev reaccionó echándolo de la compañía.
Referencias
- Ministerio de Cultura y Deporte. Sergei Diaghilev. Obtenido de danza.es
- López, Alberto. Sergei Diaghilev, el visionario que revolucionó el ballet. Obtenido de elpais.com
- De Pedro Pascual, Carolina. La era de Serguéi Pávlovich Diáguilev. Obtenido de danzaballet.com
- Lockspeiser, Edward. Serge Diaghilev. Obtenido de britannica.com
- Minn, Michael. Sergei Diaghilev (1872-1929). Obtenido de michaelminn.net
- Encyclopedia of Visual Artists. Sergei Diaghilev. Obtenido de visual-arts-cork.com
- New World Encyclopedia. Sergei Diaghilev. Obtenido de newworldencyclopedia.org
- Scheijen, Sjeng. Sergei Diaghilev: ballet, beauty and the beast. Obtenido de telegraph.co.uk