La ecología cultural surge de la interrelación entre la ecología y la antropología económica, a fin de intentar comprender la interacción entre cultura y ambiente. Contribuyeron a su desarrollo los trabajos realizados en la primera mitad del siglo XX, por Julian Steward, Leslie White y Gordon Childe.
Esta disciplina pone en evidencia el condicionamiento mutuo entre las formas culturales de una sociedad y su ambiente natural particular. Su ámbito de aplicación más efectivo son las sociedades más directamente vinculadas al medio natural.
Por su parte, en las sociedades modernas, globalizadas y altamente tecnificadas, la relación está más mediada por el componente tecnológico. Según este enfoque antropológico, el desarrollo social no es lineal y por tanto no sigue una serie de etapas predefinidas.
Por el contrario, se postula un desarrollo multilineal, donde cada sociedad desarrolla su cultura a partir de su interacción particular con su entorno natural específico. La ecología cultural abrió las puertas a una visión del desarrollo cultural y social humano como parte de la naturaleza.
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El origen
Se señala a Julian Steward como el creador del concepto de ecología cultural, en su obra de 1935, Theory of Culture Change: The Methodology of Multilinear Evolution. En ella Steward define a la ecología cultural como el estudio de los cambios culturales realizados para adaptarse al medio ambiente.
Aquí se establece como objetivo de la ecología cultural, determinar hasta qué punto los modelos de conducta asociados a la explotación del entorno afectan a otros aspectos de la cultura.
Posteriormente, la disciplina alcanzó auge en las décadas de los 60 y 70 con los trabajos de diversos investigadores en el ámbito de la antropología económica.
Características de la ecología cultural
Ciencia descriptiva y analítica
El método propuesto por Steward para poner en evidencia la influencia del entorno natural en el desarrollo de la cultura es fundamentalmente descriptivo. Consiste en documentar las tecnologías empleadas por los miembros de una sociedad para beneficiarse del medio ambiente.
Luego, se establecen los patrones de comportamiento que se desarrollan en ese proceso de intervención del entorno natural. Para finalmente determinar cómo dichos patrones de comportamiento van configurando el ámbito cultural de esa sociedad.
El ecosistema cultural
Para la ecología cultural, el ser humano forma parte de un ecosistema formado por la interrelación entre el ambiente natural y el cultural. Más exactamente, el ambiente cultural es parte del ecosistema natural, determinándose mutuamente cultura y ambiente natural.
El ser humano desarrolla sus herramientas, tecnologías e interpretaciones del entorno, para adaptarse al ambiente. A su vez estas tecnologías y en general la acción humana también modifican al ambiente natural. De hecho, la evolución cultural sería una forma particular de la evolución biológica.
Ámbito de aplicación
En principio toda sociedad humana mantiene de una u otra forma relaciones con su entorno natural. Sin embargo, estas relaciones son más estrechas mientras menor es el desarrollo tecnológico de dicha sociedad.
Por tanto, se ha señalado que la ecología cultural como disciplina de estudio se manifiesta en todo su potencial cuando se estudian estructuras sociales tradicionales, ya que es en este tipo de sociedades directamente dependientes del ambiente natural donde más incidencia tiene el mismo en su cultura.
Por ejemplo, en las sociedades de cazadores y recolectores su existencia depende de los ciclos naturales. Esto incide en que la cultura que desarrollan esté estrechamente vinculada al ambiente.
La tierra representa la fertilidad, el sol y el agua la vida, y así todos estos factores naturales se expresan en formas culturales. Aparecen los dioses del agua, del Sol o la naturaleza como la madre de todo, la llamada Pacha mama de los indígenas andinos.
Estos estudios pueden ser de sociedades del pasado (diacrónicos) o del presente (sincrónicos), como las sociedades rurales o las etnias indígenas que aún persisten. Por otra parte, mientras más se aleja una sociedad de su dependencia del medio natural, sus formas culturales responden a otros factores. Es así como en la sociedad moderna el mayor determinante cultural es la tecnología y en menor medida en ambiente natural.
Teoría antropológica en ecología cultural
La ecología cultural surge como alternativa al enfoque funcionalista en la antropología económica. El funcionalismo estudiaba a las sociedades como sistemas locales cerrados, cuyos componentes y fenómenos estaban determinados internamente.
Mientras que el enfoque de la ecología cultural concibió a las sociedades como sistemas abiertos en estrecha dependencia con su entorno natural. Así, esta derivó del pensamiento neoevolucionista aplicado al ámbito sociocultural.
Entendiendo a la cultura como continuidad de la historia natural, aunque con sus propios principios determinantes. Para la ecología cultural, la cultura es para el ser humano una vía para adaptarse a las exigencias del entorno natural.
Multilineal
La ecología cultural cuestionó la visión del evolucionismo social clásico que asignaba una evolución lineal y universal a las sociedades. Es decir, que concebía la historia social como una sucesión lineal de etapas predefinidas que tenían que atravesar por igual todas las sociedades.
Para Steward la historia social es multilineal, donde cada sociedad desarrolla su propia secuencia de fases en su interrelación con su entorno natural.
Factores relevantes
En el proceso de adaptación para convertir en recursos determinados elementos ambientales, la ecología cultural identifica ciertos factores. Siendo los factores más significativos la tecnología y la organización del trabajo.
Estos factores se desarrollan en la dinámica histórica de la interacción entre la sociedad y el entorno natural. Además, la tecnología y particularmente la organización del trabajo determinan otros componentes culturales, como instituciones y prácticas sociales.
Flujo de energía y materia
La ecología cultural como disciplina antropológica, parte de considerar a las poblaciones humanas en sociedad como parte del ecosistema. En este sentido algunos ecólogos culturales aplican métodos ecológicos, estableciendo redes alimentarias, midiendo flujos de energía y materia entre la sociedad y el entorno natural.
Incluyen conceptos como el de capacidad de carga del ecosistema, incluido el ecosistema social. Es decir, dados los recursos tecnológicos disponibles, el ambiente natural concreto, definir la cantidad de población que es posible sustentar.
Aquí se incorporan también las relaciones de intercambio que ocurren entre poblaciones humanas. Y a partir de la información disponible, interpretan cómo las formas culturales se han adaptado a dichas condiciones.
Tres enfoques centrales
En los estudios de ecología cultural se han manifestado tres corrientes: la determinista, la posibilista y la “interaccionista”.
En la primera se asume una influencia determinante del entorno natural en el desarrollo cultural.
En la posibilista se considera que los factores ambientales limitan las opciones posibles para el desarrollo cultural. Es decir, el posibilismo asigna más o menos probabilidades a una u otra expresión cultural. En este caso, juega un papel activo el ser humano y su cultura, en desarrollar una u otra posibilidad.
Finalmente, el enfoque “interaccionista” plantea una total interdependencia entre cultura y ambiente, influyéndose mutuamente.
La crítica
A la ecología cultural se le critica el hecho de presentar una cierta carga de determinismo ambiental. Es decir, que según sus críticos esta disciplina asigna demasiado peso a los factores ambientales en el desarrollo de las formas culturales.
De esto mismo se desprende que la ecología cultural subestima la influencia de las relaciones entre grupos sociales, dando como resultado una visión de sociedades inconexas, determinadas casi exclusivamente por su entorno natural.
Si bien estas críticas se aplican a muchos de los ecólogos culturales, lo cierto es que las tesis originales de Steward se alejan de esta visión. El padre de la ecología cultural siempre asumió que el ser humano y el entorno natural se condicionan mutuamente (enfoque “interaccionista”).
Religión y ecología cultural
Uno de los elementos centrales en toda sociedad es la religión, como forma de relacionarse con los dioses y centro de la cosmovisión de cada cultura. La ecología cultural interpreta la religión como producto ideológico surgido de la interacción del ser humano con su entorno natural.
Los dioses y ritos serían formas de interpretación y regulación de los procesos naturales vitales para una cultura en particular. Por ejemplo, los ciclos de lluvias para la agricultura o las catástrofes periódicas en la forma de tormentas, se interpretan como decisiones divinas.
Toda la visión del universo natural se desarrolló en un principio sobre bases metafísicas que se ordenaron en un cuerpo de ideas religiosas. De aquí derivan luego los ritos como formas de tratar de influir en las decisiones o estados de ánimo de la divinidad.
Ecología sagrada
Ya en este siglo XXI, el enfoque derivado de la ecología cultural ha posibilitado la búsqueda de nuevas formas de relacionarse con la naturaleza. Un ejemplo de esto es la denominada ecología sagrada de Fikret Berkes (1999).
Este autor estudió las formas de relacionarse con la naturaleza por parte de las etnias del norte de Canadá. Posteriormente, intentó extraer orientaciones válidas para la sociedad urbana en la búsqueda de un equilibrio con la naturaleza.
Importancia de la ecología cultural
El ser humano como parte de la naturaleza
Tradicionalmente el pensamiento occidental ha excluido al ser humano de la naturaleza, contraponiendo lo humano a lo natural. La principal relevancia del enfoque de la ecología cultural es colocar al ser humano como parte de la naturaleza y no frente a ella, y concibe la historia social como una continuidad de la historia natural.
La visión multilineal y la valoración de las culturas
Por otra parte, se rompió con la visión lineal y universal de la evolución social, proponiendo un enfoque multilineal y local, sin que esto implique renunciar a establecer los factores comunes y generales que inciden en el desarrollo de las sociedades humanas.
Esto tiene importantes repercusiones en la consideración de aquellas sociedades actuales que no tienen el mismo desarrollo tecnológico que la sociedad occidental, ya que en la visión lineal de la antropología clásica dichas sociedades se consideraban estancadas en una fase primitiva.
Según esta concepción, toda sociedad debería atravesar las mismas etapas de desarrollo. Mientras que según la ecología cultural, se considera que estas sociedades solo tiene otra forma de relacionarse con su ambiente natural.
Nuevos campos de investigación
Todo esto generó la posibilidad de abordar nuevos problemas de investigación y metodologías en el campo de la ciencia social. Sobre todo, ha posibilitado el desarrollo de trabajos interdisciplinarios y transdisciplinarios, donde han podido entrar en un campo común sociólogos, físicos, zoólogos y geógrafos.
El desarrollo sostenible
La ecología cultural contribuyó al complejo proceso actualmente en curso, de gestación de la concepción de la necesidad de un desarrollo sustentable.
Referencias
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